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PASCUA

Las pastelerías se movilizan para vender monas a domicilio pero los pedidos caen en picado

‘Cap nen sense mona’ o ‘Més mones que mai’ son dos campañas que ha puesto en marcha el sector

Mar Rocabert Maltas
Huevos de Pascua
Gremi Pastisseria Barcelona

Con las figuras de chocolate listas, los pasteleros se movilizan estos días para intentar vender las monas de Pascua a domicilio. En las redes, han empezado campañas para informar a la población de que este año refuerzan o inician la entrega en casa para evitar que los clientes tengan que salir. Es el caso de la campaña Cap nen sense mona (Ningún niño sin mona), del Gremi de Pastisseria de Barcelona, que además propone duplicar la festividad para celebrarla el 13 de abril, cuando todavía estará activado el confinamiento, y repetirla el 1 de junio, con motivo de la Segunda Pascua, cuando se prevé que ya se pueda celebrar con la familia, como es tradición. Més mones que mai (Más monas que nunca) es otra iniciativa que se está moviendo en redes, para impulsar el reparto a domicilio, puesta en marcha por un pastelero de Sant Celoni (Vallès Oriental).

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Mona de Pascua (casi) tradicional

A pesar de esto, el sector de la pastelería pasa por un mal momento. Aunque con el estado de alarma pueden tener los establecimientos abiertos –sobre todo porque muchos de estos comercios también venden pan o en algunos casos comida preparada, que sí que son productos de primera necesidad–, las ventas han bajado en picado. Desde el Gremi de Pastisseria de Barcelona, el presidente, Elies Miró, explica que la facturación ha caído entre un 80% y 90% en la mayoría de pastelerías. Las que venden pan de manera habitual están sufriendo algo menos, pero solo venden alrededor del 35% de lo que vendían. Hay alguna que directamente ha decidido cerrar, como es el caso de La Pastisseria, en Barcelona.

Desde la pastelería Baixas, en el Eixample barcelonés, Joan Casadesús corrobora el descenso de ventas. Explica que “están trabajando como mucho al 30% de lo normal en la venta de pan, bollería o platos preparados”, y que en “el caso de la pastelería las ventas han bajado hasta solo el 10% de lo que era habitual”. En tiempo de confinamiento, la gente no come pastelería fina. De 18 trabajadores de plantilla, han hecho un ERTE a la totalidad para 12 personas y otro al 50% de la jornada para seis empleados.

En esta pastelería empezaron a hacer monas en febrero, y las pérdidas serán sobre todo, como para la mayoría de negocios, de muchas horas de trabajo dando forma a las figuras de chocolate. Casadesús explica que hasta ahora solo tienen encargadas un 15% de las monas que el año pasado en esta época ya tenían encomendadas. Por lo tanto, prevé una bajada del consumo muy elevada. “Si conseguimos vender la mitad de las monas que hicimos el año pasado yo ya me daría por satisfecho”, apunta. El presidente del Gremi, que regenta la pastelería Miró, en Castellterçol (Moianès), es más pesimista y dice que costará llegar al 30% de las ventas habituales en monas.

Otra campaña es Més mones que mai, que ha impulsado Jordi Rodellas. “La idea surge para que los niños salgan lo menos perjudicados de estos tiempos tan inciertos y extraños”, explica. Pensó en crear una campaña en las redes para dar visibilidad a las pastelerías y que se apuntaran el máximo posible. En la cuenta de Instagram y Facebook hay un mapa enlazado para que la gente pueda comprobar qué pastelería que hace entrega a domicilio tiene más cerca.

En la web del Gremi de Pastisseria de Barcelona también se puede consultar todo el listado de pastelerías que se han adherido a la entrega a domicilio. Ya hay más de 200 de la provincia de Barcelona. En principio, la consigna es no cobrar el coste del desplazamiento, pero cada tienda puede decidir si carga este gasto. La Pascua es una época muy fuerte para los pasteleros, que a veces facturan hasta un 30% de la caja de todo el año. Solo en la provincia de Barcelona, el año pasado se vendieron cerca de 700.000 monas.

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Sobre la firma

Mar Rocabert Maltas
Es periodista de tendencias y cultura en la redacción de Cataluña y se encarga de la edición digital del Quadern. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la Agència Catalana de Notícies. Vive en Barcelona y es licenciada en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra.

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