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Haciendo memoria, haciendo camino

La Orquesta Sinfónica de Galicia transmite en directo su concierto sin público celebrado en el Coliseum de A Coruña

Ensayo de la Orquesta Sinfónica de Galicia para el concierto de este viernes, en una imagen cedida.
Ensayo de la Orquesta Sinfónica de Galicia para el concierto de este viernes, en una imagen cedida.Orquesta Sinfónica de Galicia

Tras suspender la transmisión del concierto de la semana pasada “por problemas técnicos”, la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) ha transmitido este viernes su concierto de esta semana desde su nueva sede del Coliseum de A Coruña. Bajo la dirección de Alexander Liebreich y con la colaboración como solista de Vivienne Hager, la orquesta gallega ha interpretado el Concierto para violín y orquesta, “a la memoria de un ángel”, de Alban Berg, y la Sinfonía nº 1 en si bemol mayor, “Primavera”, op. 38 de Robert Schumann.

Un concierto en viernes y en directo, que a muchos les habrá hecho sentir nostalgia de tantos vividos en el Palacio de la Ópera y el deseo de una pronta vuelta a las viejas costumbres. Desde minutos antes del concierto se pudo ver y oír la llegada de los músicos al escenario y sus ejercicios de calentamiento y repaso de las obras a tocar. Nada más atractivo que poder escuchar ese bendito batiburrillo sonoro que a algunos les resulta cacofónico pero que al buen melómano le dice “y ahora, el oboe dará la nota la, afinarán, sonará el aplauso de bienvenida a director y solista y comenzará el concierto”.

Todo ello se dio en orden en el del viernes, incluso el aplauso de bienvenida. Salvo por el volumen sonoro, claro, pues solo pudieron hacerlo los profesores de la Sinfónica. Lo que transmitido en streaming desde la infinitud del inmenso recinto del Coliseum proporciona una cierta sensación de tristeza.

Pero tras los aplausos, el melómano ajusta el volumen de su reproductor y se acomoda en su hábitat retrepándose en su sillón habitual. O adelanta su tronco como en su butaca de la sala de conciertos cuando escucha algo que le conmueve. Como sucedería a los cientos de espectadores conectados al canal YouTube de la Orquesta Sinfónica de Galicia cuando comenzó la serie sobre la que Alban Berg construyó ese impresionante edificio que es su Concierto a la memoria de un ángel.

El violín de Vivienne Hager se encaramó sobre las notas del arpa de Celine Landelle y, una vez más, se produjo el sortilegio. Aquel que sonó por primera vez el 19 de abril de 1939 en el Palau de la Música Catalana, con Louis Krasner como solista y la Orquesta Pau Casals dirigida por Hermann Scherchen.

Berg escribió su concierto en memoria de Manon Gropius. Esta fue hija del arquitecto Walter Gropius y su esposa Alma -nacida Schindler y casada en primeras nupcias con Gustav Mahler-. Manon, a quien Berg quería como a una hija, murió a los 18 años víctima de la poliomielitis y cuando Berg recibió el encargo de un concierto de violín pensó inmediatamente en dedicárselo..

El concierto, un homenaje sonoro tan íntimo como público, tiene unas características que hacen que impresione honda y dolorosamente a quien, simplemente, se deja impregnar con su escucha. La disposición de la serie en tríadas, sus cuatro notas finales tomadas del coral de Bach Es ist Genug! (¡Es suficiente!) y la idónea integración de técnicas tonales y dodecafónicas llegan muy adentro de la sensibilidad.

Hager conmovió desde estas primeras notas. Además de superar con esa aparente facilidad de los grandes las exigencias de mecanismo que en su momento hicieron dudar a Krasner, su versión tuvo hondura y mucho sentimiento. Su registro grave sonó con calidez en los momentos del primer movimiento más representativos del carácter de Manon.

Pero también tuvo dolor y aun aspereza en el Allegro del segundo movimiento, que se unieron a la penetración de sus agudos, afilados como una daga, y toda la serenidad posible en el Adagio final, como un canto de esperanza en el Más Allá. La Sinfónica, dirigida por Liebreich, estuvo a la gran altura mostrada por Hager y el balance final del Concierto para violín fue el de una gran versión que recordarán por mucho tiempo los aficionados que siguieron el evento por Internet.

La Sinfonía Primavera de Schumann tuvo una lectura más que correcta por Liebreich. La adecuada solemnidad de la introducción se tornó animado dinamismo en el Allegro antes del tranquilo sentimiento del Allegretto. El director imprimió al Scherzo un carácter adecuadamente ligero que se acentuó en el primer Trío. Esta buena disposición rítmica se multiplicó con la variación de tempi del Allegro animato e grazioso final, cuya expresión cambiante enriqueció una buena versión del director alemán y la Sinfónica.

El viernes próximo vuelve la OSG con su titular, Dima Slobodeniouk, y su contrabajo solista Risto Vuelanne, que estrenará el Concierto para contrabajo y orquesta del finlandés Jukka Linkola. La segunda obra será la Sinfonía en do mayor, “La grande”, de Franz Schubert.

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