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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De la placidez política a la inquietud electoral

Ximo Puig y el PSPV-PSOE mantienen la respiración a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos judiciales que afectan al propio presidente y a la líder de la coalición nacionalista y vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra

Amparo Tórtola
La vicepresidenta y portavoz de la Generalitat, en su escaño de las Cortes, junto al presidente Ximo Puig.
La vicepresidenta y portavoz de la Generalitat, en su escaño de las Cortes, junto al presidente Ximo Puig.

Hace un año en la sede de la Presidencia de la Generalitat se analizaba el futuro con placidez. Con euforia contenida, es cierto, pero convencidos, tanto su principal inquilino, el presidente Ximo Puig, como su elenco de colaboradores de que al final del angustioso túnel de la pandemia se empezaba a vislumbrar la luz. No les faltaba razón.

Hechos: la campaña de vacunación contra la covid-19 se desarrollaba a velocidad de crucero, una vez superados los incipientes problemas de suministro de dosis y dispensación; las expectativas derivadas de los fondos europeos Next Generation teñían de confianza los discursos políticos, y la temporada turística se anunciaba con augurios optimistas conforme crecía el número de reservas hoteleras. A pesar de algunas restricciones que la pandemia aún exigía, muchos municipios valencianos recuperaban sus tradicionales festejos estivales, y hasta las Fallas encontraban hueco en el calendario y se colaban, extemporáneamente, en el mes de septiembre.

Existía el consenso generalizado de que la crisis pandémica se había abordado en la Comunidad Valenciana con rigor y eficacia. Se asumía que los errores cometidos —que los hubo— eran más achacables al desconcierto frente a una crisis inédita que a la inoperancia o la torpeza de los gestores. Llegamos a escribir sobre el “oasis valenciano” para significar la unidad política alcanzada entre Consell y oposición en contraposición a la bronca tabernaria que caracterizaba al escenario nacional en medio del desasosiego pandémico.

La demoscopia reflejaba ese estado de cosas. La figura del presidente Puig salía reforzada de la crisis y nada parecía amenazar la continuidad del Gobierno del Botánico ante futuras contiendas electorales. El PSPV-PSOE sentía fortalecido el apego de los ciudadanos en las urnas, el desgaste de Compromís estaba acotado —al contrario que el de Unidas Podemos—, el PP valenciano no mejoraba sus expectativas pese al recambio de Isabel Bonig por Carlos Mazón, Ciudadanos agudizaba su declive, y Vox proyectaba una sombra que desde la izquierda valenciana se optaba por ignorar.

Un año después la placidez deja paso a la inquietud. Dicho en términos futbolísticos: “hay partido” electoral y nada garantiza que el bloque de la izquierda valenciana supere en número de escaños autonómicos al de la derecha. La invasión rusa de Ucrania, con todas sus derivadas y efectos colaterales, ha puesto en jaque la recuperación económica a raíz del freno de las importaciones y exportaciones, la subida del precio de los carburantes, de las materias primas y, en general, de todos los suministros, incluidos los más básicos de la cesta de la compra. La pobreza y las desigualdades se acrecientan. También lo hace el malestar social. Ahí está para recordárnoslo el Síndic de Greuges, Ángel Luna, nuestro valenciano defensor del pueblo. Su informe referido a 2021, donde se recogen las quejas ciudadanas por el colapso sanitario y los retrasos en las grandes ayudas sociales, es algo más que un toque de atención. Es una radiografía de ese mapa del malestar al que aludíamos.

El efecto Feijóo empieza a hacerse notar. El PP recupera posiciones tras su crisis de febrero y recorta distancia respecto al PSOE, mientras Vox se mantiene como tercera fuerza política. Palabra del CIS. El sondeo de GESOP es más contundente: si en este momento se celebrasen elecciones generales las ganaría el PP y podría gobernar, previo pacto con los de Abascal.

En la Comunidad Valenciana el único factor que siempre exige matices en el análisis se llama Compromís, por su singularidad respecto a otros territorios de España. Ximo Puig y sus compañeros en la dirección del PSPV-PSOE mantienen la respiración a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos judiciales que afectan al propio presidente por la vía fraternal —hermano investigado — y a la líder de la coalición nacionalista y vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. También en Compromís están atentos. Unos y otros saben que si la vicepresidenta arroja la toalla —opción que no parece valorar la afectada— el escenario electoral se tornará, todavía, un poco más turbador para sus intereses.

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