El ritmo de contagio en Cataluña baja pero continúa la presión asistencial en los hospitales
Hay cerca de 1.600 personas ingresadas, 336 en estado crítico en cuidados intensivos
La covid-19 echa el freno en Cataluña. No se para, pero desacelera la velocidad de contagio. Una semana después de encender todas las alertas al dispararse la transmisión, el virus cierra la primera etapa de Navidad más contenido. La Rt, que mide a cuántas personas contagia de media un positivo, se situó ayer en 1,16, todavía por encima del umbral que marcan las autoridades sanitarias para mantener a raya la pandemia (menos de 1), pero lejos ya del 1,56 —por cada 100 positivos se infectan otros 150— que encendió todas las alarmas. Los contagios, no obstante, siguen subiendo y persiste la presión asistencial: hay 336 personas con covid-19 hospitalizadas en cuidados intensivos.
En la última semana con datos consolidados, entre el 16 y el 22 de diciembre, se diagnosticaron 13.521 nuevas infecciones, el doble de las reportadas dos semanas atrás. Y queda, además, una bolsa de infectados por aflorar, pues, a pesar de que cada vez se hacen más pruebas diagnósticas (PCR y test de antígenos), la positividad sigue por encima del 5% —llegó a estar en 3,6% durante la primera semana de diciembre—. Esto significa que todavía son necesarias más pruebas para detectar los casos asintomáticos que pueden estar infectando sin saberlo. El Departamento de Salud ha desplegado decenas de cribados poblacionales por varios municipios de Cataluña para atajar la transmisión.
Lo que no termina de reducirse es la presión asistencial. Los ingresos hospitalarios en camas convencionales no logran bajar de los 1.500 y las plazas ocupadas por pacientes con covid-19 en la UCI se han estabilizado en niveles muy elevados, por encima de los 300 casos diarios. Según los datos facilitados ayer por la Generalitat, hay 1.592 personas hospitalizadas, 336 de ellas en la UCI.
Los epidemiólogos dan por hecho un repunte global de casos tras la Navidad, pues en esta época crece la interacción social y, en consecuencia, la circulación y transmisión del virus. Los profesionales sanitarios temen que ese incremento de casos vuelva a poner contra las cuerdas al sistema hospitalario, que todavía no ha terminado de desescalar de la segunda ola.
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