El futbol femenino llega al recreo del instituto: “Nos hace sentir respetadas y poderosas”
El instituto Pau Claris de Barcelona ha implantado un plan de patios, que incluye reservar la pista de futbol un día a la semana para que jueguen las chicas
Empieza la hora del patio. Bocadillo en mano, los alumnos del instituto Pau Claris de Barcelona se van distribuyendo por los amplios espacios. Pero la atención se focaliza en la pista de futbol. Chicos y chicas se sientan en la grada de animación, y pronto empiezan a cantar los goles. Acabarán entrando tres. En el campo predomina el color lila. No es que haya un uniforme específico: es la camiseta del 8-M. Porque hoy el campo es para ellas.
Hace cinco años, el instituto entró en el programa de reforma de patios del Consorcio de Educación de Barcelona. Hasta entonces era un espacio con vallas, para separar los patios del instituto con el de la escuela Pere Vila, ubicada en el mismo recinto. Pero se eliminaron las rejas, se renovaron las pistas y se colocaron bancos, habilitando zonas tranquilas, además de espacios para otro tipo de juegos. “La idea era convertir el patio en un espacio educativo, no solo de recreo”, resume Francesc Maldonado, director del centro.
La pandemia congeló esta transformación hasta el curso pasado, cuando se reinició con una parrilla de diferentes actividades que se distribuyen cada día según el grupo: voleibol, bádminton, ping pong, juegos de mesa, juegos de cuerdas, biblioteca y, cómo no, el futbol, en un primer momento, mixto. “Pero vimos que las chicas tenían poco espacio y no se sentían seguras. Los chicos tienen una forma de jugar mucho más física. Así que las chicas nos pidieron, a través de la comisión de igualdad, un día solo para ellas”, explica Maldonado. Y así se hizo.
Ya desde el curso pasado las alumnas de ESO saben que el viernes tienen la pista de fútbol solo para ellas. “Hemos notado un aumento de participantes, son muchas, suficientes para hacer dos equipos de 11. Además, ha entrado una hornada de 1º de ESO muy potente, donde muchas chicas juegan al futbol”, añade el director, quien no sabe si achacarlo al furor que últimamente despierta el futbol femenino o, también, a una mayor concienciación en equidad.
Ellas, por supuesto, se declaran fans de las jugadoras del Barça: Mapi León, Aitana Bonmatí… y, cómo no, Alexia Putellas. Y han asistido a algún partido de sus ídolos. “Toda la vida hemos tenido referentes masculinos, como Messi. Pero después el femenino hizo el boom y era el bueno, mientras que el masculino lo perdía todo. Y eso te da ánimos porque ves que tú también lo puedes conseguir”, asegura Rita, de 1º de ESO.
Pero también juegan, aseguran, simplemente “porque es divertido”, otras porque amigas o hermanas mayores también lo hacen. Pero no lo han tenido fácil. Muchas de ellas ya lo practicaban en primaria, en equipos mixtos, aunque con menos suerte. “Cuando juegas con chicos te tratan como paquetes en el reparto de equipos, en plan, ‘tú te quedas con esta chica y me pasas la otra’. No nos respetan. Y después tampoco te la pasan ni te dejan tocar la pelota, hasta que marcas un gol y entonces sí te hacen caso”, explica Siena, también del mismo curso. “Da rabia porque cuando vas perdiendo los chicos entran en el campo, como si necesitáramos su ayuda”, añade Abir, de 3º.
Ahora la cosa ha cambiado. Son los chicos los que miran, y los que animan. “Nos hace sentir bien, respetadas y poderosas”, coinciden a valorar varias de ellas. “Al principio pensaba que no habría nadie mirando los partidos, pero cuando marcas un gol y ves que todo el mundo salta y te persigue, te sientes feliz. Y después en clase te dicen cosas guais e incluso te piden autógrafos”, destaca Rita, especialmente eufórica porque es una de las autoras de los goles del día.
¿Y qué piensan los chicos? “Hay muchos niños obsesionados con el futbol, que necesitan jugar cada día. A estos les ha costado más aceptarlo, pero en general ha habido muy buena acogida y se sientan a animarlas durante el partido”, asevera el director.
En un lateral de la pista de futbol hay una grada donde una treintena de alumnos siguen muy atentos el partido. La mayoría son chicos. “Es un partido muy emocionante, con muchos goles y muy dinámico”, asegura Biel, de primer de ESO, casi gritando, y cerrando la conversación para poder cantar un gol de las chicas. Cerca de él, su compañero Dídac retransmite en voz baja el partido. “Me gusta hacerlo, pero no quiero ser periodista deportivo. De hecho, no juego al futbol, juego al hockey”.
Pero también hay chicas. Carla, de 3º de ESO, asegura que a veces también juega. “Antes solo lo hacían los niños, y no nos dejaban. Ahora jugamos tranquilas”. No muy lejos se sienta una chica de 2º de ESO, que prefiere no decir su nombre. Mira el partido, con ganas, y cierta frustración. “Me gustaría jugar, pero me da vergüenza”, se limita a comentar. El juego todavía tiene que derrumbar algunas barreras culturales.
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