Trabajadores de la limpieza de Barcelona antes de la huelga: “Somos un colectivo invisible”
Los 4.500 operarios de la ciudad dejarán de recoger la basura entre el 22 y el 25 de diciembre si las empresas concesionarias no revisan el salario de 2023
Los trabajadores de los servicios de limpieza y recogida de basura de Barcelona han convocado una huelga que empezará a las 22.00 horas del domingo 22 y finalizará a las 22.00 del 25 de diciembre. El equipo de gobierno de Jaume Collboni lleva días mediando con las cuatro empresas que tienen subcontratada la limpieza de la ciudad para evitar que la imagen de estas fiestas sea la de una Barcelona insalubre y repleta de basura. La amenaza está cada vez más cerca debido a las posiciones enfrentadas que mantienen las empresas de limpieza y el sindicato UGT.
En Barcelona trabajan 4.500 operarios de la limpieza, muchos de ellos mientras la ciudad duerme, en las cuatro contratas que prestan servicio a la ciudad. La mayoría de estos empleados de uniforme reflectante cree que son “invisibles” para el resto de vecinos. Una invisibilidad que puede desaparecer si las negociaciones no llegan a buen puerto y las basuras empiezan a acumularse en las calles. Los trabajadores reclaman a las empresas de la contrata de limpieza (FCC, Urbaser, CLD, Valoriza) la revisión salarial correspondiente a 2023 mientras, en paralelo, sigue la negociación del nuevo convenio. Las empresas, por su parte, se niegan a aumentar un solo céntimo el salario.
Ramon Cebrián trabaja desde los 18 años en el servicio de limpieza de Barcelona y está cerca de la jubilación. Trabaja para FCC y es uno de los representantes de UGT que ha convocado la huelga. “Las empresas se han cerrado en banda y el Ayuntamiento se escuda en que ya ha pagado lo acordado con las contratas”, lamenta. Cebrián conoce el perfil de la mayoría de la plantilla. “Somos un colectivo muy variable. Por un lado, hay gente muy joven y por otro, como yo, otros tantos cercanos a la jubilación. El porcentaje de mujeres es cada vez mayor. En algunas empresas es del 40% y en otras, lamentablemente, solo del 20%”, explica. Los sueldos oscilan entre los 1.300 euros mensuales y los 2.000 en función de nocturnidades y otros pluses. Hay operarios con contratos fijos, eventuales y fijos discontinuos que cubren vacaciones o festivos. “Solo pedimos el 3,1% de la revisión salarial de 2023 y las empresas se niegan en rotundo”, denuncia Cebrián. “Estas Navidades estamos a las puertas de una huelga como las que hubo en 1978 y 1979″, lamenta.
La ciudad está dividida en cuatro zonas y cada una de ellas pertenece a una de las empresas. La zona centro es de FCC y engloba la limpieza de los distritos de Ciutat Vella, Eixample y Gràcia; la zona oeste es de CLD y se ocupa de Sants-Montjuïc, Les Corts y Sarrià-Sant Gervasi; la zona norte es de Valoriza, encargada de Horta-Guinardó y Nou Barris; y de la este se encarga de Urbaser con Sant Andreu y Sant Martí. En total, 4.500 trabajadores y 1.500 vehículos para limpiar calles, playas y zonas verdes y recoger los residuos de la ciudad. Además, hay diseminados 25.000 contendores. Para todo ello, el Ayuntamiento gasta anualmente 340 millones de euros.
Nuria Jové tiene 47 años y lleva 15 conduciendo, siempre por la noche, un camión de recogida de residuos orgánicos en los distritos de Sant Martí y Sant Andreu. “El trabajo es duro, pero te acostumbras”, destaca esta empleada cuyo horario es de 22.00 a 6.00. “Muchos trabajamos cuando el resto duerme. A veces, parecemos invisibles”, cuenta esta mujer, que ha visto de todo, “sobre todo borrachos y personas haciendo sus necesidades entre los contenedores”, cuenta Jové, que conoció a su marido “en la basura”, sonríe: son compañeros de trabajo, tienen dos hijos y tratan de conciliar como pueden con turnos diferentes: “Yo meto en la cama a mis hijos y me voy a trabajar”. La trabajadora advierte de las consecuencia de una protesta de tres días si no hay acuerdo: “No puedo imaginarme cómo quedará la ciudad después de tres días sin servicio de baldeo, recogida de hojas, de basuras… el hedor será faraónico”. “No nos gusta esta huelga, pero nos vemos obligados porque las empresas no tienen ninguna intención de arreglarla”, lamenta
Enric Montes es uno de los barrenderos de Ciutat Vella. Tiene 35 años y lleva desde 2012 trabajando en la limpieza de la ciudad. Conoce a la perfección los servicios que se llevan a cabo en uno de los distritos más concurridos y difíciles de Barcelona. “Hacemos baldeo, recogida de jeringuillas, recogida de muebles y otros voluminosos, pasamos la barredora, vaciamos las papeleras, los desbordes de los contenedores… Hacemos de todo, pero nuestro trabajo no se valora”, lamenta. Montes recuerda que en la mayoría de barrios del casco antiguo no hay contenedores y la recogida de basuras se hace a mano. “Muchas veces somos invisibles, pero si las empresas no llegan a un acuerdo se va a notar muchísimo que no hemos limpiado”, advierte.
A principios de este mes, la primera teniente de alcalde de Barcelona, Laia Bonet, exigió a las cuatro empresas que se sentaran a negociar la actualización de sueldos. Bonet consideró “intolerable” e “inadmisible” que las contratas mantuvieran que la subida de sueldo iba a ser de cero por ciento y recordó que, el pasado julio, el pleno del Ayuntamiento aprobó una aportación adicional de 168 millones de euros a las concesionarias de la limpieza de Barcelona, que supone un 10 % del coste del contrato, el más importante de la ciudad, en aplicación de la revisión de precios. “Por lo tanto, se hizo sabiendo que una parte importante de los costes de este contrato va por el capítulo uno, o sea, a los sueldos de los trabajadores”, señaló.
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