El negocio de las chicas imagen en las discotecas: “La misión es sonreír y que los hombres beban más”
Algunos clubes usan a jóvenes como reclamo para atraer clientes. Ellas explican cómo es el trabajo en los clubs de Barcelona: algunas cobran alrededor de 50 euros por ello; otras, solo entran gratis
Paula Trejo trabajaba de lunes a domingo. Todas las noches, tacones, vestido y sonrisa hasta las cinco de la mañana. Siempre obligada a aceptar copas de desconocidos en mesas de la zona VIP para cobrar 50 euros en metálico. Con 19 años, Paula ha sido chica imagen, aunque dice que en ocasiones se ha sentido “una chica de compañía”. “Tu misión es sonreír y conseguir que los hombres consuman más. Si te invitan a una copa, estás obligada a aceptarla. Si no la quieres, vas al lavabo y la tiras”, comenta.
El fenómeno de las chicas imagen en los locales de ocio nocturno no es nuevo. Son jóvenes que entran gratis cada noche a las discotecas, con el beneficio de rondar por el reservado y no pagar ni una consumición. Su misión es ser un reclamo publicitario, que la sala esté llena cuando los chicos entren y conseguir que más gente se una a la fiesta. Deben anunciar en sus redes, como Instagram, que esa noche va a ir al club. Algunas chicas, como Paula, incluso cobran por ello, aunque tienen un objetivo extra: que los chicos consuman más.
El secretario general del Gremio de Discotecas de Barcelona, Ramón Mas, explica que el perfil suele ser de “chicas universitarias que quieren ganar un dinero extra o pasar una noche gratis”. Como propietario de la discoteca Wolf (Barcelona), Mas asegura que estas últimas no cobran y “no tienen obligaciones”, solo deben “dar buena imagen”. Para Alba Alfageme, psicóloga especializada en violencia sexual y profesora de la Universidad de Girona, “el sistema se aprovecha de la de la brecha de edad y género de las jóvenes”, lo que produce una “cosificación e hipersexualización normalizada” de las chicas. “La mujer es el reclamo. Y cuando eres reclamo, pasas de sujeto a objeto”, comenta Alfageme.
“Prácticamente, todas las mesas VIP son reservadas por hombres y quieren chicas a su alrededor”, explica el director comercial de la discoteca Twenties, Joan Sans. Son ellas quienes contactan con el promotor para asistir a la fiesta, y en la discoteca de Sans han aumentado las solicitudes: “Tenemos 150 chicas imagen cada noche sin cobrar, y las solicitudes son más del doble”. Deben pasar tres filtros: tener seguidores en redes sociales —sobre todo en Instagram—, ser atractivas y universitarias. Sans añade que en Barcelona cada noche hay entre 10 y 40 chicas imagen que cobran por discoteca, con un salario de unos 50 euros.
Las chicas detrás de la imagen
Paula vivió la noche madrileña y barcelonesa hasta que la drogaron en un reservado. “Metieron droga en mi copa y me desperté en el hospital. No recordaba nada”. Dejó de trabajar. Su jornada empezaba a medianoche, cuando llegaba al club una hora antes de su apertura, obligada a ir en tacones y con vestido o falda. Fichaba y le daban consumición y guardarropía. Esperaba con el resto de las chicas hasta que entraban los clientes. Pasaba la noche de mesa en mesa, sin poder sentarse. “El jefe de imagen te indica a qué mesas de chicos tienes que ir. Si te niegas, te echan.” Hasta que llegaban las cinco: la discoteca cerraba y las chicas hacían cola para recibir su dinero. Su función: conseguir que los chicos de las mesas VIP gastasen el doble. O el triple. Incluso, algunas se llevan una comisión por este gasto extra. “Me han invitado hasta a botellas. Me han ofrecido sexo por dinero, pero nunca lo he hecho”, explica Paula. Sans asegura que la mayoría de los clubes intentan que el cliente gaste en champán, ya que es “más caro y se acaba rápido”.
Laia, de 22 años, ha ejercido de chica imagen, pero sin cobrar. Con 20 años acostumbraba a salir por las discotecas de Barcelona para ahorrarse el dinero de la entrada. Sabía que los locales se “aprovechaban” de ella para “atraer a chicos”, aunque una vez dentro, iba a la suya. También Meritxell Peña, de 21 años, desempeñó ese papel imagen para entrar gratis, incluso cuando era menor. “Sabes que estás ahí por guapa, no para disfrutar. Cuando eres pequeña no piensas que estás siendo un reclamo para hombres, pero te están cosificando”. Meritxell explica cómo se sintió al estar rodeada de hombres más mayores que intentaban ligar con ella: “Recuerdo entrar y pensar: estoy en un burdel”.
A Nerea Giménez, de 21 años, la contactó un promotor por Instagram. Ahora está en varios grupos de WhatsApp de chicas imagen que reciben convocatorias de las diferentes discotecas. En estos grupos, que tienen entre 20 y 30 chicas, también se envían invitaciones a fiestas privadas, confirman tanto Nerea como Paula, que ha asistido a varias. “Mandas una foto tuya, y los que pagan la fiesta deciden qué chica va. Es un catálogo”. En algunas fiestas, según Nerea, las chicas van “con opción a escort”. Para Paula no es algo nuevo: “Gran parte de mis compañeras eran escorts, la mayoría gestionadas por los jefes de imagen”.
Según Mas, las chicas imagen “no están relacionadas con servicios de escort”. Explica que la chica imagen es una figura “con recorrido en diferentes ciudades españolas”, y que no todas las discotecas cuentan con ella. Confirma, además, que hay chicos imagen, pero Sans asegura que “no existen porque no tiene ningún sentido”. Para el director de Twenties, “hay un exceso de hombres en el VIP”, y las chicas imagen aparecen como fruto de “una discriminación positiva para crear equidad”. Recalca su importancia como publicidad al club y de atraer a más clientes, algo crucial para la facturación de la discoteca.
Alba Alfegeme critica que este fenómeno se vincula con la “libertad de las mujeres, pero se hace negocio con ello”. “El reclamo del cuerpo de la mujer es algo anacrónico: es un reflejo de la capacidad del patriarcado de adaptarse a los nuevos tiempos”, declara la psicóloga. Alfageme comenta que se deberían “encontrar alternativas de reclamo para el ocio nocturno patriarcal”, y que se crea una “presión estética” en las chicas al promocionar “un único tipo de belleza”. Explica, además, que este fenómeno está estrechamente relacionado con la “cultura del blanqueo”, y retira el foco de las chicas: “El problema es de los valores de las empresas y el tipo de masculinidad que busca este reclamo”. Para una de estas chicas, Paula Trejo, resultó difícil salir de este mundo. “Sales de fiesta, haces amigas y conoces a gente. No te das cuenta de nada”. Ahora solo quiere que otras chicas que estén a punto de entrar en este mundo se lo replanteen. “No todo son bengalas en botellas”.
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