El promotor de los grafitis que han popularizado el pequeño pueblo de Fanzara se planta ante la “censura” del PP
La organización del Museo Inacabado de Arte Urbano baraja cerrar su proyecto ante la nueva ordenanza del Ayuntamiento castellonense que le permite supervisar las obras antes de ser pintadas
Justo este martes, 2 de enero, la organización del Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU) de Fanzara (Castellón) debería haber lanzado la convocatoria para ir configurando el elenco artístico de su novena edición, prevista para el verano de 2024. En lugar de eso, sus promotores han anunciado que van a tomarse “un tiempo de reflexión para valorar la continuidad” de un proyecto que ha puesto el foco nacional e internacional sobre un municipio rodeado de montañas de apenas 300 habitantes, gracias a los 160 grafitis e intervenciones de más de un centenar de artistas que alberga. Así, 2023 puede haber sido el último año del MIAU, después de que el nuevo equipo de Gobierno de la localidad, del PP, haya aprobado una ordenanza por la cual el consistorio debe supervisar las obras del proyecto antes de que sean pintadas.
La ordenanza posibilita la “censura”, según el impulsor de la iniciativa artística, Javier López. Es una medida para evitar “haya pinturas de carácter político que puedan atacar a nadie”, según el alcalde, Marc Diago. El conflicto estalló el año pasado por uno de los murales. En él, había un puño, flechas, una campesina con un pañuelo rojo rompiendo unas cadenas y una frase: “La única patria digna de este país aún sigue en cunetas”, de la canción Mi patria digna, de Toni Mejías y La Raíz. El actual equipo de gobierno lo interpreta como un “ataque”.
La nueva ordenanza, impulsada por el primero Gobierno popular en los nueve años de trayectoria del MIAU, “intenta controlar lo que se va a pintar y eso no tiene cabida en el proyecto”, según el cofundador de la iniciativa, junto con Rafa Gascó. El texto recoge en sus artículos 1 y 2 que “todas las intervenciones artísticas u obras de arte que vayan a ser pintadas serán supervisadas previamente por el Ayuntamiento”, al que se deberá entregar “un boceto de la intervención a realizar en aras de obtener la correspondiente autorización”. También, que “no podrán pintarse en ninguna fachada del municipio frases, dibujos o similares de carácter político o cualquier otra intervención que pueda herir la sensibilidad de las personas o de los distintos colectivos”. Si se pinta algún mural de contenido político, el consistorio podrá obligar a que se borre. Si el propietario de la vivienda no quiere, se podrá limpiar de todas formas, y será el propietario quien pagará los gastos de la operación. Tras aprobarse en el pleno, el texto está ahora en periodo de alegaciones.
Pero la libertad artística de quienes contribuyen a este museo de arte urbano a cielo abierto, dice Javier López, es irrenunciable. “En la filosofía del MIAU es fundamental que el artista tenga la libertad de expresarse sin ningún tipo de censura, siempre que no sean obras que falten al respeto a nadie”, añade.
Asegura López que ya en la última edición, la de 2023, se notaron las “desavenencias” con el nuevo equipo de Gobierno, elegido tras las elecciones de mayo. “No hubo el feeling que sí ha habido con otras corporaciones [socialistas desde 2011], que entendían filosóficamente el proyecto”, y desde el consistorio “se mantuvieron al margen de las actividades”.
Junto a la ordenanza, denuncian que las trabas han seguido en forma de “desalojo” de una parte importante del local social de la asociación MIAU, “un local cedido por las diferentes corporaciones que han dirigido el ayuntamiento de Fanzara desde el año 2014 hasta el año 2023″. “Esto supone una grave afección para el proyecto ya que el inmueble resulta imprescindible para la organización debido a sus múltiples usos, desde reuniones a talleres infantiles, exposiciones o custodia de material”, explican los impulsores.
El nuevo panorama entra en conflicto con los principios fundacionales del festival, y por eso Javier y sus compañeros han decidido parar y repensar. Desde la organización se ha emplazado a los vecinos a una reunión el próximo 13 de enero “para explicarles lo ocurrido y cuál es la situación”. Queda pendiente también el encuentro con el consistorio, “siempre y cuando quiera, porque de momento no ha sido así”, destaca Javier López.
Una pared privada
Según el alcalde de Fanzara, Marc Diago, fueron los propios vecinos, -asegura que políticamente “de uno y otro lado”-, los que protestaron a la Alcaldía por el mural de Elías Taño en 2023. “Al MIAU vienen visitantes, pero en Fanzara también vive gente que tiene que convivir día a día con eso”, señala. Diago afirma que sí mantuvieron reuniones formales con los impulsores del museo, a los que pidieron “modificar la frase, que solo ocupaba una cuarta parte de la superficie del mural”, pero se negaron. Como la pared pertenecía a una casa particular, el Ayuntamiento no pudo intervenir. Por eso, asegura, redactaron y aprobaron la ordenanza.
“La norma va dirigida a que no se pinten obras de carácter político. Pero de ningún tipo: si se pintara una bandera franquista tampoco me parecería bien”, añade el alcalde. “Lo que están vendiendo es que el MIAU es un proyecto social para juntar en Fanzara a todo el mundo, y a mí no me parece que esos mensajes puedan juntar”, apunta Marc Diago.
Sobre el local, el primer edil asegura que la asociación MIAU cuenta en Fanzara con tres locales: dos destinados a almacenamiento y otro, de dos plantas, utilizado como centro de visitantes. “No es que se les haya quitado nada a lo que tengan derecho, sino que el segundo piso de este último se va a destinar a vivienda social para atraer a más gente al pueblo y luchar contra la despoblación”, ha explicado. Asegura que el MIAU podrá seguir utilizando la planta baja de esta casa, además de sus otras dos ubicaciones, que se les ha ofrecido un espacio alternativo para compensar y que, “por supuesto”, la dotación presupuestaria para el festival se mantiene para 2024.
“Nos gusta el MIAU, sus obras nos parecen impresionantes y sabemos que atraen mucho turismo”, reconoce Diago, que afirma que la ordenanza intenta “evitar conflictos en el pueblo”: “No queremos herir la sensibilidad de nadie”. Pero desde el MIAU piden respetar las reglas del juego. “Esperamos que el alcalde entienda que el proyecto ha de funcionar así, desde la libertad”, concluye Javier López.
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