La alimentación de los barceloneses genera casi el triple de CO₂ al año que todos los coches que circulan
El Consistorio advierte que con una reducción del 25% de proteína animal se reducirían 285.000 toneladas de CO₂
El consumo de alimentos y bebidas en la ciudad de Barcelona genera una huella de carboneo de 2.527.983 toneladas de CO₂ cada año independientemente del lugar donde estas emisiones se produzcan. Por primera vez, un informe elaborado por Barcelona Regional, en colaboración con Inedit, constata que las emisiones que se generan (en cualquier parte del planeta) por el consumo de los barceloneses – ya sea por producción, procesamiento de alimentos, fabricación de envases y distribución de productos- representa el 74% de las toneladas que generan anualmente solo en la capital catalana sumando la movilidad e industria interna junto al consumo doméstico y los servicios. 2.52.7983 toneladas de CO₂ equivales a 3,6 veces las emisiones de todo el sector residencial de Barcelona o 2,7 veces las emisiones de movilidad (vehículo privado, transporte de mercancías y transporte público) de la capital catalana en un año.
El Comisionado de Economía Social, desarrollo local y política alimentaría del Ayuntamiento de Barcelona, Álvaro Porro, advertía este lunes que también se puede “hacer frente a la emergencia climática haciendo frente al sistema alimentario”. El Consistorio ha cruzado los datos de la huella de carbono que ha contabilizado en la actividad propia de la ciudad. Barcelona genera 3,4 millones de toneladas de CO₂ cada año mientras que la actividad portuaria genera 5,3 millones de toneladas y la aeroportuaria genera 7,6 millones.
El estudio destaca que de las 2.527.983 toneladas que genera el consumo en alimentación el 62% es por consumos domésticos de residentes en la ciudad, el 13,3% es de turistas, el 7,1% es de vecinos en bares y restaurantes, el 13,5% son residuos generados por la fabricación y el envasado y el 4,1% en distribución del producto. Tal y como alertó este lunes el concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Eloi Badia, a estas cifras preocupantes habría que sumar “las emisiones derivadas de la preparación y refrigeración de alimentos, comercialización, transportes de la última milla y tratamiento de residuos alimentarios”.
Cada barcelonés consume una media de 637 kilos de alimentos y bebidas al año lo que genera 1,56 millones de toneladas de CO₂. Algo por encima de los 1,33 millones de toneladas que genera un madrileño pero por debajo de los 1,93 millones de un londinense.
Para los barceloneses, las carnes, lácteos y pescados representan el 60% de las emisiones derivadas del consumo doméstico de los alimentos. Respecto al consumo en bares y restaurantes cada vecino de la capital catalana come 85 kilos cada año en esto lugares y genera 178.989 toneladas de CO₂. Cada año la alimentación en la ciudad comporta el transporte de 1.579.076 toneladas de alimentos y bebidas.
Badia advierte que con los datos a los que ha llegado el informe una reducción del 25% de proteína animal significaría que se dejarían de emitir 285.000 toneladas de CO₂ y advierte que el futuro solo pasa por “el consumo de productos de temporada y de proximidad”.
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