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Junqueras pasa la prueba ante una asamblea de ERC marcada por la desmovilización

La nueva cúpula republicana consigue aprobar su hoja de ruta pero sin avanzar en recoser las almas enfrentadas dentro del partido

El presidente de ERC, Oriol Junqueras (der.) y la secretaria general del partido, Elisenda Alamany (izq,), en el recinto de Ca n'Oliveres de Martorell (Barcelona).
El presidente de ERC, Oriol Junqueras (der.) y la secretaria general del partido, Elisenda Alamany (izq,), en el recinto de Ca n'Oliveres de Martorell (Barcelona).Gianluca Battista
Camilo S. Baquero

El Congreso de Esquerra Republicana estaba condenado a tener un tango por banda sonora. Que un grupo conformado por militantes se encargara de amenizar, el sábado, la pausa de la comida con música rioplatense fue solo el principio. Hubo intento de cariño, pero también mucho desengaño, bajo la mirada en azul de un retrato de Carlos Gardel. El tándem Oriol Junqueras–Elisenda Alemany, que pilota el partido desde el pasado diciembre, consiguió efectivamente aprobar su hoja de ruta y salir indemne de la gran cita donde dibuja su nuevo camino. Pero sobre el otro objetivo, el de recoser un partido aún devastado por el cisma del año pasado, se mantiene aún un gran interrogante. Y la lista de deberes es larga si se quiere cumplir con objetivos ambiciosos como el de recuperar la mayoría independentista en 2030.

La dirección que encabeza Junqueras habría apostado por subirle el volumen a Volver, la pieza de Gardel que irónicamente el grupo uruguayo no interpretó en el recinto de Can’Oliveres de Martorell (Barcelona). Es un soplo la vida y el exvicepresident llegaba al baño de masas pendiente tras defender el pasado diciembre su puesto como presidente de la formación que lidera desde 2011 ante el embate de los críticos. Una nueva dirección que deseaba escenificar ese volver tras lo que denuncia como cierto secuestro de ERC por el entorno afín de su exnúmero dos, Marta Rovira, y del expresidente Pere Aragonès. Un dirigente para el que, por cierto, no hubo ni un momento de agradecimiento tras el trabajo hecho entonces al frente del Govern.

El grupo musical, que por cierto aboga por las raíces catalanas del más célebre tanguero, sí interpretó Cuesta Abajo, que le calza a la perfección a los críticos de Junqueras. Después de amenazar seriamente en diciembre las posibilidades de regreso de Junqueras, los críticos habían llegado a señalar el plenario del Congreso como la primera reválida de la nueva cúpula, pero terminaron por diluirse. Ahora ponen el momento de la verdad de cara a confeccionar las candidaturas para las municipales de 2027.

El pasado miércoles, el grupo promotor de la candidatura Nova Esquerra Nacional —con Xavier Godàs como cabeza visible— ya anunciaba la retirada del par de enmiendas más combativas contra la dirección. Ambas buscaban acotar la duración de los mandatos y la compatibilidad de los cargos del partido con los de elección popular. Dos ideas que marcaban de cerca tanto a Junqueras (que, si hay amnistía para él, seguramente querrá ser el candidato para las elecciones catalanas) como a Alamany (que buscará ser la alcaldable en Barcelona). “Más política y menos actitudes catecúmenas”, pidió el propio Godàs el sábado.

Pero lo que inicialmente se entendió como cierta pax romana en la lucha fratricida, derivada de la desmovilización de unos y la necesidad de pasar página de otros, terminó explotando también el sábado. Ya con la ponencia política y estatutaria aprobadas, y con un cambio de discurso sobre la implementación de los pactos con los socialistas —”El estado de la cuestión es moderadamente positiva”, aseguró el gerente del partido y encargado de la comisión de seguimiento, Lluís Salvador—, la nueva cúpula dejó caer la bomba atómica: el balance de la comisión de la verdad sobre la estructura b del partido que Junqueras había prometido en campaña.

La herida creada por, entre otras cosas, la aún vaporosa responsabilidad directa de la campaña de los carteles del Alzheimer contra los hermanos Maragall se reabrió de forma explosiva, tirando por la borda los intentos de alineamiento de los últimos meses, como el pacto del 90% de las enmiendas presentadas por los críticos. A diferencia de la investigación hecha por la anterior cúpula, la realizada con un órgano creado ad hoc señala directamente a los antiguos responsables de la vicesecretaría de comunicación. Varios militantes han expresado su inconformidad porque consideran que el informe carece de garantías internas. Isaac Peraire, exdirector de l’Agència de Residus, ha anunciado que llevará “el escarnio” ante la comisión de ética del partido.

El desánimo de los críticos, sin embargo, no estaba alejado de cierta tendencia generalizada en las filas republicanas. Tras dos votaciones, con la participación superando el 80% del censo (poco más de 8.000 militantes), solo la mitad del total de inscritos para participar en el plenario (1.524) votaron el texto de las tres ponencias sometidas a debate. Eso sí, con porcentajes aplastantes de apoyo, más del 89%. ERC se pone como objetivo que para 2030 se recupere la mayoría independentista en la calle y en las instituciones, aunque no da pistas sobre cómo intentará conseguirla, más allá de insistir en un referéndum que ahora no tiene condiciones de partida.

Aún queda pendiente cómo encausarán los órganos de control interno el informe sobre la autoría de los carteles, pero la cúpula que lidera Junqueras da prácticamente por cerrada la carpeta. Tanto así que el propio presidente de la formación optó ayer en el cierre por elevarse sobre lo mundano del debate doméstico para alertar sobre ”la amenaza planetaria” de “la internacional del odio y del miedo”. Junqueras propone responder con “la alianza sagrada y eterna que es la esperanza”.

Oriol Junqueras sí regresó al marco específicamente catalán para instar al secretario general de Junts que no se pisen las mangueras con los acuerdos que cada uno arranca al Gobierno (la quita de la deuda y la delegación de las competencias en inmigración). Alamany hizo lo propio, pidiendo que ERC recuperara el orgullo y ofreciéndose como la opción entre unos socialistas que piden “pasar página del procés”, y pretenden hacer ver que Cataluña es “una comunidad más del Estado” y el independentismo, como si aún se estuviera en 2017.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.
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