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Sant Jordi, pendiente del cielo, regala la vuelta de los besos

Destrozos en puestos de libros del paseo de Gràcia de Barcelona durante una granizada con fuerto viento

Ambiente durante el día de Sant Jordi, este sábado en Barcelona.
Ambiente durante el día de Sant Jordi, este sábado en Barcelona.CRISTOBAL CASTRO (EL PAÍS)
Clara Blanchar

Hay un día al año en Barcelona en el que los adolescentes se levantan a las seis de la mañana -sin rechistar, oiga-, para salir a vender rosas con el cau. En la avenida del portal del Ángel ya venden rosas cuando el Zara todavía está cerrado. En el Ayuntamiento dan desayuno a los escritores y escritoras, esa gente con la que viajamos, soñamos, pensamos y somos más libres. Este año con el ministro de Cultura (y exconcejal) Joan Subirats y con la vicepresidenta Yolanda Díaz. Es Sant Jordi. Y ha vuelto por fin como dios manda después de dos años de pandemia y resaca de la ídem. Con la ciudad echándose a la calle a por libros y rosas: el día del encuentro entre libreros, lectores y autores. Y cuatro días después de que nos hayan quitado la mascarilla, han vuelto los besos. Los espontáneos, los que le plantas a quien te encuentras sin pensarlo. Que por Sant Jordi es un no parar. Y qué sorprendente volver a tocar mejillas.

En la capital catalana, el tiempo ha respetado durante las primeras horas uno de sus días grandes. Había llovido a primera hora y el tiempo ha mejorado hasta salir el sol, pero minutos antes de la 1 ha caído un chaparrón incluso con granizo. Luego la situación se ha complicado y con episodios de sol, lluvia, granizo e incluso unos minutos de fuerte viento ha habido destrozos en los puestos del paseo de Gràcia. Negocios como el de los libreros de viejo han resultado muy afectados; una caseta del servicio de publicaciones del Ayuntamiento ha quedado destrozada; y librerías como Karma, del Poble-Sec, han optado por marcharse. Otras, como Abacus o la editorial Ànima Llibres barajan si quedarse o marcharse. El problema, sin embargo, es que el dispositivo de desmontaje estaba previsto para las nueve de la noche y ahora la Guardia Urbana no permite la entrada de vehículos al paseo.

En el resto de Cataluña el tiempo ha sido también variable. En Girona apenas ha llovido y el palacio ferial donde se han resguardado las librerías está que no cabe un alfiler. En Tarragona también se ha puesto a llover a mediodía. En Lleida han tenido solazo durante la mañana. Los libreros catalanes confían en vender un millón y medio de libros; y los floristas, cinco millones de rosas.

El paseo de Gràcia, durante la granizada de la jornada de Sant Jordi.
Massimiliano Minocri

En Barcelona, la gran novedad de esta edición es la Superilla Literaria: el paseo de Gràcia y Rambla de Catalunya y sus calles perpendiculares cortados al tráfico y llenos de mesas con libros y rosas. Un lujo de espacio. Libros sobre el asfalto. Literal. Aunque en la Rambla, el paseo donde históricamente se concentraban las librerías y este año hay poquísimas y solo en la parte alta, andan molestos. “Han vestido un santo y han desvestido otro”, lamenta Fermín Villar, presidente de la entidad Amics de la Rambla. “Lo han gestionado mal y pese a haber espacio, no ha habido peticiones de espacios. Y mira que es el día que los barceloneses toman el paseo”, se queja.

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Sí hay libros, en cambio, en la plaza Reial y plazas y calles peatonales de todos los barrios. Y otra cosa que ocurre siempre que Sant Jordi cae en sábado o domingo: la romería de vecinos de otras ciudades que no se lo quieren perder. De Girona o Reus salían de buena mañana familias de la estación del paseo de Gràcia. “Siempre lo vemos en la tele, en las noticias y este año hemos querido estar”, contaba Ricard junto a su mujer y sus tres hijos.

Un poco más arriba, una cola bestial ante la caseta de la Casa del Libro. Y mucho chaval en la cola. ¿Quién firma? “Un youtuber”. Eso también es Sant Jordi. Que muchas veces las ventas se las lleven libros con la firma de autores mediáticos. “Por lo menos leen”, se conformaba la madre de uno de los chavales de la cola. No eran ni las 10 de la mañana y se había desplazado desde Tarragona.

De más lejos viene gente por Sant Jordi. Ali, de Madrid, con su pareja. Alucinada con el ambiente: “Se nota que la gente tenía ganas de salir a la calle. Aquí estamos por amor a los libros y por tener un día de alegría, parece que no haya pandemia”, celebra y compara la jornada con la feria del libro de Madrid: “Allí es más concentrado, aquí empapa toda la ciudad, es mucho mejor, más democrático”.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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