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Mireia Boya se da de baja de la CUP tras acusar al partido de gestionar mal su caso de acoso psicológico

La exdiputada denuncia los silencios de algunos compañeros y la ausencia de una “reparación” o autocrítica por parte de la organización

La exdiputada Mireia Boya atiende a los medios tras la reunión del Consell Polític, EN 2019.
La exdiputada Mireia Boya atiende a los medios tras la reunión del Consell Polític, EN 2019.
Àngels Piñol

La exdiputada de la CUP, Mireia Boya, ha anunciado esta noche que se da de baja del partido por la “mala gestión” que ha hecho del acoso psicológico que sufrió y denunció en 2019 por parte de un compañero. En un extenso comunicado publicada en la red, la exparlamentaria ha señalado que la CUP ha concluido que ese acoso existió por parte de un exmiembro del secretariado nacional, pero ha echado en falta un gesto de “reconocimiento, de autocrítica y de reparación por parte de la organización”. “Hoy en un día triste y me he dado de baja de la CUP por cómo ha acabado mi caso. Las violencias machistas son personales y colectivas a la vez, la reparación también lo ha de ser”, afirma la exdiputada que renunció a los cargos en el secretariado nacional y se apartó de la primera línea política.

En el texto, Boya, que sufrió problemas de salud por culpa del acoso, ha señalado que la organización concluyó en enero, casi dos años después, la existencia de esos ataques. Pese a no sentirse acompañada por la organización, Boya detalla que quiso poner su caso en la comisión de agresiones machistas siguiendo el protocolo establecido. “Se dudó de mi y se quiso ocultar lo que había pasado. Sentí que pasaba por mentirosa, por exagerada, por interesada. Fue un discurso que se difundió a la prensa y que parte de la militancia creyó”, afirma señalando que la CUP quiso lavar la “ropa sucia” en casa, tergiversando los hechos y perjudicándola “enormemente”.

El caso del acoso Boya generó críticas internas en el partido y causó ya la dimisión de tres miembros del secretariado por considerar que se estaba protegiendo más al agresor (no se reveló su nombre ni se le suspendió de militancia) que a la propia víctima. El protocolo, de hecho, establecía que un caso como el de la diputada se debía tramitar en dos meses aunque se alargó y las gestoras apelaron que no eran plazos matemáticos. En la carta, Boya señala que la comisión en el momento inicial se caracterizó por “su parcialidad” y luego “por su ausencia”. “El silencio de muchos compañeros y compañeras me hizo tanto o más daños que las palabras de otros”, denuncia. La exdiputada revela que se ha pagado de su bolsillo la ayuda psicológica y que aún arrastra secuelas emocionales.

Este mes de enero, tras años y medio de silencio, recalca Boya, la CUP, un partido que habla en femenino y que se define como feminista, decidió cerrar su caso. “El informe final de la comisión dice que (el agresor) reconoció que la violencia machistas existió y el dolor que causo a mi y a otras compañeras. Lo dice en una carta privada que he prometido no compartir”, cuenta para añadir: “Leerla hace incontestable que no mentía ni lo exageraba, no era por interés político. El acoso existió”. Pese a que acepta ese reconocimiento “como una victoria”, Boya cuenta que tras la asunción del agresor y la mala gestión pidió a la comisión “la necesidad de autocrítica de reparación colectiva y de acompañamiento. “El impacto mediático necesitaba un gesto, una explicación, una reparación”, señala. La comisión fue receptora, pero la dirección decidió cerrar el caso “sin más”. “Necesitaba una disculpa, una autocrítica, una aproximación. Necesitaba que la reparación, ni que fuera solo teórica, sino un precedente imprescindible. Me hubiera reconfortado un mensaje”.

“Necesitaba una disculpa, una autocrítica, que la reparación, ni que fuera solo teórica, sino un precedente imprescindible. Me hubiera reconfortado un mensaje”
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La exdiputada cierra la carta señalando que está viviendo el caso como “un divorcio político” y acusa a la CUP de no haber sido lo suficientemente valiente para dar un paso adelante en la reparación de las violencias machistas”. Tras la decisión de Boya, la CUP ha emitido un comunicado en el que lamenta la decisión de la exdiputada y le agradece la labor realizada durante todos estos años. En el texto, el partido, que se define como organización feminista seguirá “revisándose” y “trabajando para erradicar” cualquier actitud machista en sus espacios y en el conjunto de la sociedad. Queremos poner en valor el trabajo hecho por la comisión de abordaje de agresiones machistas. El protocolo ha sido útil”, ha sostenido.

Tras el caso de Boya, la CUP reveló en 2019 que al menos había tenido que gestionar una veintena de casos por denuncias de acoso machista. El más relevante fue el del exalcalde de Argentona, Eudald Calvo, que dimitió después de reconocer que había cometido ataques sexistas diez años contra una joven que denunció el caso en la red. Calvo será el candidato de Junts en las próximas elecciones municipales.



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