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Un ‘tardeo’ con Almeida y los vecinos espontáneos de Carabanchel: “Alcalde, ¿no se pueden quitar los árboles?”

El PP trata de acercar al alcalde de Madrid a los barrios con mítines pequeños en distintos puntos de Madrid durante la campaña electoral

El concejal del distrito de Carabanchel, Álvaro González, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y Carlos Izquierdo, consejero de la Comunidad de Madrid.Foto: M. V. | Vídeo: EUROPA PRESS
Manuel Viejo

Los nuevos actos del PP en campaña electoral son muy improvisados. Tanto, que casi todas las sillas del evento tienen una etiqueta blanca con el nombre y el cargo del supuesto vecino invitado: presidentes de clubes de barrio, empresarios, afiliados. Hasta concejales del PP del Ayuntamiento de Madrid. Conviene asegurarse de la asistencia antes de la presencia espontánea. Conviene también saludar con insistencia cuando el evento está a punto de empezar:

—¡Luismi, Luismi!

Don Manuel, un señor de 81 años, sonriente, con alguna dificultad para escuchar, se levanta de la silla de la terraza. Ha venido 30 minutos antes de que el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, visite este rinconcito primaveral con sombras del bar El Greco, en Carabanchel, el lugar escogido por el partido para estrenar sus “tardeos” con los vecinos. Una nueva modalidad mitinera con la que los dirigentes de la campaña popular pretenden acercar al alcalde a los 21 distritos de la capital a pocas semanas de las elecciones. O dicho de otra manera: el lugar donde muchos afiliados del PP de Carabanchel han sido citados para escuchar de cerca al hombre que volverá a liderar las listas de su partido en las elecciones de mayo. Don Manuel, el jubilado, hacía tiempo que no veía a un vecino que conocía del barrio, es un hombre repeinado, de mediana edad, que también ha venido al evento —en teoría es espontáneo– para ver al alcalde. Insiste:

—¡Te veo más gordo, Luismi!

Don Manuel, con la pulsera de España en la muñeca, es del PP desde 1992, no antes. “De Aznar, concretamente”, apunta con seriedad. Dice que ha sido condecorado por el rey de Marruecos. Don Manuel es Manuel Palomo Romero, un ilustre del barrio y de Alhucemas, Marruecos:

—Toma, mi tarjeta.

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Efectivamente, es así. Don Manuel tiene muy buenas sensaciones con Almeida: “Es un chico que sabe trabajar, es majo”.

—¿Ha hecho mucho en el barrio?

— Lo que puede.

— ¿Y Ayuso?

— Ayuso es una buenísima persona.

El buenismo se ha instalado sigilosamente en el Madrid de don Manuel. El alcalde, mientras tanto, está de paseo por el barrio: llegará con 20 minutos de retraso. Necesita captar votos. Aquí el PP alcanzó en 2019 solo el 20% de los sufragios. Es un feudo tradicionalmente socialista. Don Manuel dice también que un día coincidió en un viaje de AVE con Mariano Rajoy camino de Zaragoza. Allí le explicó que tenía una empresa de materiales hidráulicos, que había llegado a un acuerdo con otra empresa francesa para venderla. Rajoy, por lo visto muy sorprendido, le dijo:

—¿Y dejas a gente en el paro?

Don Manuel dijo que no, que todos seguirían con el mismo sueldo. “Eso me encanta”, respondió Rajoy.

Ya sí, llega Almeida a los “tardeos” de Almeida, recibido con muchos aplausos de vecinos espontáneos, que se asoman a la terraza con la curiosidad del vecino que quiere saber qué narices está pasando en este rinconcito de su barrio. El alcalde toma el micrófono. “Hoy, cuando paseaba por aquí, muchos vecinos nos decían cosas que están bien y mal en el barrio”, dice. Un vecino espontáneo —al menos por lo que dice– vocifera desde la otra acera de la calle:

—¡Sanidad pública!

Almeida hace oídos sordos. Cuenta, sentado en un taburete de madera, junto al consejero de la Comunidad de Madrid Carlos Izquierdo, y al concejal del distrito, Álvaro González, que ha venido a escuchar. Una señora toma entonces la palabra. El alcalde entiende que está un poco nerviosa: “¡Lánzate!”. Se lanza. Otro espontáneo de la calle —hay bastantes espontáneos fuera del evento de los que en teoría son espontáneos— que exclama:

—¡Que te vote Txapote!

Hay espontáneos que hablan fuera de contexto. La señora le dice al alcalde: “¿Por qué cuando paso por debajo del puente (uno que está en el barrio) con el coche me ponen multas?”. Almeida sale con buen pie. “Porque es usted residente y esta era una zona con mucha contaminación. Ahora hemos logrado que la plaza Elíptica cumpla con la normativa”.

Otra señora, algo molesta, toma la palabra: “Una apreciación. Soy residente y me han puesto una multa”. Almeida responde: “¿Es un vehículo sin etiqueta?”. La señora, en teoría espontánea, porque todo es supuestamente espontáneo, dice que sí. Y Almeida explica que ese es el motivo, que tiene un coche sin etiqueta medioambiental.

Ahora, un señor, de mediana edad, agarra el micrófono. Va con todo: “Buenas tardes, alcalde. El tema del arbolado está haciendo que se destruyan las aceras. ¿No se podrían quitar los árboles?”. Hay preguntas espontáneas que rozan la más absoluta espontaneidad. Almeida explica que solo se quitan aquellos árboles que dificultan la accesibilidad de los vecinos. “Hay mucha polémica con esto”, explica Almeida. “Manuela Carmena autorizó la tala de 42.000 árboles en cuatro años y nosotros un 33% menos”. El alcalde aprovecha las preguntas espontáneas para pedir también el voto de una forma sigilosamente espontánea. La realidad es que, según datos municipales, la capital de España ha pasado de 400.739 árboles en 2019, a 322.323 en 2023, un descenso del 20% en solo tres años.

De pronto, un vecino, algo molesto, pregunta: “Buenas tardes, ¿por qué están tan mal todas las aceras del barrio. ¡Pero todas!”. El presidente del distrito y concejal, Álvaro González, sentado al lado del alcalde, se pone algo nervioso. En teoría esto era un evento de vecinos espontáneos que son votantes del PP, pero siempre hay infiltrados. González se acerca al oído de Almeida. Le viene a decir que esto no es exactamente así. “Con las listas del PP a medio hacer, está la cosa como para estas críticas”, pensaría. Almeida explica entonces que se ha hecho un trabajo en el barrio en este sentido, pero no suficiente. “Tomamos nota”, le dice al vecino.

El tardeo está a punto de terminar. Don Manuel, el vecino de 80 años que habló con Rajoy en un AVE, también habla. “Buenas tardes, esta calle antes tenía tres carriles, ahora tiene dos y los ruidos son enormes. Se aumenta la velocidad, el polvo va a las casas. ¿Por qué no hacen aparcamientos subterráneos?”. Almeida, atento, dice: “¿En qué zona?”.

–Al lado de la iglesia.

Y Almeida dice: “Vale, vale. El concejal toma nota”.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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