El culebrón del Nou Mestalla, a un capítulo de un final feliz
El Ayuntamiento de Valencia y el club acercan posturas y ven con optimismo poder cerrar un acuerdo que permita retomar unas obras que llevan 14 años paradas en el nuevo estadio
La entrada oeste de Valencia tiene desde hace catorce años un indeseado monumento a la burbuja inmobiliaria, la crisis económica y la mala gestión privada y pública: el Nou Mestalla. El 25 de febrero de 2009, año y medio después de arrancar, se pararon las obras del que presumió de ir a ser el mejor estadio de Europa, un salvavidas económico para el Valencia CF y un lujoso recinto para una ciudad cegada por los grandes eventos. Desde entonces, se ha vivido un tormentoso culebrón que, tras la reunión de este viernes entre el Ayuntamiento y el club, parece muy cerca de su final. Pero, vistos los precedentes, nadie lo quiere dar por seguro.
“Hemos dado un paso importante pero no el definitivo. Soy parcialmente optimista pero la botella de champán la descorcharemos cuando empiecen las obras”, aplazó el alcalde Joan Ribó (Compromís). “Estamos muy cerca, pero prefiero ser muy prudente, llevamos muchos años de muchas promesas”, apuntó la vicealcaldesa Sandra Gómez (PSPV-PSOE). “Esto ha cogido ya una velocidad de crucero que difícilmente puede pararse”, afirmó confiado Javier Solís, directivo del club.
Todos hablaron a la salida de una reunión en la que cerraron un primer acuerdo. El Valencia solo podrá comercializar el terciario adyacente al nuevo estadio cuando haga o pague el polideportivo que debe construir en el barrio del estadio. Tampoco podrá hacerlo con el terciario de la parcela del actual Mestalla hasta que esté acabado el nuevo recinto. Eso sí, se han modificado y mejorado las edificabilidades y volumetrías de ese futuro solar, lo que incrementa el valor de una pastilla de terreno en un lugar privilegiado de la ciudad.
Flecos millonarios
Pero faltan aspectos importantes por concretar. El más complicado, por sus grandes implicaciones económicas, es el de los eventos que podrá organizar el Ayuntamiento en el recinto y las condiciones para hacerlo. Ya en el primer convenio de 2004 se acordó que el consistorio renunciaba a hacer su propio estadio e intercambiaba con el club la parcela en la que lo iba a construir, pero mantenía el derecho a poder organizar grandes “eventos deportivos” como mundiales de fútbol o atletismo y “grandes espectáculos musicales”.
Para atar eso el Ayuntamiento ha pedido tiempo para estudiar la contrapropuesta de convenio que llevó el Valencia a la reunión. “Pone en juego muchas cosas para la ciudad y necesitamos asesoría jurídica porque ellos tienen muy buenos asesores, pero aquí también los tenemos”, avisó Ribó.
Hay más flecos, como las plazas del parking subterráneo, que el consistorio quiere que sirva como disuasorio y que evite que entren más coches al centro. O el precio del polideportivo, establecido en 9,8 millones y el club no quiere que le cueste más de 8,1.
Una prórroga interminable
Durante años, las instituciones miraron a otro lado para no ver ese enorme esqueleto. Los convenios firmados por los gobiernos del PP, municipal y autonómico, no ofrecían demasiados elementos para hacer cumplir sus obligaciones al club y el desgaste social que ha supuesto tradicionalmente intentarlo, tampoco ayudaba. Además, el contrato de compra por el que Peter Lim se hizo en 2015 con la mayoría accionarial del club no le obligaba a nada por mucho que presumieran quienes pilotaron el proceso.
Pero el enorme deterioro de la imagen de Lim animó al actual gobierno municipal a apretar al club para encontrar una solución. De manera paralela, la Generalitat empezó a activar los mecanismos que tenía, básicamente multas, para empujar al club a retomar las obras, pero la entidad se defendió yendo a los tribunales.
En el verano de 2021, al Valencia le llovieron 120 millones en virtud de un acuerdo entre la Liga y el fondo CVC por derechos audiovisuales, con la obligación de gastar la mayoría en infraestructuras y vio la luz al final del túnel. Hizo la enésima revisión del proyecto, con la excusa de adaptarlo a los tiempos y la voluntad de volver a rebajar los costes y por tanto las instalaciones.
Por otro lado, la Generalitat ya había puesto a rodar sin mucho margen para dar marcha atrás la caducidad de la Actuación Territorial Estratégica en la que se enmarcaba el proyecto por los retrasos del Valencia. Se concretó en julio, pero dejó abierta la opción de mantenerle al club sus beneficios urbanísticos si llegaba a un acuerdo con el Ayuntamiento. A ello se obligaron ambas partes hace unos meses al presentar el recinto como una de las posibles sedes de la candidatura de España y Portugal al Mundial 2030. Ahora de nuevo parece que el partido del Nou Mestalla está a punto de acabar, pero tras una prórroga de quince años nunca se sabe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.