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A la carrera para volver a casa

Cientos de pasajeros intentan conseguir un billete de avión a última hora antes de se impongan las restricciones aéreas

Varios pasajeros esperan para facturar en el aeropuerto de El Prat-Barcelona.Vídeo: ALEJANDRO GARCIA (EFE) / ATLAS

Faltan 16 horas para el cierre de fronteras de Estados Unidos y solo quedan tres vuelos con destino al país norteamericano. Los viajeros se han buscado la vida para encontrar un pasaje desde el aeropuerto del Prat, en Barcelona, que les permita volver a sus hogares antes del cierre definitivo —a las cuatro de la madrugada de hoy— y que todos los trayectos provenientes de Europa queden prohibidos por la crisis del coronavirus.

Los módulos de Iberia no daban abasto. Cientos de personas esperaron en una fila con la esperanza de encontrar un avión para regresar a sus casas. Los afortunados que tenían un billete solo tuvieron que esperar unas horas.

Rutvij D. de 30 años, llegó la semana pasada a la capital catalana. Iba a viajar a Portugal y volvería a Barcelona para coger su vuelo a Los Ángeles mañana. Cambió sus planes. Intentó comprar ayer un billete por Internet, pero asegura que tuvo problemas con su tarjeta de crédito. Se desplazó al Prat pero tampoco tuvo éxito: “Estaba en un hostal. Todos se asustaron con el anuncio”. Elizabeth Smith, de 24 años, aterrizó el miércoles en España. Su idea era viajar dos meses por Europa. “No estoy preocupada”, menciona la joven, que dice que si no encuentra otro trayecto seguirá como pueda con su ruta original.

Los mostradores para facturar de la compañía Norwegian están vacíos. De repente, en pocos minutos, tres centenares de personas se ponen en fila, una tras otra. Son los afortunados que sí tienen billete. Sheryl Wirth, de 70 años, zarpó en un crucero transatlántico desde Florida, a inicios de mes. La nave en la que viajaba atracó ayer en el puerto de la capital catalana. Ella adquirió su vuelo a Nueva York en diciembre. Las primeras en la línea de facturación son Natalie, Hannah y Lily. Son tres estudiantes americanas, de 20 años, que realizaban un intercambio en la ciudad. Las jóvenes explican que vuelven por la presión de sus padres. “Mi madre estaba espantada. Me ha dicho que tenía que volver en uno de los últimos aviones antes de que no se pueda volver en un mes”, comenta. Los trayectos ayer oscilaban en torno a los 800 euros.

El tiempo se acaba y cientos de personas esperan para ser atendidos en uno de los módulos. El tablero marca la recta final: Nueva York, 18.40, último avión. La hora límite pasa, pero nadie se sale de la fila. Muchos son estadounidenses, pero también hay decenas de latinos afectados por las restricciones, que se quejan mientras vigilan sus maletas.

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