El auge de Vox en el pueblo con más migrantes de Extremadura: “No podemos seguir manteniendo a África entera”
Los vecinos de Talayuela han ido aumentando el voto a los ultras. Los residentes que se decantan por Abascal cargan contra las “ayudas” a los extranjeros, cuyo porcentaje de población es del 24%, atraídos por el trabajo en el campo


Hace unos días que ha terminado la recogida del pimiento. También su proceso posterior de ahumado, que en las tierras de Cáceres próximas a la sierra de Gredos alumbra el pimentón con denominación de origen de la Vera, el conocido como “oro rojo” extremeño. En una de las fincas, tras cruzar el río Tiétar, el capataz Felipe González, de 61 años, apura este jueves la faena en el secadero. “No lo toques, que pica muchísimo”, advierte el hombre entre las bolsas listas para ser despachadas. Es un señor de metro sesenta, con piel y manos curtidas por el trabajo en el campo y tremenda verborrea. González se sabe al dedillo todos los pactos de La Moncloa “los enemigos” de España, que el exministro socialista José Luis Ábalos conserva su escaño tras ser encarcelado provisionalmente, que la esposa del presidente del Gobierno está imputada y que Pedro Sánchez acaba de reunirse con el primer ministro de Marruecos, Aziz Akhannouch, en Madrid.
“Pedrito [Pedro Sánchez] no es capaz de enfrentarse a él, van a seguir viniendo los ilegales. No podemos seguir manteniendo a África entera", sentencia el agricultor, quien asegura que en el pasado votó a su “tocayo” en el PSOE, Felipe González, y luego a José Luis Rodríguez Zapatero. Pero ya adelanta que en las próximas elecciones autonómicas de Extremadura, el próximo 21 de diciembre, se decantará por Vox. “Es el único que quiere hacer algo por España”, proclama.
González suele leer y ver las noticias en la caseta de la finca donde trabaja. Uno de sus empleados primordiales es Mimou Kauduri, de 46 años y con tres hijos, que llegó en 2002 desde Marruecos. “Si no trabajo, no como, no tengo ayudas”, apercibe de primeras junto al tractor. El terreno se encuentra a escasos kilómetros de Talayuela (Cáceres), de 7.300 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y 9.200 en cifras del Ayuntamiento, donde viven ambos. El término municipal de Talayuela es el centro neurálgico de la producción de tabaco de España, y en sus tierras se explotan también otros cultivos como el pimiento y el arándano. “Aquí no falta dinero ni trabajo”, coinciden empresarios de la zona. Talayuela es, además, el pueblo de Extremadura con mayor porcentaje de población migrante: un 24,4% —según datos de la Junta— frente al 4,1% del dato autonómico. Otros pueblos cercanos, como Toril, superan también el 20%. Unos números relacionados con sectores productivos concretos, principalmente de la agricultura.
Los censados de origen extranjero son en su mayoría naturales del Magreb y comenzaron a asentarse en Talayuela a principios de los años noventa, principalmente porque los españoles no estaban dispuestos a trabajar el campo bajo el sueldo que se pagaba. El tabaco y otras explotaciones se habían instaurado gracias a unas condiciones climáticas favorables, pues se trata de una de las zonas más lluviosas de España. Hoy, los migrantes gestionan la mitad de tiendas y bares de Talayuela, además de la continuidad en la actividad agrícola. Por sus calles es tan frecuente ver a una mujer con velo como sin él. Se construyó una mezquita y muchos ya son abuelos cuyos nietos van a la escuela en una localidad que se encuentra entre las de edad media más joven de Extremadura. Algunos ya tienen 18 años. Y podrán votar por primera vez el 21-D.
González frecuenta el bar Mirasierra, junto a la gasolinera del pueblo, a pocos metros de la avenida Hispanidad, plagada de banderas de España. En el Ayuntamiento gobierna una coalición de PP y Vox tras desbancar al PSOE en las elecciones locales del 28 de mayo de 2023. Aquel 28-M también se celebraron comicios autonómicos: la formación de Santiago Abascal consiguió un 12,26% de los sufragios de Talayuela cuando en la Asamblea extremeña la media fue del 8,12%. Aquellas urnas hicieron presidenta a la popular María Guardiola tras un pacto de gobierno con Vox. Talayuela se había colocado ya entre los de mayor porcentaje de voto a la ultraderecha de todo el país años antes, en los comicios generales de noviembre de 2019.

Pero los testimonios de los consultados anticipan que irá a más en dos semanas, cuando el CIS extremeño augura que Guardiola vencerá en Extremadura, aunque sin mayoría absoluta. Por lo que volvería a necesitar a los ultras. La duda es cuán fuerte pueda estar Vox tras meses de subida en los sondeos. El adelanto electoral propiciado por la presidenta extremeña será precisamente la primera prueba de fuego de la pugna de PP y Vox, después de que los populares hayan intentado arrebatar a los ultras banderas de las que se habían apropiado, como la lucha contra la inmigración o la reivindicación agrícola frente a la Agenda 2030, así como el endurecimiento paulatino del tono para concitar el voto antisanchista.
En el bar Mirasierra, todo ese cóctel lo agitan González y el resto de clientes. La mayor parte son hombres de todas las edades que en la tarde de este jueves visionan el partido de Copa que enfrentó al Extremadura y al Sevilla horas antes del inicio de campaña extremeña. Entre las críticas hacia los inmigrantes por “vivir de las ayudas” —sin aportar datos concretos—, hay quien también hace comentarios sexualizadores sobre las mujeres. “¡Toda Talayuela vamos a votar a Vox. Tenemos de presidente a la persona más mentirosa del mundo!”, grita de repente uno uno de los de mayor edad. “El PP es el gris. Igual Abascal sale y nos engaña a todos, pero hay que arriesgar por un cambio”, añade Jonathan García, forestal de 39 años. “Vienen los inmigrantes y se le dan más ayudas a que a los de aquí”, apunta Rocío Cano, de 18 años, embarazada y desempleada, que se declara en contra del aborto.

Nadie en el bar conoce el nombre del candidato extremeño de Vox, Óscar Fernández. Vox ha planteado una campaña tan nacional que incluso los carteles llevan desde este viernes el rostro de Abascal, que hace ya días pisa continuamente Extremadura. Mucho más que Feijóo y Sánchez. Y que se presentó por sorpresa en el bar Mirasierra de Talayuela el pasado 21 de noviembre, adonde acudieron numerosos vecinos, varios jóvenes veinteañeros —incluidas chicas—, para tomarse una foto con el dirigente ultra. “No ha habido un solo extremeño que me haya insultado por la calle. En Talayuela me pegaron unas voces cuatro moros”, afirmó Abascal este miércoles en un mitin en Badajoz sobre un incidente ocurrido a las puertas del bar Mirasierra.
Pese a alguna queja puntual, la mayoría de consultados en Talayuela niega problemas de seguridad o convivencia con las personas de origen extranjero en su pueblo. Aunque acto seguido acusan de robos y agresiones a los inmigrantes en ciudades como Barcelona o Madrid. González opina de la misma manera. También el dueño del pimiento que cultiva: Felipe Bravo, de 68 años. “Este es un pueblo atípico, aquí no hay problemas, como pasa en otros sitios. Esto no es Torre Pacheco”, indica Bravo. El Consistorio, pese a estar integrado por Vox, facilita instalaciones públicas para las celebraciones islámicas, a diferencia de lo que ocurrió en Jumilla. También ofrece cursos de castellano y asesoramiento para trámites burocráticos. Muchas de las circulares que cuelgan del Ayuntamiento están escritas en árabe. “No hay problemas, pero los inmigrantes no se mezclan, ellos van por su lado”, agrega Bravo.
Ambas apreciaciones se repiten mucho en Talayuela. En el bar Jardín, regentado por un migrante, casi todos los clientes son de origen extranjero, a diferencia del Mirasierra. Sin embargo, las circunstancias están cambiando con las nuevas generaciones, que interaccionan entre sí. Como el caso de Aymen Bouamiech, electricista de 24 años, que no distingue entre unos amigos y otros. Otra de las cuestiones que reiteran en Talayuela es ensalzar a quienes llegaron hace años a su pueblo “para trabajar” “de forma legal”. Pero cargar al mismo tiempo contra los “ilegales” que vienen ahora solo por “las ayudas”. “Da pena, pero no es culpa del Estado. Vox lo que quiere es echar a los sin papeles”, cuenta Mohamed Rahmani, de 22 años que llegó con seis meses a España y es dueño junto a su familia del bar Jardín.
Otros vecinos acusan a los inmigrantes llegados ahora de “ninis” y de estar deambulando por la calle y “trapicheando con droga”. Una afirmación que replican incluso migrantes de segunda y tercera generación en privado, que atacan a los nuevos inmigrantes por supuestos problemas de inseguridad. Otros no están de acuerdo. “En un grupo de 20 personas, si una es mala, pues todos somos malos. No se trata de inmigrantes, sino de personas”, explica uno de los chicos cuyos padres llegaron de Marruecos, que apunta a las redes sociales como culpables de “amplificar” los mensajes de odio. Y que votará al PP porque a Guardiola “no le ha dado tiempo para que Extremadura avance”.

El empresario Bravo explota el pimiento que cultiva González con otra veintena de trabajadores y gestiona además el gran campo de golf de Talayuela, desde donde se divisan las montañas de Gredos, entre los pinares del Tiétar. Bravo se queja de nuevas restricciones de Bruselas al proceso de ahumado del pimiento. Él también votará al PP en las elecciones extremeñas por el “voto útil”, pero la música de Vox le atrae mucho, sobre todo en lo relacionado con la inmigración.
Entre PP y Vox se debate aún otra dueña de un negocio dentro del pueblo ante el 21-D. Por la noche, la mayor parte de hombres que se ve caminando por la avenida que une el bar Jardín y el Mirasierra son de origen magrebí. “Pero es por sus costumbres, de estar mucho en la calle”, explica la mujer indecisa entre populares y ultras, autónoma, que no quiere dar su nombre y se informa a través de las redes y la única “cadena fiable”, Antena 3. Y que considera que hay que luchar contra la violencia machista. “Estamos ya cansados de tanta corrupción. Begoña sin carrera dando una cátedra y mi hija con una carrera y con un máster, en el paro, y sin posibilidad de emanciparse”, critica la mujer. Su hija quería una foto de Abascal en el bar Mirasierra durante su visita hace dos semanas. En el local, el agricultor González se termina el brandy 103 con coca-cola antes de marchar a casa. “A ver si hay suerte”, indica sobre la victoria de Vox González, apodado ‘el Boina’ por su paso por los boinas verdes.
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