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POLÍTICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Realpolitik’ a la valenciana

La segunda edición del Gobierno del Botánico se ha visto condicionada por rigurosos contratiempos.

Amparo Tórtola
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, durante el pleno de Les Corts del jueves.
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, durante el pleno de Les Corts del jueves.Manuel Bruque (EL PAÍS)

Apenas cuatro meses después de arrancar, el Consell afrontó una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que arrasó la comarca alicantina de la Vega Baja. Impacto económico: cerca de 1500 millones de euros. Cinco meses después, en marzo de 2020, estalló la pandemia: más de 9.000 decesos en la Comunidad Valenciana. Ahora, la invasión rusa de Ucrania: estamos abocados a la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial y a una descomunal escalada de precios. El impacto económico de las dos últimas calamidades está por cuantificar porque siguen activas y sometidas a desenlaces inciertos. ¿Podemos descartar la irrupción de una nueva cepa mientras amplias franjas de la población mundial siguen sin tener acceso a la vacuna? ¿Cómo y cuándo se resolverá el conflicto bélico?

En esa trama ha tenido que ejercer el actual Consell tripartito, integrado por el PSPV- PSOE, Compromís y Unidas Podemos, afectados por sus puntuales desencuentros como socios de gobierno y por sus particulares dificultades internas.

En las filas de la oposición, al contexto general también se han sumado sus crisis orgánicas: el hundimiento de Ciudadanos (Cs) y la disgregación de su grupo parlamentario, con su portavoz, Toni Cantó, partiendo a Madrid de la mano del PP e Isabel Díaz Ayuso; y los trances del PP, en la doble vertiente autonómica y nacional: relevo de Isabel Bonig por Carlos Mazón y de Pablo Casado por Alberto Nuñez Feijóo. Mientras tanto, Vox transita con el viento a favor y altas expectativas electorales.

A la vuelta del próximo verano la Comunidad Valenciana entrará en modo electoral de cara a la convocatoria de las urnas autonómicas y municipales, prevista para la primavera de 2023. Las opciones postelectorales se reducen a dos: reedición del Pacto del Botánico, con Unidas Podemos si alcanza el cinco por cien de los votos, o en modo bipartito, de la mano de socialistas y Compromís; o gobierno del PP y Vox. La posibilidad de que Ciudadanos supere la barrera electoral del cinco por cien resulta quimérica. No hay más. La fragmentación de la oferta política en el ámbito nacional da más juego. No es el caso de la Comunidad Valenciana. Aquí, estos son los mimbres.

Esta explicación hay que recordarla de tanto en tanto, cuando algunas declaraciones o gestos de nuestros dirigentes políticos nos desconciertan por su obsceno empeño en negar la mayor.

Que Ximo Puig y otros destacados dirigentes socialistas amparen a Mónica Oltra en sus más bajas horas políticas tiene que ver con lo que acabo de escribir. La necesitan. Sin Oltra y sin Joan Ribó como candidato al Ayuntamiento de Valencia, no habrá tercera edición del Botánico. Que Carlos Mazón y María Jose Catalá, principales dirigentes y candidatos del PP valenciano, traten con guante de seda a Vox y se alejen del cordón sanitario dictado por González Pons contra los de Santiago Abascal, tiene que ver con lo mismo: cualquier aspiración de gobierno del PP en la autonomía pasa por acuerdos con Vox. Sí o sí.

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Se llama realpolitik: utilizar los medios legales al alcance para conseguir y/o consolidar el poder. Lo de Pedro Sánchez con ERC y EH Bildu es realpolitik, y lo del PP en Castilla y León, con Vox, también. Aunque nos irrite. Aunque pueda volverse contra sus protagonistas. La última palabra la tendremos los ciudadanos.

Glosemos a Matteo Renzi, ex primer ministro italiano, al dirigirse al líder de la ultraderecha patria, Matteo Salvini: “Hagamos política y no payasadas”.

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