Manual de los hombres y las mujeres del tiempo para comunicar el cambio climático y conectar con el gran público
Los profesionales proponen contar historias cercanas y obviar a los negacionistas para emocionar informando en un foro celebrado en Valencia
“A ver, listos. Ponedme ejemplos que yo esta noche pueda dar en El Tiempo del Telediario de La 1 sobre informaciones del cambio climático que transmitan emoción y en positivo”. Faltaban pocos minutos para que acabara el Foro de meteorología y comunicación del cambio climático, que ha organizado À Punt, la radio televisión pública valenciana, y Mónica López, la cara más conocida de los meteorología de RTVE, picaba a sus compañeros de otros medios y a divulgadores. “Cuenta tu historia personal”, sugirió alguien. “Que un mendigo explique que ahora pasa menos frío en la calle por las noches”, apuntó otro para luego arrepentirse. “Habla de las cotorras”, sugirió un tercero. “O del cambio de hábitos de las grullas”, se apuntilló. “Los gatos siempre funcionan”, apuntó alguno a la desesperada.
Tras dos días de charlas y mesas redondas, los grandes consensos sobre cómo abordar este tipo de información estaban claros: el cambio climático es un hecho generalmente aceptado; hay que pasar de los negacionistas; y, para conectar con los públicos generalistas, concienciar y atraer a los escépticos se debe emocionar con historias personales y vinculadas al territorio manteniendo el rigor científico. Pero también quedó claro que hay un debate sin resolver: emocionar sí, pero ¿alertar o alentar? Una letra cambia bastante.
Desde Estados Unidos, Mario Picazo (ex de Telecinco y ahora en el tiempo.es) constató que allí ya está más que estudiado que son las emociones las que mueven audiencias. “Casos personales con un transfondo climático de base. Eso es lo que la gente consume, el cambio climatico debe ser una información de emociones”, explicó. Ahí se animó el tema.
A un lado, quienes creen que no se puede bombardear con noticias negativas a riesgo de paralizar a una sociedad que debe estar activa. “Hay que meter toda la información en una caja con un lazo bonito. Hay que hablar en positivo, dando soluciones”, señaló Mercedes Martín de Antena 3. “El consumo de malas noticias desincentiva”, apuntaló Tomàs Molina de TV3. “No estamos ante un fin del mundo, hay futuro aunque será distinto. Con temperaturas más altas, sí. Con menos agua, sí. Pero podemos hacer cosas, hay tecnología y capacidad de adaptación. Hay que adaptarse y limitar ese cambio. Incluso puede haber ventajas, un futuro distinto es fuente de oportunidades”, deslizó. Al otro lado, Mónica López se revolvió en su silla. “Lo de oportunides me parece perverso. ¿Cómo va actuar la gente si le decimos no pasa nada?”, se preguntó en un debate agradablemente vivo y desencorsetado.
No sólo los comunicadores se posicionaron. A última hora también lo hizo Jorge Tamayo, el director de AEMET en la Comunitat Valenciana y su postura fue clara. “Se me hace muy complicado dar un mensaje positivo de algo que puede ser una catástrofe. Podemos contar que el mendigo va a pasar menos frío o que vamos a acabar con la sobrepoblación mundial pero igual a esos dos o tres mil millones de personas que pueden desaparecer no les va hacer tanta gracia. No intentéis hacer algo positivo en algo que es una gran amenaza”, les reclamó. “Tenéis un gran poder y una gran responsabilidad. Como Spiderman”, sentenció. El divulgador científico Andreu Escrivà echó mano de un estudio reciente para apuntar que “la rabia puede ser más efectiva que la esperanza” y que poner énfasis en lo logrado “puede hacer que la gente se relaje”.
Pero, según advirtió, la propia apuesta por las emociones no está exenta de riesgos. “Se puede usar el vino o como hago yo la paella, es un poco rastrero pero funciona. Pero es empezar un juego muy difícil porque luego viene el ‘trumpismo’ y le da la vuelta. Puedes ganar o perder. Esto va de acciones pero también de renuncias y eso es difícil de comunicar”, recordó Escrivà.
El otro gran riesgo que sobrevoló el foro es el negacionismo, pero se rebajó su peso. “El negacionismo duro, como el conspiranoico de las vacunas, es muy pequeño. Supondrá entre un 3 o un 5%”, aventuró Escrivà, que advirtió que sí que hay “un negacionismo ‘light’ muy extendido” y al que hay que convencer.
Para sobrevivir a los primeros, a los duros, Benito Fuentes meteorólogo de AEMET y muy activo en redes dio su formula. “No hay que bajar al barro a chapotear. Sólo alguna vez hay que azuzarlo para que discutan entre ellos. Yo hay veces que les digo vete a ‘forocoches’ que ahí te lo van a explicar mejor”, desveló.
Quedó para otra edición un tercer gran peligro: las nuevas redes sociales. “Instagram y Tik Tok tienen un gran poder de control. ‘Insta’, con su lupa, es el nuevo Google, no es solo una red social y sus algoritmos no se mueven en base a lo que elige el usuario”, deslizó Isabel Zubiaurre, de La Sexta.
Consensos
Llegando ya la información ‘del tiempo’ a un público tan amplio y disfrutando de esa notoriedad (“no se me pasa por la cabeza no intentar ser el ‘minuto de oro’” reconoció Molina) hubo consenso en la necesidad de diversificar los medios. Nuevos canales (de redes sociales, a podcast o el regreso al cómic) y variedad de formatos. “Hay que intentar divertir aunque el tema sea serio”, señaló Zubiaurre, acérrima defensora de las historias personales para conectar. “Yo no pongo ni mapas ni tablas. Aburren”, apuntó. “Yo ahora voy a poner el doble”, retó Fuentes, meteorólogo de AEMET y muy activo en redes. “Yo no soy fan de los datos, nuestro cerebro está más preparado para las emociones”, contrarrestó José Antonio Salado también divulgador.
“Hay que informar casi en tiempo real. No podemos esperar a que salgan análisis sesudos. Debe ser como el IPC adelantado. Si no salimos empiezan a crecer los bulos”, apuntó Rubén del Campo, portavoz de AEMET.
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