Vuelve el voto emigrante a Galicia: “Sentí un fastidio muy grande con el sufragio rogado”
Casi un quinto del censo de las elecciones autonómicas vive en el extranjero. Hay expectación por saber cuánto crecerá la participación tras la supresión de las trabas burócraticas que estuvieron vigentes desde 2011
Josefa Silva Castro nació en Fisterra (A Coruña) en 1947 y a los 10 años se embarcó rumbo a Buenos Aires, donde la esperaban una tía y su hermana mayor. Castro estudió, trabajó y formó una familia a este lado del Atlántico mientras en la otra orilla quedaban sus padres y siete de sus hermanos. Esta maestra jubilada es hoy una de las 152.912 personas gallegas habilitadas para votar en las elecciones autonómicas del 18 de febrero desde Argentina. Muy comprometida con la política de su tierra natal, Castro ha votado ya por correo, al igual que sus hijos, y hace campaña para que otros sigan su ejemplo desde la localidad patagónica de San Julián.
El voto emigrante representa el 17,7% del censo, con un total de 476.515 votantes, y un tercio de ellos reside en Argentina, según el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA). Los números de este país sudamericano son muy superiores a los de Cuba (45.672) y Brasil (45.391), segundo y tercero en el ranking.
Ningún candidato ha viajado en campaña a Argentina, pero los partidos sí han buscado movilizar a los votantes a través de internet y de actividades en las asociaciones gallegas de Argentina. Tras la supresión del voto rogado que estuvo vigente desde 2011, se espera un aumento de la participación que puede ser decisivo en unas elecciones que se anticipan muy reñidas.
El antecedente más cercano fueron las generales del año pasado, en las que votó más del 10% del censo, casi cuatro puntos por arriba que en 2019. Sin embargo, esta vez hay dos factores que juegan en contra: la votación en el exterior coincide con el puente largo de Carnaval en medio de las vacaciones del verano austral y, además, hay emigrantes que aún se muestran enojados por los 11 años en los que tuvieron que atravesar un infierno burocrático si querían ejercer su derecho a voto. “Yo nací en Finisterre, en la misma casa que mis hermanas. ¿Por qué un día me dijeron que ya no podía ir y votar sin más?”, critica Castro. “Sentí un fastidio muy grande con el voto rogado, como muchos. Hay gente que ahora quiere votar de nuevo, pero hay gente que quedó enojada y es un trabajo convencerlos de que cada voto vale y es importante. Con el voto rogado no se dieron cuenta de que aquel que emigra, aunque eche raíces, no deja de pensar en su tierra”, agrega.
“La comunidad gallega es una comunidad muy activa y reconocida por la sociedad porteña y bonaerense”, afirma el cónsul general de España en Buenos Aires, Fernando García Casas. “El 49% de los españoles residentes en Argentina son gallegos”, destaca.
El número de gallegos que emigraron a este país sudamericano entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX fue tan elevado que aún hoy a cualquier español se le llama “gallego” de forma coloquial, sin importar su origen. Fundaron asociaciones, escuelas y hospitales para la comunidad y mantuvieron vivas sus tradiciones sin dejar de integrarse a la vez en el país de acogida. Argentina era entonces un país próspero y lo seguía siendo —aunque ya menos— durante las primeras décadas de la posguerra española, las últimas en las que recibió una inmigración masiva.
A día de hoy, solo el 30% de los gallegos residentes en Argentina nació en Galicia. El otro 70% nació en el país sudamericano, pero ha heredado la nacionalidad de sus padres o de sus abuelos, y la cifra crecerá aún más a medida que se aprueben las nuevas ciudadanías obtenidas gracias a la Ley de Memoria Democrática. María Inmaculada del Pilar Díaz integra el primer grupo; su hija, el segundo. Díaz nació en A Coruña en 1958 y tenía cuatro años cuando sus padres tomaron la decisión de emigrar hacia Buenos Aires. “Llegamos en 1962. En nuestro caso fue un exilio económico y durante años mis padres enviaron remesas a España por la situación económica de nuestra familia en la posguerra. Hoy esto se ha dado vuelta y son nuestros hijos y nietos quienes emigran hacia España”, señala Díaz. Pone como ejemplo a su hija, médica de profesión, quien vive y trabaja en Alemania.
El flujo migratorio no se ha detenido, sino que ahora va en dirección contraria. Para muchos descendientes de gallegos, el interés de conservar las raíces es tanto cultural como económico. Tener la doble ciudadanía argentina y española les permite emigrar y trabajar en Europa.
“Los nuevos emigrantes suelen ser personas jóvenes, profesionales, universitarios, que están buscando un mejor trabajo y mejor calidad de vida”, señala Díaz. Tino Míguez, gallego de 26 años y residente en Argentina desde hace poco más de un mes, ejemplifica ese nuevo perfil. Míguez ha vivido ya antes en el extranjero —en Eslovaquia y Estados Unidos— y tiene previsto residir en el país sudamericano el año de duración de su beca. Además, en su breve estadía no ha tenido por ahora contacto con otros gallegos.
Contrastes
El perfil de este joven profesional contrasta con el de quienes llegaron décadas atrás, cuando partían desde Galicia con una formación escasa, la idea de no volver y casi siempre eran recibidos en su nuevo hogar por familiares o vecinos del pueblo que habían dejado atrás.
Con independencia de su tiempo de residencia en el exterior, Galicia vuelve a abrir los brazos a esos votantes emigrantes. Podrán emitir su voto por correo hasta el 16 de febrero o concurrir a la embajada en Buenos Aires o a alguno de los centros consulares repartidos por Argentina entre el 10 y el 15 de febrero. “Tenemos que participar. Vota a quien quieras, pero vota porque es importante para que nos tengan en cuenta y no se olviden más de nosotros”, ruega Castro.
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