Un experto confirma a la jueza de la dana que la alerta de la Generalitat fue “tardía y confusa”
El perito, especialista en gestión de riesgos naturales, sostiene en el juzgado que el desbordamiento del barranco del Poyo, detonante de la tragedia, era previsible y hubo margen para desalojar a los ciudadanos de las zonas inundables


La alerta a los teléfonos móviles que la Generalitat Valenciana envió el pasado 29 de octubre para avisar a la población de la mayor tragedia que ha asolado Valencia –la dana que dejó 228 muertos y un reguero de destrucción- fue “tardía” y “confusa”. Alberto Martínez, ingeniero geólogo y experto en gestión de riesgos naturales, ha defendido este martes esta tesis ante la jueza de Catarroja (Valencia) que investiga penalmente la riada, Nuria Ruiz Tobarra, según la declaración a la que ha tenido acceso EL PAÍS.
Durante su comparecencia como perito ante la magistrada, Martínez se ha referido al mensaje que el Ejecutivo valenciano envió a los teléfonos a las 20.11 horas del 29 de octubre, cuando ya había decenas de personas fallecidas, desaparecidas y atrapadas en plantas bajas y garajes. A su juicio, la alerta masiva a móviles debería haberse remitido tras la activación del aviso rojo, que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lanzó a las 7.36 horas de la mañana del día de la gota fría.
Martínez ha afirmado que en la riada de Valencia de 1957, que dejó 81 fallecidos, “hubo pocas víctimas” porque las autoridades -según él- comunicaron el riesgo a los ayuntamientos y estos dictaron bandos y reportaron a otros municipios. “En el 82 se evacuaron a 100.000 personas con radio, megáfono y campanas”, ha explicado en alusión a la pantanada de Tous (Valencia) de ese año, que causó 40 muertos. Las citadas recomendaciones para avisar a la población, según el experto en catástrofes, están contempladas en los planes municipales y autonómicos de actuación contra inundaciones.
El experto cree también que el contenido de la alerta se podría haber obtenido de una biblioteca de textos que la Universidad de Alicante desarrolló a raíz de las inundaciones de la comarca alicantina de la Vega Baja de 2019 y que contempla un mensaje para cada catástrofe natural. Y ha defendido que hubo tiempo suficiente para desalojar a la población que se encontraba el día de la dana en zonas con riesgo de inundación. “Solo había que subirlas a pisos de arriba. No se trataba de desalojar al pueblo”, ha indicado. La tesis de la instructora es que, si el mensaje se hubiera enviado antes, el número de fallecidos en la tragedia de octubre habría disminuido.
Según el perito, el desbordamiento del barranco del Poyo, epicentro de la gota fría, era previsible. “Sabiendo que llovía a medio día en Chiva o Buñol, un ingeniero geólogo no tendría mucha dificultad en saber que toda esa agua iba a producir el desbordamiento”, ha afirmado. Y ha destacado que el citado barranco está catalogado “como zona de riesgo significativo de inundación” por lluvias torrenciales. “Según los modelos predictivos, a disposición de todo el mundo, iba a llover mucho y parecía que iba a ser un evento histórico”, ha reconocido.
En su detallada exposición, Martínez ha indicado a la magistrada que la información a la que él tuvo acceso los días previos a la gran inundación procedía de foros abiertos de expertos como el portal Meteored que podía consultar “cualquier administración”. Y se ha mostrado muy crítico al relatar la cadena de anomalías que fraguó en la tragedia. “Se ha fallado en planificación urbana, se ha construido en zonas inundables [...]. Se tuvieron que suspender las clases y, tras los avisos rojos, enviar a los trabajadores a casa”, ha relatado.
El especialista ha respondido al abogado de la exconsejera de Justicia e Interior de la Generalitat imputada en la dana, Salomé Pradas. El geólogo ha admitido al letrado Eduardo de Urbano, exmagistrado de la Audiencia Provincial de Madrid, que las obras del nuevo cauce del río Turia han evitado muertes. “No ha llovido tanto como en la riada de 1957 [...]. Las obras no nos van a salva siempre. El cauce del Turia ha hecho una barrera y ha desviado el agua desbordada de los barrancos del Poyo y la Saleta”, ha declarado.
Como experto en gestión de catástrofes naturales, Martínez ha explicado a la magistrada que la dana del pasado 29 de octubre “se pudo evitar” si la alerta a móviles se hubiera enviado con suficiente antelación y se hubiera educado a los ciudadanos que viven en zonas inundables.
El geólogo ha relatado que los días previos a la inundación comenzó a preocuparse tras conocer una previsión de lluvias torrenciales de hasta 300 litros por metro cuadrado. “En el mapa apareció una enorme mancha rosa. Nunca había visto este color”, ha indicado. Como trabajador de un Instituto de Educación Secundaria (IES) de Aldaya (Valencia, 32.204 habitantes), un municipio situado en una zona inundable donde la dana dejó seis muertos, Martínez ha reconstruido para la jueza Ruiz Tobarra cómo vivió la aciaga jornada. Ha explicado que la mañana de la catástrofe faltaron alumnos al instituto y salió del centro a las 14.00 horas. “No se suspendieron las clases”, ha lamentado. “No hace falta ir a Harvard para saber que la lluvia peligrosa es la que viene de las montañas”.
Cuando llegó a casa tras el trabajo, a las 14.40 horas, el ingeniero geólogo descubrió por la televisión pública À Punt la incomunicación de Tous, que un repartidor de Mercadona había sido rescatado, que coches navegaban por las calles empujados por las rabiosas aguas. Y también se percató de que en poblaciones como Catadau la tromba había descargado hasta 180 litros por metro cuadrado. “Una barbaridad” a ojos de este especialista.
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