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La órbita propia de Badalona

La renuncia del alcalde Álex Pastor refleja la inestabilidad política de la ciudad, excepcional en el área metropolitana

El ya exalcalde de Badalona, Álex Pastor, saliendo este miércoles de la comisaría de los Mossos d'Esquadra.
El ya exalcalde de Badalona, Álex Pastor, saliendo este miércoles de la comisaría de los Mossos d'Esquadra.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)
Àngels Piñol

La renuncia del alcalde Álex Pastor refleja la inestabilidad política de la ciudad, Rubén Guijarro, teniente de alcalde de Badalona, se plantó el miércoles a las 9.00 ante las cámaras y con gesto grave leyó la carta de dimisión del alcalde Álex Pastor, detenido tras saltarse el confinamiento y negarse a someterse a un control de alcoholemia. El episodio conmocionó a una ciudad habituada a vivir en una alocada montaña rusa frente a la estabilidad de otras ciudades del área metropolitana. El pleno debe investir ahora antes del día 12 un nuevo alcalde, el quinto en 10 años.

La nómina es larga: desde 2010 han tomado la vara el socialista Jordi Serra; el popular Xavier García Albiol (2011-2015); Dolors Sabater, de Guanyem, (2015-2018) y Pastor (2018-2020). El vaivén contrasta con la granítica solidez institucional de Santa Coloma de Gramenet, donde Núria Parlón gobierna desde 2009; de Hospitalet, dirigido por Nuria Marín desde 2009 o de Cornellà, regido por Antonio Balmón desde 2004. Pastor, además, llegó al cargo gracias a una insólita carambola: con solo tres ediles sobre 27 ganó su moción de censura contra Sabater —tuvo el apoyo del PP— y revalidó el cargo tras las elecciones de mayo. Fue tercero pero los independentistas le votaron para barrar el paso a Albiol.

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Sometida a un bucle, la ciudad se enfrenta otra vez al dilema de hace cinco años: O todos se unen y forman un frente o Albiol será alcalde por ser el más votado (11 concejales). Badalona traza su órbita propia: es la única población de Cataluña, junto a Castelldefels, donde el PP gana aunque sin fuerza para gobernar o tejer alianzas. O Albiol o Sabater. No hay más opción. Guanyem no apoyará esta vez al PSC. “Es fatal cuando la política llega a esa tensión”, explica Joan Botella, catedrático de Ciencia Política de la Autònoma de Barcelona. “O un alcalde del PP duro o una alcaldesa que corresponde socialmente a la corriente de la CUP”. El PSC decidirá.


El politólogo sostiene que la crisis de Badalona viene de muy lejos y ha impedido construir liderazgos sólidos. Su análisis se basa en dos factores: uno social, por no haber absorbido bien las sucesivas olas de inmigración; y otro político, cuando los partidos de izquierda, a diferencia de Barcelona o L’Hospitalet, no realizaron suficientes políticas de integración social. “Y cuando por sus crisis internas dejaron de hacerlas, nadie les sustituyó”, avisa el también presidente de Federalistes d’Esquerra. La orografía no ayuda porque la autopista de Mataró, afirma, es casi una “metáfora” de una ciudad partida: las élites políticas y económicas viven en el centro, cerca del mar, donde la CUP es bien recibida, y la inmigración en la montaña. “Para coser eso se necesita mucha fuerza organizativa", esgrime.

La mirada al pasado explica muchas cosas. Màrius Diaz, del PSUC, ganó las primeras elecciones democráticas pero la escisión de los comunistas sirvió en bandeja la victoria al PSC que abrió una larga etapa de la mano de Joan Blanch (1983-1999). Botella alega que gobernó de forma clientelar y aparcó las políticas de cohesión. El diagnóstico lo comparte Carles Sagués, de la Plataforma Sant Roc-Som Badalona, que este viernes ayuda a repartir 500 menús en la red Xarxa Solidària con la ayuda de la empresa F Roca. Sagués apunta que Blanch concluyó que su “enemigo” era el PSUC. “Decidió que si tenía que pactar lo haría a la derecha”, lamenta subrayando el coste social que implicó.

El PSC se mantuvo tres décadas en el poder mientras Albiol, edil desde los 90, se pateó los barrios prometiendo soluciones. Y en 2011 se catapultó a la alcaldía —CiU le apoyó— con un discurso anti inmigración. Bashkim Shehu, escritor albanés, rufugiado y afincado en la ciudad desde 2003, publicó el estudio Inmigración y racismo. El caso de Badalona, donde sostiene que esta acogió la “institucionalización” del racismo por primera vez en España. El informe recoge la primera protesta xenófoba en 2007 y la falta de políticas sociales de la izquierda. “No hay sensación de ciudad común. El centro es una cosa y los barrios tienen vida aparte”, reflexiona. El escritor admite el carisma de Albiol y que ha sustituido su lema de Limpiar Badalona, asociado a la inmigración al de “seguridad y orden” para no asustar a los votantes. Desencantado con Sabater, Shehu también achaca a la inestabilidad a la falta de cultura de pacto sobre todo en la izquierda, fragmentada por el procés.

Tengo la sensación de que hay dos Badalonas y una falta de cohesión total", afirma la periodista Sara Muñoz

Sara Muñoz, periodista de a La República, que ha cubierto 25 años la política local en Badalona, aduce que el fenómeno Albiol no se explica sin ese “guirigay de la izquierda”, que se enfrenta por separado a un partido hegemónico: “No tienen un mirlo blanco. Albiol tiene muy mala imagen fuera pero no en Badalona. La gente ve que gobierna y no viene el lobo”. La realidad es que en las elecciones captó votos de todos los sectores. Muñoz, que es de la periferia, duda sobre qué decidirá el PSC con la misma firmeza que admite que la ciudad tiene cosas pendientes: “Tengo la sensación de que hay dos Badalonas y que hay una falta de cohesión total. No hemos roto barreras. Todos tenemos muchos prejuicios. Necesitamos más autoestima”.

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