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En libertad la acusada de quemar la furgoneta de la Guardia Urbana en Barcelona: no es la de las imágenes

Una prueba pericial concluye que la complexión física de Sara Caterina Casiccia no se corresponde con la persona que arroja líquido inflamable al vehículo policial

Jesús García Bueno
Protestas por pablo Hasel
La furgoneta quemada de la Guardia Urbana el pasado 27 de febrero durante una protesta contra el encarcelamiento de Pablo Hasél.Lorena Sopena (Europa Press)

Sara Caterina Casiccia ha pasado 20 días en prisión provisional por unos hechos que difícilmente pudo cometer. La ciencia forense ha acreditado que Casiccia, de 35 años, no es la mujer que prendió fuego a una furgoneta de la Guardia Urbana durante una de las protestas celebradas en Barcelona para exigir la liberación del rapero Pablo Hasél. Aquel incidente marcó un antes y un después en el devenir de las protestas: los políticos cerraron filas contra la violencia y los jueces enviaron a prisión a Casiccia y a otras siete personas de un supuesto grupo anarquista por homicidio en grado de tentativa y pertenencia a grupo criminal, entre otros delitos.

Desde este lunes por la noche, como ha avanzado la Cadena SER, Casiccia vuelve a estar en la calle. La titular del juzgado de instrucción número 2 de Barcelona, que dirige la investigación, ordenó su puesta en libertad. “Revisada la documentación presentada por la defensa”, señala el auto, “procede dejar sin efecto al auto de prisión”. Casiccia, sin embargo, permanece como investigada, ha tenido que entregar su pasaporte y debe comparecer periódicamente en el juzgado.

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La liberación de Casiccia ha sido posible gracias a la magia que, en ocasiones, opera la ciencia forense en los procesos judiciales. Su abogado, José Manuel del Río, analizó las imágenes grabadas aquella noche. Y comprobó que las fotografías muestran a Casiccia momentos después de ser detenida por, presuntamente, arrojar una botella de vidrio contra la línea policial. Los vídeos sobre el lanzamiento de un artefacto incendiario contra la furgoneta, sin embargo, enseñan a una persona distinta. El letrado encargó una pericial antropométrica (un análisis de peso, talla, complexión...) para darle un barniz científico a lo que era una obviedad y convenció incluso a la Fiscalía, que se sumó a la petición de la defensa de dejarla en libertad.

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El escrito denuncia la “identificación claramente errónea” de la mujer por parte de los Mossos d’Esquadra. El atestado señala que la mujer que arroja un líquido incendiario sobre el fuego de una bengala —lo que provocó el incendio de la furgoneta— vestía “tejanos, botas de color marrón, una pieza de ropa al cuello de color lila y gorro en la cabeza”. La policía autonómica asegura sin ninguna duda que esa persona es Casiccia.

Las imágenes de la detención, sin embargo, demuestran que Sara ni llevaba tejanos (sino un pantalón negro tipo pitillo), ni botas marrones (eran negras) ni llevaba nada al cuello, ni tampoco gorro. “De un vistazo inicial ya se acredita que la fisonomía y la ropa de mi mandante nada tienen que ver con la de la persona que rocía ese líquido”. Más aún: fue detenida en Rambla Catalunya con Còrsega por supuestos delitos de “desórdenes públicos y atentado a la autoridad”. “Por error”, denuncia el abogado, en el atestado del día siguiente se dice que fue detenida en la calle Valencia, donde sí fueron arrestados los siete presuntos miembros del grupo anarquista.

El elemento que para los Mossos la vincula a ese grupo es un mechero que todos ellos tienen de la misma marca. Del Río replica: “No se puede mantener a nadie en prisión por tener un mechero” igual al resto; menos aún si resulta que ese mechero es el que “venden en pack con el tabaco Horizon”, una marca de tabaco de liar muy barato. “Es el mechero de todos los pobres”, le dijo la mujer. Al abogado le parece “grotesco” que los Mossos destacan el “olor a gasolina” en la ropa de Casiccia, porque ese dato se puede aplicar a “cualquiera de los muchísimos manifestantes” que estuvieron allí esa noche “expuestos a los humos de contenedores quemados”.

El abogado pidió su puesta en libertad con el argumento de que Sara, de nacionalidad italiana, tiene arraigo en Barcelona, donde trabaja como artista en la cooperativa La Bonita. “No sabemos si gustará más o menos que se dedique a las artes escénicas, al circo o incluso a hacer malabares en un semáforo”, ironiza el abogado.

Casiccia y su familia han sufrido por la difusión de sus datos y su imagen en los últimos días. Al estar en prisión, la mujer se ha sentido más “en una burbuja”, matiza su abogado. Su puesta en libertad anima al resto de acusados, que ven en los errores de los Mossos una oportunidad para lograr, también, salir de prisión.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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