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un verano tras la mascarilla 19

Banyoles estrena marca turística pese a la pandemia

El municipio no se ha resentido de las visitas foráneas; sobre todo turistas nacionales que pasan el día junto al lago

Un niño se lanza al agua del lago de Banyoles, en Girona.
Un niño se lanza al agua del lago de Banyoles, en Girona.Toni Ferragut (EL PAÍS)
Jordi Pueyo Busquets

Las cifras de contagios en Banyoles no han destacado hasta los últimos días, a raíz de un brote surgido en un encuentro entre amigos. Los bañolinos explican que el verde de la comarca, constantemente regada con generosidad por las aguas del Estany, les ayudó a hacer más soportable el confinamiento. En los días más estrictos del estado de alarma incluso algunos animales reconquistaron el municipio. El espacio natural ayudó también en las primeras salidas a levantar los ánimos y a mantener las distancias.

El confinamiento en Barcelona me resultó asfixiante en algunos momentos y viví con ansiedad los días previos a la llegada de la libre circulación. Eché de menos, como digo yo, mi “pueblo”. Sin embargo, justamente este verano Banyoles —que roza los 20.000 habitantes— se ha reivindicado como ciudad en el lanzamiento de la nueva marca turística De Banyoles, con una preposición que sirve para hacer gala de “un orgullo de ser de Banyoles altamente inusual que se percibe en la ciudad”, según la campaña. El nuevo logotipo, diseñado por el estudio local Enserio, está pensado para durar años y para acompañar atractivos como la arqueta, el yacimiento neolítico del parque de la Draga y los que vayan surgiendo. Lejos queda el sustantivo que hizo popular a la población durante los años noventa por la exhibición durante décadas de un humano disecado.

En el vídeo de la campaña de promoción, una bañolina enumera insistentemente las virtudes de su tierra natal para convencer a un amigo de ciudad de que se acerque a pasar un fin de semana. Pero el Ayuntamiento quiere ir más allá del atractivo natural, el más evidente a primera vista. El Museo Darder, el tejido comercial y una oferta gastronómica generosa —tenemos japoneses, heladerías gourmet, un bar de vinos y el mejor xuixo del mundo— que hacen que la tranquilidad del paraje pueda adquirir también un toque urbanita. El pueblo es un tesoro poco conocido.

El inicio del verano en Banyoles lo marca el festival de la voz (A)phònica, que llena la ciudad de un extenso programa de conciertos durante las fechas próximas a Sant Joan. Este año no se ha podido celebrar, pero el Ayuntamiento ha programado La Fresca, una apuesta cultural adaptada a las medidas sanitarias, con la mayoría de actividades al aire libre. Destaca el Combate musical del Coro de Teatro de Banyoles. Si la concejal de Promoción Económica (JxCat), Anna Tarafa, se refiere al lago como “joya de la corona” natural, el grupo musical lo es también en el ámbito de la cultura, con una gira internacional a sus espaldas. El objetivo de la obra, que han representado este verano en varias calles de la ciudad, ha sido hacer reír en un momento complicado, con un duelo entre una soprano repartidora de Correos y otra de Amazon. Hilarantes resultaron los maullidos de la interpretación de Dueto buffo di due gatti, de Rossini, tema popular por la versión que hicieron Montserrat Caballé y su hija.

Tarafa explica que, además del turismo deportivo (principalmente el remo) y de los viajes de jubilados, Banyoles no se ha resentido demasiado de las visitas de foráneos. Con poco tejido hotelero, el perfil de turista es nacional que viene a pasar el día, normalmente en los alrededores del estanque. Pero pocos pernoctan aquí. Quizás aprovechan para visitar lugares cercanos, como Besalú, Sant Miquel de Campmajor —hay unas pozas estupendas— la Garrotxa o incluso la Costa Brava. Banyoles está relativamente cerca de todo.

Las actividades familiares han continuado a pesar de la covid con visitas guiadas por la naturaleza, relato de leyendas o apuestas como el taller para fabricar papel en un molino antiguo por donde pasa uno de los regueros que salen del Estany. Un carril bici efímero ha sorprendido también en la calle de la Industria, donde está el Ayuntamiento. Una crítica compartida por algunos vecinos es que no se han habilitado más zonas de baño durante este verano. Sin piscina municipal, solo hay una en el Club Natación Banyoles, donde también te puedes bañar en el lago pero hay que ser socio o pagar entrada. En el bar Banys Vells también puedes darte un chapuzón si te tomas una consumición. La zona de libre acceso al agua, la Caseta de Fusta, está a unos veinte minutos andando de la oficina de turismo, donde la pregunta más recurrente en verano es en qué lugar te puedes bañar. Fuera de las zonas habilitadas te pueden multar. Dentro del agua al atardecer, deseo que este otoño la crisis amaine y no tenga que volver a echarlo de menos.

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Baños en el lago y vistas panorámicas

Población: 19.826 habitantes en verano e invierno.

Actividades: Sector metalúrgico y cárnico.

Lugares para visitar: Un buen punto de partida es el Puig de Sant Martirià. Casi se puede llegar a la cima en coche y esto hace que sea un lugar muy asequible para tener una buena panorámica de Banyoles y del Estany, cuyo perímetro se puede recorrer más o menos en una hora. Por favor, no preguntéis por la carpa Ramona. Ya nadie sabe dónde está. Podéis tomar un baño en una de las zonas permitidas. Si visitáis el monasterio, podéis pasear por los alrededores, llenos de huertos. No os olvidéis de la plaza Major.

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Sobre la firma

Jordi Pueyo Busquets
Es periodista en la redacción de Cataluña y escribe sobre economía, innovación y tecnología. Antes de llegar a EL PAÍS, pasó por ACN, TV3, 324.cat, Bloomberg TV y Cadena Ser. Ha dado clases de redacción en inglés en la UPF y de redes sociales en la UOC. Es licenciado en Periodismo, Ingeniería Informática y máster en Innovación y Calidad Televisivas

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