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Monty Peiró, música: “¿Por qué se supone que la mujer es buena en los coros vocales y el hombre, en los solos instrumentales?”

La antropóloga, psicóloga y música valenciana traza en un libro una panorámica de la problemática femenina en el mundo del pop y del rock.

Monty Peiró.
Monty Peiró.Marcos Baño

Se ha hablado mucho sobre los prejuicios, los estereotipos y los sesgos de género que condicionan el papel de las mujeres en el ámbito de las músicas populares, pero seguramente nadie lo ha hecho con el conocimiento de causa de Monty Peiró (València, 1981). Ella es música, psicóloga, antropóloga y también periodista: lleva años documentando el trabajo de vocalistas e instrumentistas valencianas en Pioneres, su sección dentro del espacio radiofónico Territori Sonor, en la radio de À Punt, la cadena autonómica valenciana, y lo ha vivido todo, absolutamente todo, de primera mano, porque además ha tocado tanto con sus propios proyectos – grupos como Sweet Little Sister o The Sheenas– como en los de otros – bandas de verbenas populares, entre ellos –, y también ha trabajado en labores de producción de directo para otros artistas.

Toda esa experiencia la ha volcado en el libro El diablo vino a mí. Género, drogas y rock and roll (Saigón Editorial, 2024), un esclarecedor y necesario ensayo musical, que en un principio pensaba titular de otro modo, también francamente explícito: Coros y solos. “Es una idea que he preferido guardarme para más adelante: ¿por qué se supone que las mujeres son buenas haciendo los coros vocales y los hombres son buenos haciendo los solos instrumentales? Los primeros están ahí para arropar a la voz principal, y los segundos están más pensados para el lucimiento personal, porque ambos son los roles que hemos ejercido a lo largo de la historia”. Me lo explica al hilo de 228 páginas que culminan un trabajo de dos años, y que responde también a una necesidad de explicar didácticamente un cúmulo de situaciones a los que muchísimas mujeres se han enfrentado en el mundo de la música. “He leído a muchas musicólogas, y aunque sus teorías me interesan, veía que les faltaba carretera, y también he leído a muchas músicas a quienes lo que les faltaba es ciencia social para extrapolarlo de una manera más general”, afirma desde la humildad de quien se considera una recién llegada al ámbito de la ensayística pop, aunque de su escritura no se deduzca, ni mucho menos.

¿Deben las mujeres explotar su sexualidad o cohibirla? ¿Pueden aspirar a reflejar los ideales de rebeldía con la misma soltura que los hombres? ¿Se las mide por el mismo rasero? Monty Peiró, quien empezó en esto con referentes masculinos como “Skid Row, Motörhead y Mötley Crüe”, ya que los femeninos precisamente no abundaban , y que ha recurrido a cientos de entrevistas y decenas de libros de referencia y también a un esencial sentido del humor, muestra cierto cansancio: “Es horrible, no hay naturalidad porque hemos construido nuestra manera de estar en la música sin ella, y para cuando la estamos reivindicando, parece que si quieres comportarte en escena como lo han hecho Iggy Pop o Axl Rose, entre que está ya fuera de contexto y que parece que lo haces para ponerte la medalla de mujer rockera empoderada, es una cuestión que da muchísima pereza”, confiesa. La resignificación de adjetivos hasta ahora utilizados de forma despectiva, como Zorra, tan vigente tras el éxito de Nebulossa en el Benidorm Fest, es otro motivo de alboroto mediático: “En estos debates yo pido naturalidad: no todo tiene que ser abordado desde una perspectiva feminista, hay que dejar de sobre analizarlo todo. ¿Tengo que parecer rockera porque me van a acusar de popera, pero si me paso de sexy me estoy aprovechando de mi físico y eso enturbia la autenticidad del género?”, se pregunta.

Su libro, que cuenta con prólogo de la escritora María Bastarós refleja la experiencia de cientos de mujeres, unas de éxito (como Dover o Christina Rosenvinge), y otras no tanto, porque “no solo hay que hablar de Joan Jett o Patti Smith”, y se cierra con un capítulo dedicado al mundo de las bandas que actúan en verbenas populares, la auténtica clase media musical del país, todo un mundo aparte. “Yo me pagué la carrera trabajando en una, y te puedo decir que en dos veranos vives más que cualquier otra banda al uso, y el tema del género ahí es loquísimo”, recalca.

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