_
_
_
_

Boixos Nois, una marca para la intimidación

El grupo neonazi detenido por la Policía hacía valer su condición ‘ultra’ para alejar a sus rivales en el narcotráfico

Jesús García Bueno

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

El arsenal y la simbología incautados por la Policía en el registro al grupo neonazi de Sabadell.
El arsenal y la simbología incautados por la Policía en el registro al grupo neonazi de Sabadell.

Para una parte de los Boixos Nois, el grupo ultra que brinda apoyo al FC Barcelona, hace tiempo que el fútbol pasó a ser una actividad secundaria, tan solo el paraguas bajo el que individuos violentos y de ideología neonazi se agrupan para cometer delitos. Pero Boixos Nois es, también, una marca comercial de prestigio en el mundo del crimen, una llamada de atención que intimida, que desata el temor y aleja a la competencia en negocios ilegales como el tráfico de drogas. “Lo primero que dejaban claro para mantener bajo control su territorio es que eran boixos, y que había que tener cuidado con ellos”, cuenta uno de los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía que ha participado en la desarticulación de uno de sus grupos.

El 2 de noviembre, los agentes detuvieron a 14 personas como presuntos integrantes de una organización criminal asentada en la comarca catalana del Vallès Occidental, en el área de Barcelona. A los policías que registraron sus viviendas —encontraron 300.000 euros en efectivo, diez armas de fuego, 5.000 plantas de marihuana y material supremacista— les sorprendió “la tranquilidad que transmitían” pese a la presencia de los GEO. “Son tipos curtidos, que seguramente sabían que esto podía pasar”, dice el investigador de la Comisaría General de Información sobre un grupo de fuerte carácter “identitario” y “violento” que ha sabido sacar rédito al temor que infunde la mera mención a los Boixos Nois. “Su cara a es el fútbol, pero su cara b es la delincuencia”, resume.

La mayoría de los detenidos —siete permanecen en prisión provisional— tiene vínculos con los Boixos, pero también con los Casuals, que es quizá el rostro más salvaje de los radicales del Barça. Los Mossos desarticularon hace una década a la cúpula de los Casuals que, entre otras actividades, se dedicaban a robar a narcotraficantes y a extorsionar a dueños de locales nocturnos de Barcelona.

La Policía considera ahora que ha detenido a sus “sucesores”, o por lo menos a una “delegación” especialmente activa, que había sabido ampliar el abanico de delitos: drogas (cocaína, marihuana), pero también tráfico de anabolizantes no autorizados y prostitución coactiva. Algunos integrantes de la banda regentaban un piso donde obligaban a mujeres a prostituirse; los beneficios servían para financiar su asistencia a conciertos o a desplazamientos para seguir los partidos del Barça. En enero de 2020, algunos de los arrestados participaron en los graves enfrentamientos con los ultras del Valencia, los Yomus, en los alrededores de Mestalla.

El grupo ahora desarticulado tejió sus primeras complicidades no en torno al Camp Nou sino de la Nova Creu Alta, el campo del Sabadell: formaban parte de los Hooligans Vallès. Su faceta de militantes de la ultraderecha les llevó también a integrarse en Último Bastión, un grupo neonazi, según fuentes de la investigación.

En los registros se encontraron banderas del Tercer Reich y retratos de Hitler, pero también material de los Ángeles del Infierno. Uno de los detenidos pertenece a esa banda de moteros y su mediación impidió que un incidente grave ocurrido entre ambas partes llegara a mayores. Fuentes de la investigación explican que uno de los Boixos Nois detenidos apuñaló a un prospect (un candidato a ingresar en el club de moteros) en la sede de Sabadell. “Han mantenido el nivel de violencia de los Casuals tradicionales, aunque la mayoría de veces les bastaba con la intimidación”, explica.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El juez que instruye el caso ha bloqueado más de 20 cuentas bancarias y ha embargado tres viviendas y 27 vehículos, todos ellos procedentes presuntamente de actividades ilícitas. La policía destaca que se trata de una organización jerárquica, con sus líderes, entre los que se encuentra Dídac G., que en octubre de 2019 (durante las protestas por la sentencia del procés) participó en una marcha que acabó con la brutal agresión a un joven independentista. Genís V., otro de los detenidos, también es un viejo conocido: fue uno de los condenados en el ataque que un grupo de neonazis perpetraron junto a la sala de conciertos Stroika, en Manresa (Barcelona) y que casi le cuesta la vida a un joven.

Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_