Muchos principios, eso sí
Ahora ya se sabe que la vida económica y social siguen su curso, la gestión de la pandemia con sus altibajos, también, y es que cuando “el mundo nos mira”, se nota. Y cuando no, todavía más…
Si uno se toma la molestia de no saltarse las noticias relativas al procés, encuentra a veces cosas sorprendentes. En una misma página, el otro día, se nos informaba que el diputado y abogado Jaume Alonso-Cuevillas proponía no admitir (desde la Mesa del Parlament) todas las propuestas que comporten inhabilitación. Ha tenido que ser nombrado miembro de la Mesa para llegar a esta conclusión, y los suyos ya lo han echado por decirlo, pero a los letrados del Parlament (y a su secretario general) han estado años llamándoles de todo desde el independentismo por simplemente decir la verdad de las cosas.
A la vez, en este final de Semana Santa, hemos visto a la ANC plantear dos de sus brillantes propuestas. La primera, “ampliar” el Consejo por la República con un comité en el que estarían JxCat, ANC y Òmnium, hasta un total de siete personas, al que se invitaba cordialmente a Pere Aragonès. Es decir, seis contra uno. La otra propuesta de la ANC, crear una “bicefalia Waterloo-Ginebra” a la que se invita igualmente a Aragonès. Principios, tienen, porque todo lo que se sale de este guion se debe según ellos a un déficit de principios democráticos.
Como tienen tantos principios, hay que producir estructuras de Estado, y si no, estructuras de algoComo tienen tantos principios, hay que producir estructuras de Estado, y si no, estructuras de algo
Si vamos a las hemerotecas, que no perdonan, podemos repasar la lista de órganos, organismos y comités que se han creado en nueve años. Como tienen tantos principios, hay que producir estructuras de Estado, y si no, estructuras de algo. Recuerdo con nostalgia el Consejo Asesor para la Transición Nacional, en el que el profesor Pi-Sunyer anunciaba que había hasta cinco maneras diferentes de alcanzar la independencia. Cinco. Había una sectorial de Defensa, que iba a negociar con la OTAN, China iba a invertir en el puerto de Barcelona, e Israel iba a financiar un crédito puente para la nueva Cataluña, y en el Consejo se enfrentaban los militaristas (el ejército catalán tendría un presupuesto anual de 8.000 millones de euros) y los antimilitaristas de toda la vida. Observen que todas las hemerotecas nos narran todo esto, pero en cambio el actual relato independentista empieza, literalmente, el 1 de octubre de 2017. Toda la literatura independentista anterior desaparece en la niebla.
Muchos se preguntan, de buena fe, cómo se aguanta todo este tinglado, cuando además día a día es más obvio que sus protagonistas se desprecian y en algún caso se odian directamente. Porque solo están de acuerdo en dos cosas: un “horizonte estratégico” sin fecha, que como el horizonte en el océano nunca es alcanzable. Y otra cosa mucho más importante: miren el presupuesto actual de la Generalitat, del Govern, de las diputaciones provinciales, de TV3, de Catalunya Ràdio, del CAC, y un largo etcétera, y además la cantidad de cargos (miren los sueldos de los altos cargos) que cuelgan de ellos, y entenderán mejor lo de “antes partíos que doblaos”.
Aragonès tiene la misión de defender las instituciones catalanas, frente a tanto comité y tanto WaterlooAragonès tiene la misión de defender las instituciones catalanas, frente a tanto comité y tanto Waterloo
Todo esto hasta aquí narrado sucede en un pequeño poblado galo del noreste de la Hispania romana, en el que un puñado de irreductibles (y no son los vascos) sigue luchando por sus principios y sus múltiples organismos y comités. Mientras, se anuncia que en Sant Joan Despí la planta farmacéutica Reig Jofre producirá un millón de dosis de la vacuna Janssen, y a tal evento acuden el comisario de la UE del ramo y la ministra del Gobierno español a cargo del tema. Del Govern, nadie, y es que tienen principios. También hace poco se anuncia que Seat, en la planta de Martorell, impulsará un coche eléctrico dentro de un plan vinculado a los fondos europeos. Vienen la plana mayor de Volkswagen, el Rey y el presidente Sánchez, no es poca cosa. Del Govern, nadie, tienen principios. Y así un día sí y otro también. Da la impresión que cuando Artur Mas anunciaba en su día que “las empresas europeas se pelearán por venir a Cataluña” (se entendía que a una Cataluña independiente), no se imaginaba que las cosas sucederían así. Y es que realmente ha cambiado el paradigma; durante unos años, sobre todo gracias a las realmente impresionantes manifestaciones ligadas a la Diada, ocasionalmente en el exterior se hablaba de Cataluña. Pero hoy este tema no interesa a casi nadie y, sobre todo, no impresiona a nadie.
Aragonès tiene la misión primordial de defender las instituciones catalanas, frente a tanto comité y tanto Waterloo. La lógica parlamentaria da para mucho. Porque, entre otras cosas, ahora ya se sabe que la vida económica y social siguen su curso, la gestión de la pandemia con sus altibajos, también, y es que cuando “el mundo nos mira”, se nota. Y cuando no, todavía más…
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