Independentistas en la cumbre, institucionalistas en la calle
El encuentro hispano-francés del próximo día 19 entre Pedro Sánchez y Emmanuel Macron brinda a los republicanos la oportunidad de practicar un ejercicio desdoblamiento de personalidad
La reciente muerte de Joseph Ratzinger, intelectualmente admirado entre otros por el republicano Oriol Junqueras, trae a colación la nómina de heterodoxos que fueron sus víctimas por tratar de hacer dialogar catolicismo e izquierda o simplemente Iglesia y modernidad. Para el que fuera Papa y prefecto del ex Santo Oficio era tan inconcebible como para Mijail Suslov, ideólogo soviético del PCUS y albacea del marxismo-leninismo, compatibilizar el materialismo dialéctico con la doctrina de la Iglesia. Las purgas cruentas dirigidas por Suslov nada tenían que ver con las ideológico-doctrinales de Ratzinger, pero compartían un objetivo común: apartar a los heterodoxos de circulación. En una reunión con Vasili Grossman, autor de Vida y destino, Suslov rechazó publicar el escalofriante testimonio literario con una frase lapidaria: “¿Por qué vamos a añadir su libro a las bombas atómicas que los enemigos preparan para lanzarlas contra nosotros?”. Ratzinger en su momento de gloria como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe censuró la obra del moralista Bernard Häring. Al salir de uno de los interrogatorios sobre sus “errores”, el teólogo alemán manifestó: “Siento entre estas piedras el virus del Santo Oficio”.
Ahora la Esquerra Republicana de Oriol Junqueras da forma a una suerte de remake postprocesista de una máxima de Alfonso Carlos Comín: Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia, que trataba de vincular la lucha por la justicia social con la fe. El líder de ERC traduce a su manera la vieja idea de los setenta: independentistas en la cumbre, institucionalistas en la calle. El encuentro hispano-francés del próximo día 19 entre Pedro Sánchez y Emmanuel Macron brinda a los republicanos la oportunidad de practicar un ejercicio de desdoblamiento de personalidad. Mientras Pere Aragonès asistirá a la cumbre institucional, Junqueras encabezará la delegación de ERC que defenderá en las calles la amnistía, la autodeterminación y la república y protestará por la celebración del encuentro al que acudirá su compañero presidente de la Generalitat. Sin duda, el papel más arriesgado es el de Junqueras, que desfilará junto a algunos que se pretenden guardianes de la ortodoxia. Muchos de los asistentes a la marcha seguro que ven como una trampa la revisión del delito de sedición y de malversación, que facilita el retorno de algunos de los líderes independentistas. Para ellos, el objetivo de la medida no es otro que restar empuje y asistencia a esa nueva gran prueba que el independentismo desunido se plantea. Mejor pocos, pero unidos. Ratzinger ya sabía que el crecimiento de los heterodoxos debilitaba el dogma. Y aplicaba la máxima tan cara a Suslov de que el partido se refuerza depurándose.
Esquerra ahora hará un ejercicio de contorsionismo revestido de estrategia. Con ello quizás evitará la repetición de errores, como la no asistencia de nadie del Govern a la reunión en 2021 con el entonces presidente del Grupo Volkswagen, Herbert Diess. Entonces, la presencia del Rey –por inconveniente que resultara su mensaje del 3 de octubre de 2017– hizo pasar la ortodoxia por delante de la intendencia que reclamaba heterodoxia.
En realidad, Esquerra parece haber aprendido más de León XIII que de Alfonso Carlos Comín. La situación para los católicos, como dejó escrito el Papa de la Rerum novarum, era de hipótesis allí donde no existía un régimen de cristiandad y de tesis allí donde imperaba el monolítico credo católico apostólico y romano. Hay que manifestarse como creyentes, pero también actuar con sentido de realidad. Nadar y guardar la ropa como virtud.
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