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Adiós a Cómplices, la librería LGTBI pionera de Barcelona: “Rompió muchos tabúes y luchó para abrir camino”

Escritores, editores y asociaciones reconocen la labor de un espacio cultural que cierra tras 28 años de actividad por jubilación

Librería Complices
Un cliente en la librería "Cómplices" este miércoles en Barcelona.Lucia Pardo
Rodrigo Marinas

“Mucha gente no se atrevía a entrar, y mira que estábamos en una calle pequeñita, no en una como el Portal de l’Àngel”. Así fueron los comienzos de Cómplices en 1994, la primera librería de temática LGTBI en Barcelona, según su cofundadora Connie Dagas. A pesar de estos inicios, este local de la calle Cervantes 4, en el centro de la ciudad, se ha mantenido abierto 28 años y cierra no por la falta de clientes, sino por la jubilación de Dagas y su socia, Helle Bruu. Este establecimiento pionero echará la persiana este sábado consagrado como uno de los espacios históricos de la comunidad LGTBI en la capital catalana, ya sea como epicentro cultural o como punto de encuentro para la visibilización del colectivo.

Connie Dagas, cofundadora y librera de "Cómplices".
Connie Dagas, cofundadora y librera de "Cómplices". Lucia Pardo

Estas libreras se conocen desde los 18 años, cuando trabajaban de au pair en Londres a la vez que estudiaban. Dagas, de Sant Joan les fonts (Girona) y Bruu, de Dinamarca, decidieron abrir este negocio que no encontraban en la Barcelona posolímpica, aprovechando su imagen internacional “de ciudad abierta”. Lo llamaron Cómplices porque tenía que tener un nombre “fácil de pronunciar” para Bruu, bromea Dagas: “También tenía que ser comprensible en francés y en inglés”.

El primer obstáculo que enfrentaron era la ausencia de títulos LGTBI que no fueran importadas de otros países como Francia o Reino Unido: “O hacemos un catálogo o regresamos a Londres”, le comentó Bruu a su compañera. Desde 1994 publican con su sello Egales tanto a clásicos como Lola Van Guardia, autora de la novela lésbica Con Pedigree (1997), como a autores noveles por los que han apostado. “Van Guardia era de las pocas que había escrito algo lésbico y no tenía problemas en dar la cara. Ahora todo el mundo quiere publicar, pero en esa época era difícil animar a autores a escribir esas historias salvo algunos grandes nombres como Mendicutti”. Uno de sus últimos libros es Hasta entonces caminaré solo, la primera novela de David Carrasco.

librería Complices
Lucia Pardo

Sebastià Portell, escritor mallorquín que lleva 12 de sus 30 años afincado en Barcelona, ha publicado con Egales la traducción de su última obra de teatro, Transbordo. Guarda muchos recuerdos de este espacio, donde ha pasado muchas horas como firmante en Sant Jordi, donde ha podido conocer a otros autores, pero también como lector. Destaca la biografía de la Veneno ¡Digo! Ni puta ni santa, de Valeria Vegas que le abrió “un mundo” y el Power ranger rosa de Christo Casas, “una novela tierna donde mucha gente millennial LGTBI podemos sentirnos identificados”.

Portell, como presidente de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana, también remarca la “responsabilidad con el colectivo” que han ejercido estas libreras, por ejemplo colaborando con el Festival de Literatura Queer “QLit” que su entidad organiza desde hace cinco años. “Tenemos mucho que agradecer a esas libreras pioneras que se atrevieron a especializarse: abrieron el camino para que luego la sociedad hiciera suyas esas inquietudes. Hacía falta una librería de referencia en el corazón de Barcelona que fuera orgullosa y pusiera temas sobre la mesa que interesan, no solo a la comunidad LGTBI”.

librería Complices
Lucia Pardo

Otro frecuentador habitual de Cómplices ha sido Eugeni Rodríguez, presidente del Observatori Contra l’Homofòbia, mientras trabajaba en Correos: “Había miedo a que justo pasase alguien que te conoce y te viera entrar allí”. El Observatori les concedió el premio 17 de Mayo, antes de conocer la noticia del cierre, por “estar siempre ahí”, según Rodríguez. “Venían a muchos actos desinteresadamente para ayudar con banderas o libros, no solo como espacio de venta”. En su librería se podían dejar “panfletos de una asociación para leerse tranquilamente de día, y no solo en un bar de ambiente a las dos de la mañana”, bromea Rodríguez. Aunque haya otras librerías especializadas surgidas después de Cómplices, Rodríguez lamenta que dejan “un vacío, un trozo de la historia de Barcelona”.

Dagas detalla que todo tipo de clientes han acudido buscando un espacio seguro . “Hemos vivido algunos casos horrorosos. Como una chica de un pueblo a la que echaron de casa cuando dijo que era lesbiana. La gente no sabía muy bien dónde hablar, con quién hablar… Muchas veces ni los amigos ni la familia sabían de sus necesidades o afectos, y aquí se podía hablar libremente, teníamos vínculos diferentes a otro tipo de librería, era un espacio poco común. Ahora estamos abrumadas por las muestras de cariño antes del cierre”. La librera veterana muestra cierto optimismo: “Veo a la juventud otra vez bastante activista, a la que te paras te cogen el terreno que has ganado con mucha dificultad. Muchos jóvenes están muy dispuestos a luchar por sus derechos y mantenerlos”.

El Gremio de Libreros de Cataluña también ha mostrado sus reconocimientos institucionales a la labor de este local: “Cómplices rompió muchos tabúes y luchó para abrir camino. Esto es impagable y es una deuda que tiene la sociedad hacia sus libreras. Siempre nos entristecemos cuando una librería cierra, pero son muchas y diversas las que continúan el trabajo que ellas empezaron. Solo podemos decir: Muchas gracias”.

Casi tres décadas después, tras este local pionero han abierto otras librerías especializadas por Barcelona como La Raposa, Antinous o La Prole. Otro avance en la visibilización del colectivo para Dagas es que también se vea en librerías generalistas “secciones de género o feminismo en sus escaparates”. En realidad, ella seguirá contribuyendo a esta misión “medio jubilada”, porque seguirá trabajando en la editorial.

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