Trucar el tacógrafo: un delito que puede costar vidas
La Guardia Civil ha interpuesto más de 1.100 denuncias contra empresarios en los últimos tres años
“Hay un imán en el sensor de movimiento, en la caja de cambios. Este consigue anular la señal, y el tacógrafo deja de recibir impulsos e interpreta que el vehículo está de descanso cuando en realidad se encuentra en movimiento”. Así describe en su atestado la Guardia Civil de Tráfico la manipulación observada en el dispositivo que registra la velocidad y el tiempo de conducción de un camión Iveco interceptado en la Nacional II (Madrid-Barcelona) en 2017. Para el conductor supuso 500 euros de multa y seis puntos del carné. Y para su empresa, 4.001 euros.
Pero desde hace varias semanas, las cosas han cambiado: adulterar un tacógrafo tendrá serias consecuencias, no solo administrativas, también habrá penas de cárcel. Una reciente sentencia del Tribunal Supremo ha dado la razón a la Fiscalía y considera que la manipulación de un tacógrafo se puede considerar falsedad en documento oficial, penado con hasta cuatro años de cárcel, e incluso delito contra los derechos de los trabajadores.
El chófer que manipule un tacógrafo, sea de camión o autobús, no podrá seguir su ruta, será arrestado y conducido ante el juez de guardia de la localidad más próxima. Y el camión, sea o no perecedera su mercancía, quedará inmovilizado hasta que un taller homologado certifique que el dispositivo funciona correctamente. Los agentes de Tráfico avisarán al empresario dueño del camión para que se haga cargo de la mercancía allí donde esté el remolque. No importará su lejanía de la base de su empresa. O del domicilio del conductor si este es autónomo. Desde que se hizo pública esta sentencia, el 15 de enero, la Guardia Civil ya ha aplicado el Código Penal en 12 ocasiones, explican fuentes de la GIAT, el Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico de la Guardia Civil.
El fiscal jefe de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, ha anunciado que se va acusar de delito de falsedad en documento oficial a los conductores de camiones y autobuses de viajeros que manipulen el tacógrafo. Vargas, la Guardia Civil y las policías autonómicas con competencia en carreteras se han concertado para combatir, además de la manipulación del tacógrafo, la explotación laboral en la carretera que esconden algunas de estas prácticas. En concreto, a las empresas que hacen la vista gorda ante estas tretas con tal de que la mercancía esté en sus destinos en los plazos fijados con los proveedores, sin importarles la seguridad ni del chófer del camión ni del resto de usuarios de las carreteras.
Los camioneros están obligados a descansar en sus trayectos. Durante una jornada, no pueden sobrepasar las nueve horas de conducción y tienen limitaciones de velocidad más estrictas que otros vehículos. Para ocultar incumplimientos de estas medidas, la Guardia Civil viene observando chóferes que se sirven de imanes, hackeos del ordenador y otras triquiñuelas para alterar el tacógrafo y ser más competitivos.
El fiscal jefe Vargas ha decidido poner coto a esta “peligrosísima práctica”, que se traduce en excesos de velocidad e incluso en consumo de drogas por parte de los conductores para paliar el sueño. La sanción penal puede ir contra el conductor, el empresario y también contra el taller que manipuló el dispositivo.
Entre 2017 y 2019, la Guardia Civil interpuso 322 denuncias contra conductores sorprendidos con el tacógrafo adulterado, y otras 1.105 contra empresas transportistas. En este mismo trienio, la Guardia Civil contabilizó 31.103 accidentes con implicación de camiones o autobuses. En la mitad de ellos (14.772), la culpa se atribuye de los chóferes. En esos accidentes perecieron 675 personas, 1.366 sufrieron heridas graves y 11.500, leves. En once casos el tacógrafo estaba manipulado.
A Vargas le preocupan los delitos contra los derechos de los trabajadores en las carreteras; es decir, que transportistas sin escrúpulos (“son los menos”, matiza el fiscal), fuercen a sus conductores a pisar más de lo debido el acelerador y camuflen infracciones en el tacógrafo para ocultar el obligado descanso. La idea es investigar la situación laboral del conductor infractor y analizar si, además de la falsedad del registro, concurre un delito contra los derechos de los trabajadores. En determinados casos, los agentes dispondrán del apoyo en la investigación de los fiscales de delitos laborales e incluso de la inspección de trabajo. “A veces da pena, se trata de personas sometidas a presiones que trabajan en un mercado muy competitivo y con bajos salarios. Pero no vale todo si se pone en riesgo a los demás automovilistas”, señalan fuentes de Tráfico.
Hay muchas modalidades de manipulación. Por ejemplo, colocar un imán sobre el sensor que transmite los movimientos del motor; algunas son tan sofisticadas que dificultan la labor de los agentes, como la manipulación directa del interior del sensor, o la denominada doble kita, que consiste en el uso de dos sensores para distorsionar la lectura de datos.
Alterar el tacógrafo con un imán puede, por ejemplo, convertir al camión en una máquina homicida, ya que, aparte de ocultar la velocidad y ausencia de descansos, invalida otros sistemas de seguridad del camión. Entre ellos, los sistemas “de frenado o distribución de frenada, que previene el bloqueo de ruedas (ABS); los de control de estabilidad (ESP) y los de tracción (TCS, ASR o EBS), así como la transmisión y sincronizado de las marchas”, revela el informe del fiscal jefe. “También anulan el limitador de velocidad y el llamado freno motor en vehículos de gran tonelaje. Si a todo esto se une que el conductor, al tener manipulado el tacógrafo, tampoco respeta la velocidad máxima, convierte su conducción en una bomba de relojería”, afirman fuentes de la Guardia Civil.
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