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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La reconstrucción ya ha empezado

Los Mossos de Esquadra, una institución que llegó a suscitar dudas y a estar en peligro, han hecho ya sus deberes en la recuperación del autogobierno tras la crisis de 2017

Lluís Bassets
Trapero cuando retomó el cargo de mayor de los Mossos en noviembre.
Trapero cuando retomó el cargo de mayor de los Mossos en noviembre.Albert Garcia

Ahora sin las mascarillas y con la salida del túnel quizás a la vista, es hora de decir que la reconstrucción ha empezado. Antes incluso de lo previsto. Sin esperar a la difícil mesa de diálogo. A pesar de las piedras en el camino del Tribunal de Cuentas. El fragor de la política y de la propaganda ocultan el trabajo lento y callado de quienes se dedican a reconstruir sin que nadie les preste atención, algunos incluso antes de que empezara a desmoronarse todo.

Son los mejoradores, raramente protagonistas de nada, quienes se dedican a esta tarea. El lamentable protagonismo público que consiste en llamar y retener la atención lo poseen normalmente los empeoradores. A ellos les corresponde amplificar los desastres, las noticias falsas, las amenazas, todos los puntos de atención que han venido a sustituir a las noticias de siempre. Si antes eran las novedades las que cotizaban, ahora bastan unas buenas y escandalosas manipulaciones, insultos o falsedades a la hora de conseguir lectores.

El compromiso con la legalidad constitucional es esencial para recuperar la confianza de los ciudadanos
El compromiso con la legalidad constitucional es esencial para recuperar la confianza de los ciudadanos

Conviene aclarar que la distinción entre estos modestos mejoradores y los estridentes empeoradores es de uno de los más admirables y olvidados mejoradores que tiene Cataluña, como es Raimon Obiols, que fue secretario general del PSC. En la reconstrucción están todos los que han sido capaces de seguir trabajando y cumpliendo con su deber en mitad de tantos disparates, aunque ni siquiera les haya pasado por la cabeza que la tarea a la que se dedicaban tenía este efecto reconstructivo sobre nuestras maltrechas instituciones.

Donde se ha visto con mayor claridad ha sido en la pandemia. Conocemos perfectamente a estos personajes, maravillosamente representados por el doctor Rieux, el médico fabulado por Albert Camus como héroe de La Peste, que se concentra en realizar lo mejor posible su trabajo sin atender a nada más y con riesgo de su propia vida. Ahora podremos reconstruir gracias a médicos, investigadores, enfermeros, cuidadores y gestores sanitarios dedicados a combatir la pandemia.

Mejoradores son también quienes han cumplido con su deber igualmente a riesgo de sus vidas y de su salud en la seguridad, la distribución de alimentos, la salubridad pública, las comunicaciones o los suministros de energía. La noticia, en el caso de los Mossos d’Esquadra, llega más lejos que el mero y encomiable cumplimiento del deber, por la sencilla razón de que se trata de un cuerpo que ha atravesado, justo en los años previos a la pandemia, el momento más difícil de su corta e intensa historia, hasta el punto de que en algún momento hubo quien temió por su futuro o por la pérdida de la competencia de seguridad por parte de la Generalitat.

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La policía catalana actúa como una estructura de Estado, pero del Estado democrático y constitucional
La policía catalana actúa como una estructura de Estado, pero del Estado democrático y constitucional

La entrevista que concedió hace dos semanas el jefe de los Mossos, el mayor Josep Lluís Trapero, a la periodista de TV3, Fàtima Llambrich, ha proporcionado suficientes elementos para adelantar la seria conjetura de que la policía autonómica catalana ha hecho ya la parte de sus deberes en la necesaria reconstrucción del autogobierno tras el fracaso del procés. No hay mayor factor de estabilidad ni mejor garantía para el buen funcionamiento de una democracia como la confianza de la ciudadanía en su policía y la colaboración leal entre todas las fuerzas de seguridad, cuestiones estas que quedaron entre interrogantes en el delicado intervalo entre los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils y los hechos de octubre de 2017.

Nada de sustancial tiene que reprocharse el mayor Trapero de estos meses trágicos, pero las observaciones autocríticas que realizó tienen un valor político indudable. Los Mossos, al decir de su jefe, no estuvieron suficientemente atentos a la imagen que ofrecían y al limitado grado de confianza que suscitaban entre la ciudadanía ajena al proceso independentista. Según su percepción, fueron demasiado ingenuos, una forma de reconocer que hubo un intento de manipulación, especialmente por parte de quienes aplaudieron la caza y la muerte de los terroristas como expresión de la existencia de una capacidad coercitiva catalana, la propia ya de un Estado independiente. Al mayor de los Mossos no le gustaron las muestras de apoyo interesadas. Está claro que no repetiría la paella ni las habaneras en Cadaqués con Pilar Rahola.

El papel de los Mossos en el ‘momento’ independentista de 2017 pudo ser decisivo. Trapero declaró en el Supremo que había preparado la detención de Puigdemont por si se la ordenaba la justicia. En la entrevista quedó claro su compromiso con la legalidad, la única actitud propia de un policía demócrata. En su juicio ante la Audiencia Nacional, el superpolicía catalán sabe que no se jugaba únicamente su libertad y su carrera, sino también el futuro del cuerpo policial, cuya disolución estuvo en la cabeza de algunos de los responsables del gobierno dirigido de Rajoy. La absolución de Trapero fue una victoria del cuerpo y puede leerse como una ratificación por la justicia del modelo policial que llevó a actuar con moderación el 1 de octubre de 2017.

Trapero no entró en el detalle de los pasados enfrentamientos entre policías, especialmente agudos en el momento del referéndum, pero sus expresiones de simpatía y de buen entendimiento con la cúpula actual y con el ministro del Interior, Fernando Grande Markaska, revelan que los Mossos llevan ya trabajo adelantado en la tarea de reconstrucción en la que se han comprometido los dos gobiernos, el de Pere Aragonès y el de Pedro Sánchez. Los Mossos son una estructura de Estado, pero del Estado democrático y constitucional español. La policía catalana, una institución que llegó a suscitar dudas y a estar en peligro, ha hecho ya sus deberes. Ahora falta que sigan su ejemplo las otras instituciones, especialmente la que ha albergado la entrevista, TV3, que es la más contestada y preocupante.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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