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Madrid no seduce a los médicos y profesores que necesita

Mientras pierde a estos profesionales por el alto coste de vida o las malas condiciones laborales, la Comunidad incentiva la llegada de policías y guardias civiles

Entrada de los alumnos al colegio Blas de Lezo con las medidas para evitar la propagación del coronavirus. En vídeo, Madrid no encuentra médicos para contratar.Foto: ATLAS | Vídeo: VICTOR SAINZ

El combate contra el virus ha destapado por dónde amenazan con romperse las costuras que sujetan los servicios públicos de la Comunidad de Madrid. Siete meses de pandemia han puesto bajo los focos la falta de profesores, médicos y enfermeras, un problema tan común a toda España como específico de la región: aquí el coste de vida es más alto, la presión asistencial es mayor, y las perspectivas laborales son peores, denuncian los sindicatos. Para paliarlo, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso planea invertir 80 millones de euros en los próximos tres años en la atención primaria, donde 5.000 trabajadores ganarán 5.757 euros euros más al año. También tiene previsto completar la contratación temporal de 10.610 profesores. Son dos cuestiones clave, según reconocen en la Comunidad. ¿La paradoja? Desde hace meses, el Ejecutivo regional ha decidido incentivar con ayudas la llegada a la región de policías y guardias civiles, en lugar de primar la de sanitarios y profesores.

“Hace falta, a nivel país, una reforma para retener y atraer médicos”, piden desde Madrid, una región que ha perdido atractivo para los profesionales. Estas son las razones.

En junio, a los residentes de atención primaria les ofrecieron contratos de seis meses de duración, rescindibles en cualquier momento, y sin centro de salud adscrito, según los sindicatos, que aseguran que en otras regiones se ofrecían uno o dos años.

A principios de septiembre, 1.117 profesores de refuerzo para el curso del covid se encontraron con que la oferta de la Administración era solo para el primer trimestre, y que solo serían renovados en diciembre en función de la evolución de la pandemia. En parecida situación (ninguna garantía de continuidad) se encuentra el conjunto de los 10.610 profesores que se quiere contratar para que bajen las ratios. Como consecuencia, con el curso ya empezado, falta el 15%, la mayoría en secundaria.

Finalmente, a mediados de este mismo mes, el boletín regional publicó que la Consejería de Educación ha fijado en tres euros el precio diario del menú escolar para las familias que acrediten que los niños son hijos de padre o madre perteneciente a alguno de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y que cumplan un criterio de renta. El precio diario de los menús para el resto de familias es de 4,88 euros.

Huída a otras regiones

No es la única medida con la que el Gobierno intenta paliar el déficit de 2.500 agentes que dice faltan en la región. También reservará para ellos un cupo de las 25.000 casas que contempla construir con el plan VIVE; diseñará un baremo propio que les beneficiará a la hora de acceder a las ayudas al alquiler; y les ofrecerá tarifas especiales en el transporte público, según anunció en noviembre.

Médicos, enfermeros y profesores no tienen esas ventajas, pese a que Madrid ya no seduce a los profesionales, y no sabe dónde buscarlos para paliar los déficits asistenciales y reforzar a unas plantillas extenuadas. La razón: ambas profesiones están en el furgón de cola de los salarios y ofrecen contratos menos seguros para vivir en una región más cara. La consecuencia: muchos profesionales huyen a otras comunidades, e incluso a otros países.

Rocío Martínez llegó a Atocha con su maleta y dispuesta a enfrentarse a un curso escolar lleno de incertidumbres. Dos semanas después, hizo el camino de vuelta. Profesora de técnica de laboratorio, andaluza de 49 años, e interina, le habían asignado una plaza en el instituto Lope de Vega para todo el año. No era la primera vez que trabajaba en Madrid. El curso pasado también tuvo suerte, dejó a su familia en Montoro (Córdoba), y pasó un año compartiendo piso con dos personas que no conocía para poder sobrevivir con un sueldo de unos 1.700 euros.

“Si quería vivir sola, que es lo normal a mi edad, tenía que ser en un piso mínimo de 600 euros. Un cuchitril”, dice.

Este septiembre entró en el cupo de las nuevas contrataciones de Ayuso. Y aceptó. Pero cuando bajó en la estación madrileña se le pusieron los pelos de punta.

“Me fui al metro y estaba llenísimo. Dejé pasar uno porque con esta situación no me quería exponer… pero todos estaban igual. Pasé miedo”, cuenta.

Rocío tardó en deshacer el camino lo que tardaron en decirle que había conseguido plaza en un instituto de su pueblo gracias a las bolsas extraordinarias. No lo dudó. Cogió los bártulos y dejó atrás un centro “completamente desbordado, sin protocolo claro y lleno de improvisación”. Y lo hizo, cuenta, por tres razones: lo que experimentó —"la administración ha abandonado a su suerte a los directores"—; el transporte público de Madrid —"siempre lleno y todo pilla lejos"— y la calidad de vida. En Andalucía cobra algo más de 32.700 euros al año; en Madrid, 32.300.

“Pagar un piso aquí no tiene nada que ver con Madrid”, explica. “Aquí vivo, allí sobrevivía”.

Madrid se encuentra entre las cinco comunidades que peor paga a sus profesores en todas sus categorías. En secundaria, los docentes que no tienen experiencia, lo que se mide por sexenios, solo están por detrás de los asturianos, un puesto que se invierte cuando llevan dos sexenios, momento en el que se convierten en los líderes nacionales de los peor pagados. Con tres, cuatro y cinco sexenios tras sus espaldas, los profesores madrileños ocupan el tercer puesto, el quinto y el cuarto por la cola respectivamente, según un estudio de CC OO. Ceuta y Melilla aparece como la Comunidad Autónoma que mejor paga a sus profesores debido al complemento de residencia e indemnizatorio que reciben por enseñar allí.

Segundo ejemplo. Germán F. G, de 36 años, llegó a Madrid también procedente de Andalucía agradecido en primera instancia por poder desarrollar su pasión: dar clases de Economía a chavales de 3º y 4º de la ESO y 1º y 2º de Bachillerato. Duró escasos días, los que tardaron en llamarle para cubrir una plaza en Siles (Cazorla). Lo que determinó el cambio fue el transporte público, las distancias, la calidad de vida. “Aquí alquilo un piso por 250 euros y no hay tráfico”, explica. En Madrid pagaba más de 800, viajaba cada mañana desde Carabanchel a la avenida de Oporto en metro y no soportaba el hacinamiento. “El mismo día nos fuimos a Andalucía tres personas que yo conocía. Las plazas de Economía va a costar cubrirlas, no hay gente suficiente ya, van a tener que abrir listas extraordinarias”.

Las especialidades más codiciadas en estos momentos, además de Economía, son Matemáticas, física e inglés.

Usar el móvil personal

Tercer ejemplo. Situación inversa a la de Rocío y Germán. María José Fernández, de 47 años, se fue a tierras andaluzas hace 10 años porque no encontraba trabajo en Madrid. Ha dado clases en pueblos de Sevilla, Granada y finalmente en Huelva. Sin embargo, como madrileña de nacimiento, ha acabado regresando a casa. Este año ha empezado a dar clases en el instituto María Rodrigo, en Vallecas, y no sale de su asombro. “Parece que hemos vuelto a la enseñanza antigua de tiza y pizarra”, cuenta. “No hay wifi en el centro, ni ordenadores, ni proyectores. El centro es nuevo, de hace cuatro años, y ya tiene persianas rotas y materiales de mala calidad. Y para colmo nos han dicho que para dar las clases semipresenciales que nos pongamos nosotros datos ilimitados en nuestros móviles”.

De los profesores de refuerzo prometidos por la comunidad en su centro, todavía faltan 13. También recuerda que en Madrid los periodos lectivos de los profesores pasaron de 18 horas semanales a 20, 21 o 22 a partir de 2011. Cuando pasó la crisis económica, casi todas las comunidades autónomas revirtieron la medida. Tanto Madrid como Castilla la Mancha, Galicia, Murcia, Ceuta y Melilla las han perpetuado.

“Tener dos horas más semanales implica mucho más tiempo de trabajo, porque tienes que preparar clases, realizar exámenes, corregirlos… acabas haciéndolo todo deprisa y corriendo”, cuenta.

“Es común superar las 20 horas lectivas y abusar del número que se dedican a guardias, que se sitúan en máximos”, explica Isabel Galvín, representante de Educación de CC OO en Madrid. “También se abusa de medias jornadas y de los tercios porque las plantillas están ajustadas al máximo. Así reducen gastos y se contrata con mucha precariedad”.

Una protesta de sanitarios a las puertas del hospital La Paz, el pasado 15 de septiembre.
Una protesta de sanitarios a las puertas del hospital La Paz, el pasado 15 de septiembre.

Madrid también es una de las Comunidades que no ha vuelto a las 35 horas semanales de trabajo en el sistema sanitario.

“La gente se va fundamentalmente a Castilla-La Mancha y a Castilla y León, porque tienen solo contratos de mañana [lo que permite conciliar o tener consulta privada] en Toledo o Guadalajara, por lo que pueden seguir viviendo en Madrid”, cuenta la doctora Concha Herranz, médico de atención primaria. “Las condiciones son nefastas”, apunta. Y describe:

“El problema es fundamentalmente laboral y profesional. Los sueldos son peores que en las comunidades limítrofes y que fuera de España; los horarios laborales de Madrid son los unicos con fijos de tarde, lo que es un hándicap. Y no es fácil cambiar horarios”.

Los médicos de atención primaria han tenido turnos con 70 u 80 citas, según los sindicatos. Durante el verano han tenido que cubrir las vacaciones y las bajas de sus compañeros, doblando turnos hasta el agotamiento. Y todo eso lo han hecho en muchos casos en instalaciones vetustas, mal ventiladas y rodeadas de colas de pacientes que acuden sin cita porque nadie coge el teléfono.

Un caos que Díaz Ayuso promete arreglar con un plan de reorganización y la creación de 571 plazas en los próximos tres años.

“Muchos contratados no tienen un turno determinado, ni un puesto determinado, pudiendo estar cada día en un centro de salud distinto, o en un turno diferente. Y así es muy difícil conciliar”, dice Julán Ordóñez, de UGT. “Madrid se ha quedado como la comunidad que peor paga a sus profesionales tras Ceuta y Melilla”.

Por ejemplo, un residente de quinto año tiene el mismo neto al mes, sin guardias, en La Rioja que en Madrid: 1.307 euros, según un estudio comparativo de 2019 del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada que lleva la firma de Vicente Matas, representante nacional de Atención Primaria Urbana de la Organización Médica Colegial. Pero Madrid es la comunidad con el precio medio de alquiler más alto de España (819 euros), según datos de Fomento. En el cómputo anual, un residente de tercer año en Murcia, ingresa en su cuenta 16.031 euros, también sin guardias, mientras que en Madrid ese importe es de 15.405.

Mala gestión

En la comparativa del sueldo anual con guardias, Madrid es la que tiene salarios más bajos para los residentes de primero y segundo, la tercera que menos paga para los de tercer año y la cuarta para los de cuarto y quinto año. Según el estudio, esos malos datos son transferibles a la mayoría de especialidades y centros de trabajo. La Consejería de Sanidad no aportó datos de salarios ni de su comparación con los de otras regiones tras ser preguntada.

“Lo más atractivo es estabilidad, horarios decentes y salario, y en Madrid no lo hay”, resume Antonio Cabrera, de CC OO. “En otros sitios, los contratos de eventuales se renuevan año a año; en Madrid llegan a ofertar tres meses”, sigue. “Faltan profesionales, problema que se agudiza en el caso de pediatras y médicos de atención primaria”, añade.

“Igual es un problema también de mala gestión”, ironizó este martes Ángel Gabilondo, el líder del PSOE, quien subrayó que de los 220 médicos de familia que este año acabaron su residencia en Madrid “100 no se han querido quedar porque les ofrecían primero un contrato solo hasta diciembre”. Y añadió: la ratio de médicos de familia por cada 10.000 habitantes de la Comunidad (6,8) es inferior a la media española (7,6).

Cuando llegó el virus, Madrid, como el resto del país, se enfrentó a una crisis sanitaria. Seis meses después, la pandemia sigue golpeando, pero el contexto es otro: una crisis sistémica.

Los refuerzos durante la crisis

La crisis ha obligado a la comunidad a reforzar tanto las plantillas de Sanidad como las de Educación. El esfuerzo fotografía mejor que nada los déficits de plantilla.

Sanidad. Se han realizado 9.347 contrataciones de refuerzo de momento hasta el 31 de diciembre, y este verano se han realizado otras 5.398, principalmente de enfermería, tecnicos de enfermeria y celadores, de las cuales ya está activada la renovación de todas las enfermeras (más de 1.000) también hasta el 31 de diciembre. En total, por lo tanto, hasta finales de año hay 10.400 contratos de refuerzo.

Educación. El Gobierno se ha comprometido a contratar a 10.610 profesionales. De ellos, 7.398 estaban destinados a la enseñanza pública y se han incorporado 6.341. Todos los contratos son temporales.

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