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Referéndum sin votos en Leganés

El Ayuntamiento organiza una consulta para que los alumnos decidan el futuro del conservatorio de música

Berta Ferrero
Un grupo de padres en los pasillos del conservatorio de música de Leganés, durante el referémdum.
Un grupo de padres en los pasillos del conservatorio de música de Leganés, durante el referémdum.

Eran las 20.00 del jueves y la expectación que se vivía alrededor de una única urna en el conservatorio de música de Leganés no tenía nada que ver con su contenido. Segundos antes de que se cerrara la votación, comenzó una cuenta atrás acompañada más de jolgorio que de misterio. “Diez, nueve, ocho...”, y aplausos al llegar al cero. “Ahora toca el recuento”, rieron. Pero el resultado se transparentaba a través de aquella caja de metacrilato fielmente escoltada: cero papeletas, cero votos. Un portazo unánime a una propuesta rocambolesca del Ayuntamiento que trasladaba —a través de un cuestionado referéndum— la responsabilidad sobre el futuro del conservatorio de música a alumnos o sus representantes legales: unas 900 familias.

“Son los políticos los que tienen que solucionar esta situación. Y no hacerlo de esta manera cutre e incompetente”, razona Isabel García, presidenta del AMPA.

En las papeletas, dos opciones a elegir: cerrar definitivamente el conservatorio de música de grado medio o mantenerlo, pero sin la seguridad de que haya profesores durante el curso. Es decir: susto o muerte.

El contexto previo tampoco arroja mucha luz a la situación, aunque algo explica. La escuela de música, de competencia municipal, se inauguró en 1972 de la mano de un músico valenciano: Manuel Rodríguez Sales. La música creció, se extendió y creó una comunidad que traspasó fronteras, con una banda municipal de reconocido prestigio. En 2013, el Ayuntamiento, en manos del PP, pidió a la Comunidad que le concediera las competencias para abrir, además, un conservatorio de música de grado medio. La Administración regional, también del PP, se las concedió y así funcionó —compartiendo espacio y docentes— sin problemas hasta 2015, momento en que llegó el PSOE al Consistorio y certificó que las competencias nunca se transfirieron de forma oficial. Aunque sí de facto. “Falta un convenio regulador”, explicó la actual concejal de Cultura, Eva Martínez Borrega (Leganemos) el pasado enero, que argumentaba que las competencias pertenecían a la Administración regional. Esa era la razón que esgrimía una y otra vez el Consistorio —formado en 2019 por los socialistas y Leganemos— a los padres que llevan un año quejándose de que no se sustituyan a los profesores que se cogían una baja por enfermedad o maternal. ¿Quién debe pagar esos contratos? ¿El Ayuntamiento? ¿La Comunidad?

Sea como fuere, poco a poco unos profesores se han ido sumando a otros, y, en total, hay seis de baja —el de viola, de trompeta, de piano de conservatorio, de fagot, de contrabajo o de idioma aplicado al canto— y 200 alumnos, con la matrícula pagada, sin poder completar el curso. Alguno, de hecho, sin empezarlo.

En definitiva, el Ayuntamiento traslada las culpas de una situación enrocada a la Comunidad y esta argumenta que tan solo debe pedir un informe de inexistencia de duplicidades a la Consejería de Hacienda y, entonces, no habrá problema. “Nos reunimos en noviembre y les dijimos cuáles eran los pasos, pero todavía estamos esperando a que los den”, explica la Consejería de Educación.

Eva Martínez Borrega, por su parte, no se ha puesto al teléfono durante toda esta semana.

El bloqueo en el Consistorio ya es evidente y la tensión ha ido in crecendo hasta el punto de que tanto padres como los demás partidos políticos han pedido el cese o la renuncia de la concejal de Cultura, que cuando estaba en la oposición abanderaba la lucha por un conservatorio digno.

La urna nada más terminar la votación.

“Hemos decidido hacer este referéndum porque no queremos mentir y prometer una cosa que no sabemos si podemos cumplir”, razonó Martínez Borrega un día antes de celebrarse la consulta en una asamblea organizaba en el salón de actos del conservatorio, con unas 150 personas. Estaba sentada en una mesa de plástico, escoltada por un asesor y el alcalde, Santiago Llorente.

“¿Qué voy a hacer el año que viene?”, le inquirió una alumna de viola al regidor. “No lo sé”, se disculpó él, que defendió la idoneidad de la consulta, cuyo resultado no era vinculante.

Los padres salieron de la asamblea horrorizados. Hubo subidas de tono, lloros y súplicas. Y anticiparon lo que iba a pasar al día siguiente: “No vamos a votar. Esto no se soluciona así”. Pero nada hizo dudar a Llorente, que además de alcalde es el padre de dos alumnos de la escuela de música. Por ahora, eso sí, con profesor.

Como alcalde, el jueves no asistió al referéndum a defenderlo.

Como padre, tampoco votó.


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Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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