Del infierno se sale cuidando a los mayores
Los ancianos han sido los más afectados por la pandemia, actualmente es un sector que genera empleo y facilita la reactivación económica. Dejemos de buscar culpables y de mirar hacia otro lado
En estos días comienza a haber debate sobre la crisis económica que ya estamos empezando a vivir después del primer impacto del coronavirus. Sin embargo, apenas se ha producido ningún debate sobre cómo remontar la situación.
Escucho, perplejo, cómo unos cuantos se quejan amargamente de lo mal que se ha hecho la gestión de la crisis sanitaria, mientras que otros comentan, con una indiferente distancia, lo mal que le va a un sector económico o a otro. Mi perplejidad aumenta cuando, además, me ponen ejemplos concretos y cotidianos, con nombres y apellidos, como queriéndome convencer. Mucha gente aún piensa que esto no va con ellos y, por supuesto, que la solución no la tienen ellos. A pesar del terrible impacto social y económico de la crisis que vivimos. Y de lo cerca que está de todos nosotros.
También escucho estos días algunos debates técnicos donde se prioriza la inversión en el sector industrial o el de las nuevas tecnologías, a pesar de que estos sectores económicos están acaparados hoy en día por un pequeño grupo de países y, que si nos llega a nosotros, será después de sembrar una cosecha por la que tendremos que esperar muchas temporadas de recolección antes del primer fruto.
Mucha gente aún piensa que la crisis no va con ellos y, por supuesto, que la solución no la tienen ellos
Aun donde siempre se ha sido vanguardista en iniciativas industriales o en nuevas tecnologías, como en Cataluña, que es un referente en algunos campos como la investigación biomédica, tendremos que esperar algunos años para obtener resultados que impacten en la sociedad.
Unos miran a otro lado y otros a un futuro no sé si lejano o idílico. Y mientras tanto, en mi barrio van cerrando tiendas, van cerrando bares, se incrementa la desigualdad social y van creciendo las colas en la oficina de empleo.
Winston Churchill dijo en una ocasión “si pasas por el infierno, sigue adelante”. Es decir sal pronto, no te dediques a buscar culpables, a pensar que no te toca a ti o a soñar en futuros que podrán venir o no. Para pasar del infierno, yo creo que hay que potenciar los cuidados a nuestros mayores. Por tres razones.
La primera es porque han sido los más afectados por esta crisis, tanto en las residencias (con una enorme mortalidad) como aquellos que han sufrido confinamiento domiciliario (con efectos terribles en inmovilidad, depresión, ansiedad o descompensación de enfermedades crónicas). Tenemos la obligación de dar respuesta a los mayores que no tienen problemas de salud importantes (más de nueve millones de españoles de más de 65 años viven una vida normal), pero sobre todo a las 400.000 personas más vulnerables que viven en residencias de mayores y a las 800.000 personas dependientes que viven en su domicilio con cuidados informales. Cuidados informales dispensados en su mayoría por su pareja de la misma edad, y que suele ser una mujer. Es esta una política dirigida a los más vulnerables, a los más débiles y que lucha directamente contra la discriminación por edad y género. Y que da tranquilidad a más de 9 millones de personas que pueden necesitarla algún día.
La segunda razón es porque es una política económicamente solidaria. Si somos capaces de invertir en cuidados a los mayores, tanto en domicilio como en centros de día o residencias, estaremos activando políticas de empleo, incrementando el consumo y la responsabilidad fiscal a la vez que reduciremos subvenciones. Hablando llano y directo: cada trabajador que saquemos del paro para ponerlo a cuidar comenzará a pagar impuestos y a consumir. Dejará de necesitar ayuda, y ayudará a la recuperación económica de otros sectores. Y lo hará con la autoestima de sentirse personas productivas, plenamente integradas en nuestra sociedad. Es una política inclusiva y humana.
Tenemos la obligación de dar respuesta a los mayores que no tienen problemas de salud importantes
La tercera razón es porque la inversión en cuidados tiene un retorno inmediato en la economía. De hoy para hoy. Por ejemplo, un ayuntamiento puede incrementar los servicios domiciliarios que presta a los mayores dependientes en unos días (lo que tarde en aprobar una ampliación de presupuesto). Lo mismo para el resto de administraciones públicas. Frente al medio plazo de las políticas industriales o al largo plazo de las políticas tecnológicas, la inmediatez de las políticas del cuidado a las personas.
Invertir en cuidados nos puede salvar de este primer golpe. Porque socialmente tiene un impacto inmediato en las personas que los necesitan y en las personas que los prestan. Y genera una economía solidaria, inclusiva y humana. Nos hace mejores como individuos y como sociedad.
Dejemos de buscar culpables y de mirar hacia otro lado. Invirtamos en políticas industriales y tecnología. Y mientras esperamos sus frutos, invirtamos en cuidados.
Pasemos del infierno lo antes posible. Cuidando.
José Augusto García Navarro es director general del Consorcio de Salud y Social de Cataluña.
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