Pepa Salazar, la moda a través del pop y de los vestidos para ‘Motomami’ de Rosalía

Pepa Salazar (Valencia, 32 años) se fue un verano a Miami a buscarse la vida a los 17 años. La distancia le permitió todo lo contrario: decidir qué hacer a la vuelta. “No sabía si debía estudiar Derecho o Psicología, aunque también me atraía la antropología y la sociología. También pensé en apostar por el ballet, al que había dedicado mucho esfuerzo”. Sin embargo, ya había dejado caer en casa la posibilidad de estudiar moda. “Mis padres, siendo médicos, siempre me habían despertado todo tipo de curiosidades y de relaciones con la cultura. Pero, en un primer momento, me pidieron que lo pensara mejor”. Salazar se presentó con un dosier a su regreso de aquel verano de inflexión. Estaba lleno de referencias a universidades y escuelas de moda y a residencias de estudiantes en Madrid. “Apenas quedaban plazas y la única residencia disponible era de toque de queda y misa obligatoria los domingos. Yo no estoy ni bautizada, así que mi padre me preguntó si estaba dispuesta a pasar por ello. Cuando le dije que sí, comprendieron que eso de estudiar moda iba muy en serio”.

Se cumplen 10 años del triunfo de Salazar en la primera edición de la Mercedes Benz Fashion Talent. Un éxito que reeditaría al año siguiente y que dispararía una carrera cuya obra ha alcanzado su mayor cota de exposición en 2022. La diseñadora valenciana ha creado parte de la indumentaria que se viste en el Motomami World Tour Rosalía y su sonado directo de presentación en TikTok (uno de los acontecimientos más vistos en la plataforma hegemónica de la generación Z). Con un álbum que ha encandilado a la crítica, a Obama o a Wilco, la puesta en escena ha incluido nuevos estrenos de vestimenta de la diseñadora en espectáculos como los de Sevilla o Düsseldorf, además de la participación del artista valenciano Carlos Sáez en uno de los elementos más icónicos del espectáculo: sus cascos luminiscentes.

Al paso de las piezas de Salazar por la docena de conciertos por Estados Unidos y la treintena entre Latinoamérica y Europa cabría sumarle lo expuesto en los multitudinarios montajes de Aitana en Madrid y Barcelona, además de lo propio en el frenético 2022 que ha consolidado a Nathy Peluso a un lado y otro del Atlántico.

“Diseñar moda te otorga un poder, tienes la capacidad de transmitir un mensaje. Sin embargo, lo peor que te puede pasar es que interpretes esa posibilidad desde el ego. La experiencia me ha hecho cauta con el éxito. En este negocio todo son ciclos y mi autoexigencia, que es un defecto asumido, puede jugarme malas pasadas al respecto. Por eso abrazo lo ocurrido en 2022 con cierta distancia, porque vendrá otro ciclo distinto y lo que haga o lo que sea no puede depender de este tipo de eventualidades”. Salazar responde a esta entrevista por videollamada, comiendo a las cuatro de la tarde en un estudio que, por muy expuesta que haya estado su producción en los últimos meses, sigue ocupando laboralmente a dos personas. No obstante, cabe preguntarse qué ven las nuevas divas del pop español e internacional para sentirse tan cómodas con su trabajo.

Salazar tiende a crear cuerpos enteros y no piezas y su fórmula tiene un par de singularidades decisivas: que apenas hay momento previo al modelaje sobre el maniquí, todo ocurre en vivo y con el tejido dominando el resultado final, y que prueba la mayor parte de sus diseños en su cuerpo. “Vestir a mujeres tan fuertes te permite decir qué tipo de mujer fuerte te interesa. Sin embargo, algo que parecerá una bobada a estas alturas y está lejos de serlo, es que ellas te digan lo bien que se sienten o lo bien que les queda. En eso se sigue basando lo que hacemos”.

La valenciana, cuya ropa también han vestido a estrellas internacionales como Kim Kardashian, se considera “una empresaria mediocre”. “Me llevo mal con los números y nunca me he endeudado. Por eso crecemos lento, aunque ahora estemos mejor enfocados para la venta y los proyectos a nivel internacional”, explica. Ausente en las pasarelas desde hace tiempo, enfocada en otras formas de exhibir sus vestidos, asegura que se permite equivocarse “cada vez más”.