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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reivindicar la tenacidad colectiva

‘Que no s’apaguen les estreles’ representa en el Principal de Valencia esas pequeñas pruebas de resistencia

Xavi Sarrià en el Teatro Principal de Valencia.
Xavi Sarrià en el Teatro Principal de Valencia.Xepo WS

Hay un amplísimo relato colectivo de tenacidad –por la lengua, por la cultura, por la identidad valencianas– que se extiende desde principios de los años 90 (obviamentetiene sus raíces mucho antes: décadas, incluso siglos antes), y que es el que Xavi Sarrià ha enhebrado en No s´apaguen les estreles, el ambicioso espectáculo que llegaba anoche al Teatre Principal en la primera de sus dos citas, con entradas agotadas desde hace semanas. Es la València de los Salvem, de Escola Valenciana, de los aplecs dels Ports o del Puig, de las asociaciones de barrio, de la lucha por la huerta que circunda la ciudad y de decenas de pequeñas muestras de resistencia más, bajo sordina pero persistentes.

Embutir todas esas cuestiones –y muchas más, muchas más– en un concierto que, además, se ve jalonado entre canción y canción por fragmentos de testimonios de un documental que van sucediéndose desde una pequeña pantalla al fondo del escenario (en forma de corazón), corre el riesgo de derivar en un totum revolutum: el mensaje de empeño colectivo de Sarrià tiene tantísimos frentes abiertos que es como un extenuante sturm und drag que todo lo absorbe, todo lo centrifuga, todo lo destila en un ejercicio de reivindicación tan intenso que uno acaba por echar de menos que el foco se desvíe, aunque solo sea por unos minutos, a lo íntimo, lo confesional, bajar al detalle de una sentimentalidad sin militancia, a la arena de lo mundano. Poco sentido tiene esperarlo, porque lo individual en él no se entiende sino es desde el compromiso común. Y al fin y al cabo, aunque todas y cada una de las luchas aquí recuperadas tengan una naturaleza y una problemática distinta, hay un hilo invisible que las une. Ya sea el testimonio de Betlem Agulló, hermana de Guillem Agulló (el espectáculo nace de la canción que Sarrià compuso para la película sobre su asesinato), el de los cantantes Vicent Torrent y Pep Gimeno Botifarra, el del pelotari Hèctor de Laguar, el de la maestra Roser Santolària, el de la activista por La Punta Mireia Vidal o el de Maria Navarro, presidenta de la asociación de familiares de la fosa 126 del cementerio de Paterna. Todos forman parte del documental que dirige David Segarra, de próximo estreno, y todos tuvieron presencia anoche. Es la importancia de tejer el relato.

Más que un concierto al uso, fue un ejercicio –con dirección artística de Martí Torras, quien ha trabajado con Love of Lesbian, Els Catarres o El Diluvi– de escenificación de la autoestima colectiva de ese país (perplejo, sí, también intermitente por invisibilizado) que ha mantenido las constantes vitales en tiempos adversos, en un escenario que va saldando en los últimos años todas esas presencias que hasta hace bien poco le eran tan ajenas. Y en el que el discurso folk pop (disculpen la definición amplia, genérica) de Sarrià se vio muy bien sustentado por una banda en la que destacaron la poderosa voz de apoyo de la siempre desenvuelta Claudia Key Day, la polivalencia de un Héctor Peropadre que empuñó dolçaina, acordeón y laúd y también puntualmente la voz de la guitarrista Xiomara Abello, así como la siempre imponente participación de Pep Gimeno Botifarra en un par de canciones, una de ellas acompañado por Ahmed Touzani.

¿Momentos destacados? Cada cual tendrá los suyos, pero la platea se encendió sobre todo con el momento rap de Atrevir-te, el rescate de clásicos de Obrint Pas como No tingues por – en el solitario interludio acústico – y La vida sense tu o esa invocación a su memoria generacional, fijada junto a otras muchas memorias, que es Amb l’esperança entre les dents.

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