El PP aprovecha la desaparición de Ciudadanos para subir a la cuarta posición y Vox resiste
El partido de Alejandro Fernández quintuplica su resultado y llega a los 15 diputados, mientras que la ultraderecha mantiene sus 11 escaños y la formación naranja certifica su debacle
La desaparición de Ciudadanos —que con poco más de 22.000 votos se queda fuera del Parlamento de Cataluña, solo seis años y medio después de ganar las elecciones— no ha impedido que las derechas crezcan en los comicios de este domingo. El PP, Vox y Ciudadanos sumaron hace tres años el 17% de los votos, un porcentaje que ahora la derecha no independentista eleva hasta el 19%. El avance de las derechas es generalizado si se incluye a Junts y a la ultraderecha de Aliança Catalana, que irrumpe en la Cámara autonómica. Los populares, con Alejandro Fernández de cabeza de lista, capitalizan la debacle del partido naranja y, tras lograr el 11% de los votos y 15 escaños, vuelven al puesto que ocupaban antes del inicio del procés independentista: la cuarta fuerza en la Cámara catalana.
Sin embargo, la euforia de haber quintuplicado el resultado de hace tres años —cuando se quedaron en tres escaños— y la satisfacción del candidato, que se ha reivindicado como un activo para el partido pese a la resistencia de Alberto Núñez Feijóo, tienen matices. Por un lado, la hazaña puede ser irrelevante si se les excluye de la aritmética de pactos, y por otro los populares no han sido capaces de restar fuerza a la ultraderecha: el PP ha logrado el sorpasso a Vox pero este partido, con casi el 8% de los votos, resiste y se mantiene en sus 11 escaños.
Tres años después de tocar fondo y capitanear una travesía en el desierto con tres diputados en el grupo mixto, el líder del PP catalán ha comparecido exultante tras conocer los resultados. “El PP ha vuelto y lo hace con más fuerza”, ha dicho, aplaudido por decenas de militantes en el hotel Grand Marina, en el puerto de Barcelona. Para Fernández el éxito es doble: ha catapultado a su formación y se ha reivindicado ante una dirección nacional que no tenía todas las certezas para proclamarlo candidato, pero que terminó haciéndolo al no tener otra opción.
Fernández subrayó que el éxito es compartido y agradeció al presidente del PP y a todo el partido “el apoyo extraordinario y la unidad”. “Este resultado es un paso de gigante para ser capaces de lograr el cambio político en España de la mano de Alberto Núñez Feijóo”, aseveró.
El líder popular se acordó también de los votantes de Ciudadanos, el partido que captó a su electorado durante el procés y que ahora se los devuelve. “Nos comprometemos a defender sus principios y valores y a seguir creciendo para reconstruir ese proyecto que les ilusionó en 2017 y que hoy indiscutiblemente representa el PP”, dijo Fernández, quien sacó pecho de ser el partido que más crece, en porcentaje y escaños. El líder popular lanzó un mensaje final a todos los partidos: “Los catalanes han finiquitado el procés en las urnas. El veredicto es inapelable, y pido que obedezcan el mandato de la sociedad catalana”.
Pese a esa subida, el PP no ha podido arañar votos de Vox. “Parece que matar a Vox no va a ser tan fácil”, ironizó Santiago Abascal. Su formación ha cedido al PP el cuarto puesto, pero lo ha hecho mejorando en unas décimas su porcentaje de votos y sumando casi 30.000 sufragios respecto a 2021.
Los dirigentes ultras no ocultaban su alivio por haber logrado que sus votantes resistieran los cantos de sirena del PP. Tampoco la irrupción de Aliança Catalana, un partido independentista con un discurso abiertamente xenófobo e islamófobo, le ha hecho mella.
Vox da por su logrado su objetivo: consolidarse en Cataluña y demostrar que la estrategia del PP de laminarle electoralmente está condenada al fracaso. “Me alegro de que haya resuelto una de sus obsesiones”, dijo Abascal cuando se le preguntó por el hecho de que su partido fuera adelantado por el PP. “Quizá la otra obsesión, la de que desaparezcamos, no la tenga tan al alcance de la mano”, añadió en la sede de Vox. Los periodistas de EL PAÍS y la SER tuvieron que esperar una hora y cuarto antes de acceder al hotel donde se celebraba la noche electoral del partido de extrema derecha, a pesar de que la Junta Electoral de Barcelona dictó el sábado sendas resoluciones en las que requería al partido para que les permitiera el acceso y le advertía de “consecuencias legales” en caso de desobediencia.
Ciudadanos, por su parte, está cerca de cerrar el círculo: la formación naranja se ha quedado sin representación en el Parlament, la única Cámara autonómica en la que seguía teniendo representación y la comunidad en la que nació como partido. La formación ha perdido los seis diputados que tenía y ha cosechado incluso menos votos que el partido animalista Pacma.
Pese a la debacle, el candidato de CS, Carlos Carrizosa, trató de mantener viva la llama: “Ciudadanos se va a volver a presentar a las próximas elecciones catalanas”, dijo. Según sus cálculos, esos comicios serán pronto, porque la aritmética del nuevo Parlament, señaló, invita a una repetición electoral. “Hemos sido el fusible del procés. Puede que nos hayamos chamuscado, pero cambiaremos el fusible y volveremos a funcionar”, auguró.
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