La ruta del hachís renace en Cataluña
Los Mossos d’Esquadra doblan las intervenciones en el último año de esta droga, que suma 40 toneladas en el último lustro
La ruta del hachís ha renacido en Cataluña. Los Mossos d’Esquadra han casi doblado las intervenciones de fardos este año, con 11 toneladas y media. Los incidentes violentos en lo que se conocen como vuelcos, los robos entre traficantes, han aumentado al mismo ritmo. La policía catalana atribuye el fenómeno, con 40 toneladas aprehendidas en el último lustro, a la lucha contra esta droga en el Campo de Gibraltar y la Línea de la Concepción, que se produce en Marruecos y viaja hasta Europa, y que ha supuesto una presión ingente a los traficantes. En la última gran operación, en febrero, los Mossos se aprehendieron de cinco toneladas y media en 154 fardos de hachís en el puerto de Mataró.
“Cataluña es la principal vía de paso del hachís, por la vía terrestre, desde que se introduce en las costas del sur” del país, ha explicado el inspector Toni Salleras, responsable de crimen organizado de la policía catalana. Lo atribuye a la AP-7, que cruza el país de punta a punta. El inspector ha negado, sin embargo, que sea el principal lugar de desembarco. Solo este año, la policía catalana ha abierto 38 investigaciones vinculadas al hachís, y han desarticulado 15 organizaciones criminales, frente a las 10 de 2022 y las 5 de 2021. La droga también ha ido aumentando su precio en los últimos años, de 1.500 euros a 2.100 el kilo, debido, según los Mossos, a la mayor dificultad para darle salida hasta el consumidor final.
“Aquí circula una droga que se produce en otro país”, ha apuntado en rueda de prensa Salleras, sobre la principal diferencia con la marihuana, que crece en naves, pisos y bosques catalanes, con dos plantaciones al día de media detectada por la policía. Si el hachís ha causado 13 vuelcos, la mitad con armas de fuego, pero sin ningún muerto, los incidentes violentos por marihuana ascienden a 60 este año, con dos homicidios sobre la mesa. El hachís tampoco supone la importación de crimen organizado, como sí conlleva la marihuana. “Las organizaciones que ya estaban aquí se están reforzando”, ha detallado Salleras.
Pero el hachís ha vuelto a Cataluña y eso preocupa a los Mossos. La droga se descargaba a inicios de los años 2000, pero poco a poco fue disminuyendo hasta prácticamente desaparecer de los radares policiales. En el último lustro, las organizaciones han buscado de nuevo cobijo en las calas escondidas, y en las playas solitarias, además de las rutas por carretera tradicionales. El último alijo fue en Begur, a mediados de septiembre, donde una furgoneta embarrancó cargada con 2.500 kilos de hachís. Los Mossos sospechan que el vehículo resbaló en una rampa pequeña de la cala, y decidieron dejarla abandonada.
La voluntad de los Mossos es “contener” la situación, y volver al panorama anterior. E insisten en que, a diferencia de la marihuana, la delincuencia no ha filtrado a estructuras legales de la sociedad. Sí han hallado, sin embargo, talleres clandestinos en la Costa Brava, en Salt, en Rubí y en Barcelona en los que se “ensamblan” las narcolanchas que se utilizan para el tráfico de hachís: embarcaciones semirigidas de entre 8 y 15 metros, con motores potentes, que les permiten que la droga llegue desde la costa marroquí hasta Cataluña sin necesidad de repostar. Cada una puede cargar entre 2.500 y 45.000 kilos, según su propia capacidad. El 66% del hachís que han intervenido los Mossos ha sido por mar. “Hemos tenido por todos sitios. Las Terres de l’Ebre es el principal, seguramente por la soledad de las playas. Pero últimamente, han vuelto los desembarcos a la Costa Brava”, ha detallado Salleras.
En febrero, la policía catalana asestó el mayor golpe de los últimos tiempos al tráfico de hachís en Cataluña, cuando intervino 5,5 toneladas de hachís en el puerto de Mataró. “Eligen el puerto porque facilita la descarga: es más fácil hacerlo sobre el hormigón que en la playa. Cualquier empresa privada tomaría la misma decisión”, ha detallado el inspector Josep Antoni López Garzón, responsable de la investigación. En la descarga, calculan que participaron más de una veintena de personas. En el momento arrestaron a 13 implicados, a los que se sumaron 13 más a medida que avanzó el caso. Entre ellos, un trabajador del puerto que calculan que cobró 15.000 euros por dejar entrar la droga.
También acusaron a una familia del Delta de l’Ebre, que sospechan que ya había actuado en otras ocasiones en el desembarco de hachís en el puerto de Mataró, y que tienen antecedentes por los mismos motivos. “Algunos de ellos han sido investigados en Galicia y la Costa del Sol”, ha añadido López Garzón, sobre unos detenidos con un perfil variopinto. “Tienen entre 60 y 21 años. Algunos nacionales de toda la vida, y otras migrantes que pueden estar haciendo de jornaleros o descargando hachís”, ha explicado. A ellos, se suman responsables de la organización de origen, que han viajado desde Marruecos, sin relación directa con los demás implicados, por “si tienen que dar explicaciones si pasa algo con la droga”.
Al puerto de Mataró llegaron tres embarcaciones, semirigidas, de 12 metros de eslora, y se repartieron la droga entre dos de ellas. “La primera no la pudimos interceptar. Una furgoneta logró irse con los fardos. En 18 minutos, habían descargado 2.000 kilos de hachís”, ha relatado el inspector López Garzón, en una operación en la que participaron seis cargadores. Pero sí lograron hacerse con las otras 5,5 toneladas. “Iban en unos fardos más elaborados”, ha indicado, sobre unos paquetes con “logotipos para crear una marca”. “Quieren hacer marketing aplicado al hachís”, ha dicho, similar a lo que ocurre con la cocaína. Incluso llevan asas para colgárselas a la espalda.
Los Mossos detienen al año a un millar de personas vinculadas al tráfico de hachís, el 40% son españoles, el 30% marroquís, país de origen de la droga, y el resto, nacionalidades diversas. Buena parte la droga viaja a toda velocidad en coches de alta gama, conocidos como go fast, que no paran hasta llegar a Francia. “Es casi imposible detenerlos”, explican fuentes policiales, a no ser que sufran un accidente, se les averíe el coche o que se les pare casualmente en un control policial. En otras ocasiones, se ocultan mezclados con la mercancía legal de los camiones, sin que necesariamente los conductores lo sepan. O en caletas, escondidas en vehículos, en cantidades pequeñas. Los casos de aeronaves que aterrizan en zonas apartadas es residual en España, y no se ha detectado nunca en Cataluña.
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