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Tres horas de cola por un puñado de pesetas

Miles de ciudadanos apuran hasta el último día, este miércoles, para cambiar la antigua moneda en las sucursales del Banco de España

Cristian Segura
Decenas de ciudadanos esperaban este martes en Barcelona para poder cambiar pesetas a euros en la sucursal del Banco de España.
Decenas de ciudadanos esperaban este martes en Barcelona para poder cambiar pesetas a euros en la sucursal del Banco de España.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Felip Orga, joven de 19 años, parece conocer al dedillo qué monedas de peseta le aceptarán en el Banco de España. “Las que estaban en circulación en enero 2002, fecha en la que entra en vigor el euro”, explica a las personas, sobre todo de edad avanzada, que se acercan para consultarle frente al edificio de la entidad, en la plaza Cataluña de Barcelona. Cientos de ciudadanos han hecho esta semana colas de más de tres horas para cambiar a euros las pesetas que todavía guardaban en casa. Este miércoles es el último día que lo podrán hacer. Saber qué metales son válidos no es una tarea fácil, es una moneda que tuvo 140 años de historia y que se acuñó en múltiples formas y periodos históricos. Los empleados del banco reparten fotocopias con ilustraciones de las unidades que todavía pueden canjearse y las que no, que son las que dejaron de circular en 1997.

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Spaniards brave long lines under the sun as deadline finally arrives to exchange pesetas for euros

“Este chico es muy listo”, decía Jeni Rosines sobre Orga. Se conocieron la mañana de este martes en las colas de la peseta, en el Portal de l’Àngel. Ella, añadía para dar mayor credibilidad al comentario, había sido contable en el colegio donde estudió él. Las horas que pasaron juntos dieron para varias anécdotas e intimidades. Orga llevaba dos bolsas de plástico en la mano, en una había pesetas que le dio su padre y en otra, el obsequio de un desconocido: un hombre se acercó con el dinero; al ver la cola que ya se había organizado a primera hora —150 metros, desde la esquina de plaza Cataluña hasta la sede de la antigua Catalana de Gas—, y al ser informado de que habría que estar bajo el sol no menos de dos horas, decidió regalar a Orga el puñado de monedas que llevaba.

Rosines, de 50 años, descubrió el pasado sábado, gracias a un informativo de televisión, que hasta el 30 de junio todavía podían cambiarse las pesetas que conservaran los hogares españoles. “Pasé tres días buscando por casa. He recuperado lo equivalente a una semana de trabajo, de camarera. Como estoy en el paro, me va bien”, decía. Ella y otros criticaban que tuvieran que aguantar tanto rato de pie en la calle porque en el proceso de cita previa ya no había turnos disponibles. El Banco de España no ha cuantificado la gente que ha pasado por ventanilla desde el 23 de junio, la primera semana en la que el organismo ha reiniciado la atención presencial tras la fase de restricciones severas frente a la pandemia de la covid-19. El departamento de comunicación de la entidad confirma que se han producido colas en sus 15 sucursales. El supervisor bancario español estima que quedan 1.500 millones de euros en pesetas sin cambiar.

Dinero de la República

Una mujer, que respondía al nombre de Carme, se acercó a Orga y le preguntó si las monedas de la Segunda República pueden cambiarse. El joven le anunció que no. Los documentos oficiales indican que los billetes emitidos entre 1936 y 1939 sí pueden canjearse, “tras ser analizados por expertos del Banco de España”. La razón de ello es que durante la Guerra Civil llegaron a circular miles de ejemplares de billetes diferentes —muchos impresos de forma autónoma en municipios o en el bando sublevado— que no eran aceptados por el Gobierno, por el Banco de España o por la Generalitat de Cataluña, que también tenía potestad para emitir billetes, reconocida en el Estatuto.

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Una mujer muestra las pesetas que quería cambiar este martes en el Banco de España.
Una mujer muestra las pesetas que quería cambiar este martes en el Banco de España.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Carme también interrogó a los compañeros de cola sobre si le aceptarían billetes de 5 y de 10 pesetas timbrados en 1940. “Para lo que le darán aquí, mejor que lo lleve a un coleccionista”, intervino un guardia jurado del banco central que repartía folios informativos. Tras ello se improvisó una tertulia sobre lo que pagan los numismáticos por este o por ese ejemplar, porque todos han leído o han escuchado alguna noticia de los últimos días sobre la fiebre coleccionista. “Podrían habernos dejado una semana más de margen”, lamentaba Ángeles de la Cruz. De 84 años, De la Cruz esperaba a su turno cargando con una pequeña maleta y escoltada por su hija. “Es que hay mucho despistado”, añadía a modo de justificación cuando se le recordaba que ha tenido casi dos décadas para canjear las monedas. De hecho, el plazo expiraba el 31 de diciembre de 2020, pero el Gobierno lo extendió medio año porque consideró que los meses de restricciones a la movilidad durante la pandemia habían dificultado las transacciones.

Para Mari Àngels Mir, en cambio, el confinamiento domiciliario le permitió recuperar un dinero que había olvidado. “Como me pasé tantos meses encerrada, me dedicaba a ordenar la casa y salió esto”, relataba mostrando al mismo tiempo una bolsita de tela en la que calcula que puede haber, como mucho, unas 10.000 pesetas, 60 euros. Mir, de 78 años, tenía previsto repartir lo que obtuviera entre sus tres nietos. El amor de abuela la empujó a madrugar para hacer dos horas en tren y en autobús, desde Sant Joan de les Abadesses (Girona), donde vive, a Barcelona.

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Muchos detallaban que el dinero que traían procedía de herencias, y que por las limitaciones de la epidemia no habían podido cambiarlo antes. Era el caso de Bienvenida Villar, que mostraba un fajo de viejos billetes que habían encontrado en la casa que les había dejado en Almería su tía recientemente fallecida. Villar aseguraba que “las monedas y billetes de Juan Carlos”, ya los había canjeado cuando entró en circulación el euro.

De entre los que aguardaban en la cola, Jordi Giner era de los que llamaban más la atención. Arrastraba dos maletas de mano que pesaban entre las dos casi como una persona adulta. Giner calculaba que en su interior había una cantidad de pesetas equivalente a más de 10.000 euros. “Lo tenía en huchas y las rompí ahora”, comentaba, risueño, este vecino de Barcelona. Su idea era regalarse con el dinero almuerzos y cenas en buenos restaurantes, también invitar a alguna amiga. El Banco de España advierte que los cambios de moneda de más de 3.000 euros se notifican a la Agencia Tributaria y al Sepblac, la unidad de prevención de blanqueo de capitales. Esto también incluye a los cambios con pesetas, sean del año que sean.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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