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danza
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Inolvidable Natalia Osipova en el Liceo de Barcelona

La bailarina rusa brilla, junto a Marcelino Sambé y Kimin Kim en la gala de estrellas de la danza organizada por IBStage

Osipova y Sambé, durante su actuación en la Gala Ibstage del Liceo de Barcelona.
Osipova y Sambé, durante su actuación en la Gala Ibstage del Liceo de Barcelona.Josep Guindo

La expectación que había despertado la actuación de la diva de la danza actual Natalia Osipova era grande. Más aún cuando había plantado al público barcelonés en 2015. Pero esta vez no falló y hechizó al público, que llenaba el Liceo, con su impecable técnica, virtuosismo y personalidad escénica. La actual estrella del Royal Ballet de Londres actuó por última vez en el coliseo barcelonés en 2012 cuando vino con el American Ballet Theatre para bailar Don Quijote. En esta ocasión ha escogido el paso a dos de El Corsario de Marius Petipa con música de Ludwing Minkus en él que deslumbró por la seguridad de sus puntas, la precisión de sus piruetas y su salto seguro, a los que se suma la belleza y expresividad de su movimiento de brazos. Su pareja fue el brillante bailarín brasileño, Marcelino Sambé, actualmente en las filas del Royal Ballet, su extraordinaria técnica dejó al público clavado en su butaca. Sus espectaculares saltos y seguridad en la ejecución técnica de esta virtuoso paso a dos arrancaron los aplausos del público todo el tiempo que duro la variación. Sambé con tan solo tres grans jetés cruzó el escenario del Liceo.

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Otro de los momentos mágicos de la noche fue el solo que estrenó Osipova para esta ocasión, titulado Ashes, creado por su pareja, el coreógrafo inglés Jason Kittelberger. Se trata de una pieza intensa, de cinco minutos de duración, de corte contemporáneo y con música balcánica, en la que la bailarina rusa desplegó el carisma de su personalidad escénica y su ductilidad y nitidez de gesto, logrando emocionar al espectador. Como es natural el público se quedó con ganas de ver bailar más piezas a Osipova, una lástima.

El bailarín Kimin Kim, en uno de sus saltos durante la actuación del Liceo.
El bailarín Kimin Kim, en uno de sus saltos durante la actuación del Liceo.Josep Guindo

Otra de las perlas de esta apasionante gala fue el surcoreano Kimin Kim del Ballet Mariinsky, quien cerró la función bailando el virtuoso paso a dos de Don Quijote, coreografía de Marius Petipa y música de Ludwing Minkus, junto a Liudmila Konoalova, la bailarina rusa que en la actualidad es primera figura en la compañía de la Ópera de Viena. Los dos estuvieron soberbios, especialmente él con sus ágiles y elevados saltos y la gran souplesses al tomar tierra.

En esta ocasión la Gala IBStage ha programado diversas coreografías de danza contemporánea junto a las piezas de danza clásica, una de las más interesantes fue la del alemán, Marco Goecke, coreógrafo del Nederlands Dance Theater de La Haya, titulada, Nachtmerrie, con música del Concierto Part VII/VIII, interpretados por los españoles Martí Paixà y Elisa Badenes, primer bailarín y solista del Stuttgart Ballet, respectivamente. La obra es de una gran belleza y solemnidad, posee un gesto fértil, que encierra novedosas frases coreográficas. Fue una obra muy aplaudida. Sus magníficos intérpretes también brillaron en otra obra, esta vez de corte clásico, Aguas de primavera, coreografía de Assaf Messerer y música de Sergei Rachmaninoff.

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Otra de las piezas contemporáneas más novedosas fue The four seasons (Autumn Duet) de David Dawson, creador residente de Het Nationale Ballet de Ámsterdam, con música de Vivaldi y que interpretaron los magníficos bailarines de la compañía holandesa, Riho Sakamoto y Edo Wijnen. Un obra de una gran fuerza con un gesto contundente y de una gran fluidez. Al final de a Gala el público puesto en pie aplaudió y ovacionó a todos los bailarines participantes.

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