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POLÍTICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Laura Borràs no tiene quien le escriba

El saludo de los diputados de Junts a la presidenta suspendida de la Cámara había comenzado como un gesto de rebeldía y ya solo es un ritual estandarizado

Laura Borras
La expresidenta del Parlament, Laura Borràs, en la tribuna de invitados en el Parlament. EFE/Andreu DalmauAndreu Dalmau (EFE)
Manel Lucas Giralt

En la sesión de control del Parlament de este miércoles hubo cuatro intervenciones de Junts per Catalunya. Solo un diputado aludió al juicio que comienza este viernes contra Laura Borràs, líder del partido: “Fuerza, presidenta, estaremos allí.” Fue Joan Canadell, el empresario que representa el juntismo más derechista y centrifugado. Los otros tres, solo susurraron un escueto “presidenta Borràs” al inicio, un saludo que empezó como gesto de rebeldía cuando fue suspendida como presidenta del Parlament y ya es sólo un ritual estandarizado sin más, similar a responder “Jesús” tras un estornudo: no presupone cristianismo.

En cambio, el presidente de la Generalitat está contento. No por todo este embrollo, sino porque por fin ha atado los presupuestos del 2023. No parece estar afectado por todas las renuncias, regalos y parabienes que ha tenido que hacerle al PSC para lograr el “sí, quiero”. Se le ve sonriente, tranquilizado, seguro en su enfrentamiento con los vieux compagnons del independentismo y con la derecha centralista. Pere Aragonès fue acusado a la vez de amigo de la patronal (CUP), de vendido al Estado español (Junts) o de cómplice del terrorismo islámico (Vox).

Aunque la sesión era de control al presidente de la Generalitat, también recibieron Salvador Illa, presente, y Pedro Sánchez, ausente. Alejandro Fernández, del PP, echó mano del léxico más madrileño de su partido para arremeter contra el pacto ERC-PSC, que pasó de negado en público a deseado y a real en pocos meses: “[Aragonés] manipuló sentimientos por cuatro votos”, “degradan las instituciones”, “erosionan la confianza”, “Cataluña no se merece un presidente que mienta”. El Ciudadano Carlos Carrizosa desempolvó de la biblioteca de las quejas gastadas los barracones escolares y las listas de espera: mal momento, cuando, precisamente, el argumento de los que defienden los presupuestos es la posibilidad de gastar más en educación y sanidad. El líder de las filas narajna también se esforzó en meter al PSC en el saco del nacionalismo, pensando en salvar algún voto en las próximas elecciones municipales.

A socialistas y comunes se les notaba la dificultad de encontrar su propio espacio frente al Govern amigo: tanto Illa como Jéssica Albiach apremiaron a hacer efectivas las cuentas pactadas, y la líder de los comunes añadió un comentario contra la expectativa de un nuevo tripartito: otra manera de marcar territorio ante la inminencia electoral.

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