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Guillem Albà: “El ‘clown’ es la risa, las ganas de vivir, mi bandera”

El payaso llena el Victòria con su sarao de buen rollo ‘Jaleiu’, presenta ‘Celebrem’ en TV3, y ya espera los bolos de ‘Canto jo i la muntanya balla’

Toni Polo Bettonica
Guillem Albà, dando un discurso político en 'Jaleiu'.
Guillem Albà, dando un discurso político en 'Jaleiu'.David Ruano

“Hacer de la vida un juego”. Este es el mensaje que lanza Guillem Albà (Vilanova i la Geltrú, 1985) en Jaleiu, su potente espectáculo junto con seis músicos de La marabunta que estrenó en Temporada Allta y que ahora llena cada martes (hasta el 18 de mayo) de buenas vibraciones el Teatre Victòria del Mago Pop. Además, Albà presenta, también semanalmente desde el Teatre Principal de Vilanova, el programa de entretenimiento Celebrem, en TV3; dirige, junto con su amigo y también payaso Joan Arqué, Canto jo i la muntanya balla, que acaba de bajar el telón en el teatro de la Biblioteca de Catalunya y que en otoño ya tiene infinidad de bolos programados; y sigue con más bolos, los de sus obras La Marabunta y Calma. Obras diferentes, lenguajes diferentes, formatos diferentes pero una misma alma, la del payaso. “En mis espectáculos propios siempre está el clown, que es mi bandera, la risa, las ganas de vivir”, dice Albà.

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Y esta bandera la encontramos tanto en Jaleiu, que es una explosión escénica, como en otras propuestas, más poéticas, oníricas, como Calma, o Pluja, con Clara Peya, o el que dirigió con Love of Lesbian (Espejos y espejismos), incluso con Canto jo… “El problema son las etiquetas”, se queja el actor. “Al principio hacía espectáculos en los que lo más importante era la risa [Sketchofrenia, por ejemplo, dirigido por Jango Edwards]. Cuando añadí la poesía o marionetas, los programadores me preguntaban que qué estaba haciendo, que lo mío era hacer reír. Pero siempre he tenido ganas de probas cosas. Y ojo: el payaso tiene esa doble versión, la poética y la de hacer reír. Yo siempre he mantenido la sonrisa”. Pero a Albà no le preocupa nada: “Es cosa de programadores o de críticos, porque el público se deja llevar. Gente que había visto La Marabunta y viene a ver Pluja dice que no se lo esperaba, pero se deja llevar. Con lo de los Lesbian, claro, me conoció gente que igual no había ido al teatro. Y seguro que gente que ve Jaleiu querrá ir a ver el Canto jo…

Para Albà, es importante conseguir que el espectador (“los adultos, sobre todo, que son los más complicados”) antepongan la emoción a la razón. Viene de su espíritu de payaso. “Está muy bien que las cosas entren por la cabeza, a través del texto, porque es muy directo”, reconoce. “Pero quitándole texto, dejando paso a lo visual, a marionetas, a la poética, a la música, la cosa deja de ser algo cerebral y te entra por la emoción, por los poros. Es volver a ser niños. Intentar entrar por el corazón y llegar a la razón, a la mente”.

Intento entrar en el espectador por el corazón y llegar a la razón

El cómico estadounidense Jerry Seinfeld, recuerda Albà, dijo que la comedia se tiene que hacer con prisas. No es que la obra de Albà se haya hecho deprisa y corriendo, ni mucho menos, pero sí tiene esa urgencia, esa rapidez, esa autenticidad a la que se refería Seinfeld: “Si te la piensas mucho, la comedia pierde espontaneidad, esa fuerza”, dice el clown de Vilanova, que se explica: “Evidentemente, esto depende de muchas otras cosas, porque cuando llevas ocho años haciendo La Marabunta, has de ser espontáneo igual. ¿Cuándo es demasiado pija la comedia? Cuando hay demasiado dinero ya no me hace tanta gracia, porque tiene que tener un punto cutre: el jovencito Frankenstein lleva una chepa cutre, un cojín en la espalda; si le hubieran construido una joroba perfecta con maquillaje, ya no haría tanta gracia. Quiero decir que, a veces, tener demasiado dinero convierte a la comedia en pija y pierde autenticidad”.

El espectáculo La Marabunta, queera un poco más punki que Jaleiu, a pesar de que son los mismos músicos”, se hacía también en la calle, cosa que, de momento, no pasará con Jaleiu: “Aquí hay detalles técnicos que, ¡sin llegar a ser pijos!, no se pueden llevar a la calle”, explica. “He apretado a los músicos para que se dejen llevar y se involucran en la historia, eso es lo guay, son músicos tan buenos que podrían estarse simplemente ahí calladitos, pero han aceptado mezclar cosas y hacen de clown”.

Si el jovencito Frankenstein no llevara una chepa cutre no haría tanta gracia

Todo esto viene a ser improvisación, de la que Albà es un firme defensor: “En La Marabunta [que lleva ocho años de gira] ya rompo por donde puedo, para no aburrirme. En Jaleiu voy forzando la máquina para romperlo al máximo, pero todavía estoy siguiendo demasiado el guion (¡que lo he hecho yo mismo, claro!). Creo que la improvisación no puede faltar porque eso es el clown: ha de ser anárquica y asumir riesgo. Lo aprendí de mi maestro, Jango Edwards, si no arriesgas es comedia, no es clown”.

“Hacer de la vida un juego”, ese es el mensaje. Carpe Diem. “A mí me va bien recordarlo. Me lo voy creyendo cada vez más. Como payaso confío en muchas cosas, quizá muy idealistas, muy utópicas, como lo que decía Chaplin de que la risa sirve para demostrar que somos todos iguales. Me gusta militar aquí; a veces me cagaría en todos e iría mucho más a saco”.

Aprendí de Jango que el clown debe ser anárquico y asumir riesgo

La adaptación de la novela de Irene Solà ha sido uno de los éxitos de la temporada teatral, cosa que a Albá no ha sorprendido del todo: “Soy el único que dice que ya se lo esperaba”, dice, categórico. “Tanto, quizá no, pero estaba convencido de que funcionaría: teníamos un equipo de la hostia, la producción de la Perla 29, la dramaturgia de Clàudia Cedó, la música de Judit Neddermann… ¡No podía salir mal!”.

Todos los formatos

Celebrem, en cambio, es televisión, aunque concebida desde un teatro. “Es el primer proyecto propio en tele”, explica, aunque ya ha participado en otros programas. “En cinco años lo habíamos intentado alguna vez. Y cuando nos encontramos con que los teatros cerraban, pensamos que era el momento de volver a intentar vender el programa a TV3. Y al final salió”. Es diferente la energía que transmite la televisión. “Si le echo misma energía que en el teatro, saturaré al telespectador, se preguntará qué hace este tío aquí saltando y sudando. Es otro lenguaje, y hay que asumirlo, igual que en la radio [donde colabora en el programa Islàndia, de RAC1, con Albert Om]”.

En verano, Guillem Albà, por primera vez en muchos años, para. ¿Es eso un privilegio? “A ver, no por salir en la tele estás más arriba o es más interesante lo que haces”, argumenta. “Llevo mucho tiempo picando piedra y ha llegado el momento de llevar a la práctica lo que reclamo en los espectáculos, en Calma, sobre todo [que va de las prisas]: parar, tomarme una copa de vino mirando al mar, desconectar, vivir, pasármelo bien. Todo es una bola de nieve que se ha ido haciendo grande... Recuerdo cuando llamé al Temporada Alta y pasaron de mí, claro. Tenía que picar mucha piedra todavía”.

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Sobre la firma

Toni Polo Bettonica
Es periodista de Cultura en la redacción de Cataluña y ha formado parte del equipo de Elpais.cat. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la sección de Cultura de Público en Barcelona, entre otros medios. Es fundador de la web de contenido teatral Recomana.cat. Es licenciado en Historia Contemporánea y Máster de Periodismo El País.

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