La sequía se cronifica y acerca a Cataluña a restricciones de agua más severas
Las predicciones estacionales no apuntan a la llegada de grandes lluvias antes de la temporada de riego y los embalses bordean la frontera del 25%, cuando se declara la situación de “excepcionalidad”
El pasado 28 de julio, hace 7 meses, el president, Pere Aragonès, y la consejera de Acció Climàtica de la Generalitat, Teresa Jordà, visitaron la sede de la Agencia Catalana del Agua (ACA) en Barcelona. Por entonces, la sequía empezaba a hacer mella en comarcas interiores de la comunidad en forma de limitaciones de riego y tanto Barcelona como toda su área metropolitana se aproximaban a la alerta por sequía (la declaración llegó finalmente en noviembre). Jordà llamó entonces a la calma, aseguró que la comunidad estaba preparada para afrontar la situación, entre otros motivos gracias a su capacidad de desalinización, y auguró que las lluvias otoñales podían expulsar el fantasma de la sequía. Pero ni los meses de otoño ni los que ya llevamos de invierno han sido especialmente lluviosos. El 28 de febrero se cumplirá un año desde que el Govern declaró en el sistema Ter-Llobregat (que abastece a más de 5,5 millones de personas) la primera alarma (“prealerta”) por sequía y el estado “de excepcionalidad”, que entre otras medidas prohíbe el riego de jardines y aumenta las limitaciones agrícolas, ahora sí empieza a acercarse.
Lejos de llover en cantidad, las elevadas temperaturas, más altas de lo normal (Cataluña registró récords de temperatura máxima la última semana del año), han seguido evaporando el agua de los embalses estos meses, que ayer se situaban al 28%, a 3 puntos de la barrera del 25%, cifra a partir de la cual se declara el “escenario de excepcionalidad” aplicando otras variables, recoge el decreto autonómico. En esa fase se incrementa hasta el máximo las extracciones de agua de los acuíferos y pozos recuperados y se incrementa hasta el máximo la desalinización. No es hasta el escenario más extremo, “de emergencia” (reservas por debajo del 16%), cuando se imponen restricciones de consumo doméstico con limitaciones del uso de grifos, un escenario aún lejano.
Las restricciones en estado de "excepcionalidad"
- Reducción del riego en un 40% o la sustitución por aguas regeneradas (actualmente la limitación está en el 25%).
- Reducción del 15% del consumo industrial del agua (ahora está en el 5%).
- Se prohibe el riego de jardines y zonas verdes públicas y privadas todos los días.
- Se prohibe la limpieza municipal de calles con agua potable.
- Solo se podrá llenar parcialmente las piscinas con sistemas de recirculación. Las otras no podrán llenarse.
- Se establece un máximo de uso de agua en casa de 230 litros por habitante y día (ahora está en 250). Si se tiene en cuenta que los barceloneses consumen al día 106 litros de agua, según datos del Ayuntamiento de Barcelona, esta limitación no se notará en los hogares.
Si bien las lluvias y nevadas registradas en la segunda semana de febrero en la Cataluña interior y los Pirineos orientales fueron bienvenidas, apenas han subido los embalses donde más se necesita. El territorio está sediento y todo lo que cae se lo queda la tierra y no llega a las reservas. El Darnius-Boadella estaba ayer al 30,9% de su capacidad, cuando hace un año estaba al 40,6%, mientras que el pantano de Sau se mantiene al 17,1%, aunque hace un año estaba al 47,1%. El pantano de Susqueda, uno de los más grandes, está al 35,1% de su capacidad y hace un año estaba al 64,6%, La Baells está al 26% (53,2% hace un año), y la Llosa del Cavall está al 26,4% (52,2% hace un año).
Javier Martín Vide, catedrático de la Universitat de Barcelona (UB) en Geografía Física y especializado en climatología, advierte de que las predicciones estacionales no entrevén, por el momento, “la solución del problema”. “No parece que lo que queda de febrero y los meses de marzo y abril vayan a ser más lluviosos de lo normal”, dice Martín Vide, que explica que la situación, en cuestión de cifras, ya empieza a asemejarse a la gran sequía de 2008, cuando las reservas se situaron por debajo de 25% en marzo y la Generalitat se vio forzada a traer agua en barco desde Tarragona, Marsella y Almería para abastecer Barcelona. Esa imagen insólita impactó a la ciudad y cambio la política hidrológica de la comunidad, que apostó por la desalinización ante futuras sequías. Ahora, a parte de ampliar la capacidad de desalinizar, la apuesta es por la regeneración de aguas (reciclar aguas residuales para ahorrar agua potable). Ese año se alcanzó la situación de excepcionalidad.
La diferencia con la situación de gran sequía de 2008 es que la capital catalana no tenía operativa la desalinizadora de El Prat (entró en funcionamiento en 2009) y que lleva a un récord de actividad desde que ahora hace un año la Generalitat declarara la prealerta por sequía en el sistema Ter-Llobregat, el más importante de Cataluña y el que abastece las provincias de Barcelona y Girona. Pero en 2008, recuerda 15 años después el catedrático, las predicciones estacionales sí apuntaron a lluvias cuantiosas. “Me atreví a pronosticar que la sequía iba a terminar y lo comuniqué. Finalmente así sucedió”, añade Martín Vide, que entonces asesoraba a la Generalitat y les transmitió las buenas perspectivas.
Las previsiones de Martín Vide se cumplieron y la sequía terminó. Ahora, sin embargo, las mismas previsiones meteorológicas del mismo experto en las mismas fechas no son buenas, con lo que se prevé que esta sequía se alargue todavía más que la del 2008. Y para más inri, las temperaturas serán altas. “La temperatura de cara a marzo y abril apunta a que será superior a lo normal, como ya ocurrió estas navidades”, añade el catedrático, quien cree que el deshielo tampoco será muy abundante porque en los pirineos orientales, salvo la segunda semana de febrero (cuando entró una borrasca desde el Mediterráneo), apenas ha nevado.
Aunque en meteorología todo puede cambiar, se aventura una temporada de riego (que se inicia en primavera) muy complicada para el sector agrícola, que será el que padecerá las restricciones más severas en riego (hasta el 40%). Es durante los meses de verano cuando las reservas disminuyen más (el riego supone el 70% del consumo de agua, según la Unesco) y coincide además con la llegada masiva de turistas y el llenado de piscinas particulares (que estará vetado si la situación no mejora radicalmente). El pasado verano municipios de la agrícola comarca de les Garrigues (Lleida) ya se vieron forzado a vetar el consumo de los grifos en algunos municipios agrícolas porque la falta de lluvia hizo aumentar los porcentajes de contaminación de sus reservas.
Fuentes de la ACA no se aventuran en qué fecha puede llegar a declararse la fase de excepcionalidad, aunque si advierten que la situación respecto a la sequía puede cambiar en las próximas semanas y aguardan a las actualizaciones de datos.
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