Picasso en el Prado y sus justificaciones
Ha costado lo suyo integrarlo en la colección del museo, se han tenido que hacer un montón de reuniones y dar otro montón de explicaciones a los medios de comunicación
En octubre de 2004 me ocupaba de crónicas de exposiciones y junto a otros colegas fui invitada a la rueda de prensa de presentación de la expo en el Prado El retrato español del Greco a Picasso. Era una ocasión importante, porque la pinacoteca acogía por vez primera a Picasso, y con unas cuantas obras. Hasta entonces, el artista no había entrado en el Prado, ni siquiera en una exposición temporal como esta. El avión, entonces el puente aéreo desde Barcelona, llegó con su acostumbrado retraso a Madrid, por lo que cuando entré en la sala donde tenía lugar la rueda de prensa hacía rato que había comenzado. Estaban ya en el turno de preguntas los colegas. Uno de ellos, de edad avanzada, estaba despotricando contra la presencia de los cuadros de Picasso en el Prado.
La explicación oficial es que la institución acoge en exclusiva obras históricas, que no deben pasar de 1881La explicación oficial es que la institución acoge en exclusiva obras históricas, que no deben pasar de 1881
Me quedé traspuesta. No comprendía nada. Hasta que me informaron: en Madrid, en la prensa más conservadora, se continuaba creyendo que Picasso no debía estar nunca, pero nunca jamás, en el Prado. Demasiado de izquierdas, demasiado atrevido. ¿En el siglo XXI? He vuelto a recordar aquel día ahora que una obra picassiana estará para siempre en el Prado. Esta semana el museo ha presentado a la prensa Buste de femme 1943 (Busto de mujer). Cuelga al lado de Velázquez y el Greco en una sala para ellos tres. Así estará durante cinco años, y luego se integrará sin más a la colección permanente. Ha sido lo ha exigido el donante, la familia Arango Montull a través de la American Friends of the Prado Museum. Lo que me ha llamado la atención es que los responsables del museo han tenido que continuar dando explicaciones y justificaciones a la prensa por el hecho de que Picasso entre en el Prado.
¿Por qué? La explicación oficial es que el Prado acoge en exclusiva obras históricas, que no deben pasar de 1881, fecha del nacimiento de Picasso. A partir de ese año, ninguna obra de arte puede entrar en la principal pinacoteca española y deben ir al Reina Sofía. Es un decreto de 1995 que así lo repartía. Los responsables del museo han tenido ahora que hacer filigranas y dejar claro que el decreto no interfiere con su decisión de colgar para siempre a Picasso en el Prado. Justificaciones y explicaciones, una y otra vez, que imagino que dejarían a algún periodista tan sorprendido como me dejó a mí escuchar las diatribas del colega de un periódico muy conservador en 2004.
Quiero solo poner de relieve que la entrada del pintor en la muestra permanente no ha sido sencillaQuiero solo poner de relieve que la entrada del pintor en la muestra permanente no ha sido sencilla
El actual director del Prado, Miguel Falomir, y el presidente de su patronato, Javier Solana, se deshacían en explicaciones, recogidas en este diario por Ana Marcos este martes. Todo se ha hecho según la legislación vigente. Caramba, una no diría al oirlo que estamos hablando de arte. Falomir: “Ni el museo del Prado ni el Ministerio de Cultura cometen actos ilegales”. No faltaría más, claro que no. Solana: “Conozco bien las normas del Prado, fui ministro de Cultura”. Por supuesto, no faltaría más. Todo se ha hecho con el conocimiento desde los inicios de la operación del ministerio y del Reina Sofía, del patronato del Prado y de la Abogacía del Estado. Caray.
No es una chanza mi ironía, de verdad. Quiero solo poner de relieve que la entrada de Picasso en la colección permanente del museo del Prado no ha sido sencilla. En medios bastante amplios de la sociedad madrileña más conservadora se cree todavía que el artista, sin duda el más internacional y reputado del siglo pasado, no merece estar en la pinacoteca. ¿Por sus posiciones políticas, por el Guernica, por su militancia comunista? Algo así. Y precisamente entra en el Prado una obra de 1943, de los años difíciles de la segunda guerra mundial, de la Francia ocupada que Picasso no abandonó y que al terminar la contienda le vio alzarse como artista ultrapolitzado.
Desde fuera el asunto resulta bastante carpetovetónico, por usar una palabra en desuso que tal vez debiéramos recuperar. Leo que en la rueda de prensa incluso se llegó a hablar de que la operación Busto de mujer 1943 encierra otra, contra el Reina Sofía: sacar de allí el Guernica y llevarlo al Prado. Más explicaciones del director, que no esconden una cierta irritación y cansancio: “No es ni un capricho ni una ocurrencia sino una decisión históricamente irreprochable, que nada tiene que ver con el Reina Sofía. El Guernica está muy bien allí, lo he dicho mil veces”. En fin, que ha costado lo suyo integrar a Picasso en la colección del Prado, se han tenido que hacer un montón de reuniones y para sus responsables ha sido obligado dar otro montón de explicaciones a los medios. Qué cosas. Qué de modernidades.
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