Las cinco horas sin freno de Rosa Peral
La acusada del crimen de la Guardia Urbana defiende incansable su inocencia ante el fiscal
El fiscal empezó el interrogatorio avisando a Rosa Peral, acusada de haber matado a su expareja, Pedro Rodríguez, confabulada con su amante, Albert Rodríguez: “A lo mejor va a ser un poco tenso, pero entienda que tengo que hacer mi trabajo”. Rosa Peral, sentada en el banquillo de los acusados, con las manos sobre las rodillas, se preparó para el envite asintiendo con la cabeza. La Audiencia de Barcelona fue testigo este miércoles de un interrogatorio duro de casi cinco horas, en el conocido como caso de la Guardia Urbana, en las que Rosa Peral se defendió incansable de las acusaciones del fiscal, Félix Martín. A todo encontró una respuesta o una explicación, por rocambolesca que sonase.
El interrogatorio a Rosa Peral arrancó con la Guardia Urbana, la policía local de Barcelona a la que pertenecía los tres implicados en el laberinto amoroso, que acabó con el asesinato de Pedro Rodríguez. “Entré con 22 años, no recuerdo el año exacto”, contó Peral, que en la actualidad tiene 36. En 2012, conoció a Albert López, con el que patrullaba “12 horas al día”. “Eso hizo que tuviésemos una afinidad y un acercamiento”. Entonces, la acusada estaba casada con Rubén C., con quien salía desde la juventud. En julio de 2016 conoció a Pedro Rodríguez, y simultaneó las tres relaciones hasta que en diciembre se divorció de Rubén C. y oficializó la relación con Pedro Rodríguez ante su familia, pero ocultándoselo a Albert López. Su decisión quebró el delicado equilibrio de su vida sentimental.
En la primera parte de su minucioso interrogatorio, el fiscal Martín sentó la base del que es, a su juicio, el móvil del asesinato: Rosa Peral y Albert López decidieron matar juntos a Pedro Rodríguez para vivir libremente su amor. “¿Tenían una relación con Albert?”, preguntó a Rosa Peral. “Lo que he tenido con Albert no ha sido una relación porque no ha aceptado a mis hijas en ningún momento”, repitió una y otra vez la acusada, que negó que quisiese dejar a Pedro.
El fiscal mostró fotos de Albert López y Rosa Peral juntos haciendo deporte, participando en carreras, con las hijas de ella... “Teníamos relaciones sentimentales. Ocasionalmente, vernos, ir al cine, salir... Como si fuera una pareja, pero no”. Eso fue lo máximo que aceptó Rosa Peral, a pesar de que diversos testigos han firmado las últimas semanas que Rosa y Albert eran pareja formal. “Nadie me ha visto darle un beso ni un abrazo”, se defendió ella.
También se le leyeron los diversos mails entre ella y Albert López. “Solo tú me has tenido y quiero que me sigas teniendo”, le escribió Rosa Peral, una vez Albert ya había descubierto su relación con Pedro y la había amenazado e insultado. El fiscal le preguntó por qué ocultaba la realidad a Albert y le daba falsas esperanzas. “No tuve valor de decirle, pues mira sí, estoy con Pedro”, respondió. Y lo hizo, dijo, para evitar que Albert se sintiese mal y reaccionase peor aún, contra ella y contra Pedro.
A cada pregunta, Rosa Peral desplegó una larga explicación, hasta el punto de que el magistrado la cortó: “Sé que es usted muy extrovertida, pero le agradecería que contestara a las preguntas que le formulan”. Una advertencia que repitió en varias ocasiones. “Vuelvo a decirle, por decimoquinta vez, responda y no haga preguntas”, le espetó cuando ya encaraban la recta final de una sesión que fue crispándose con el paso de las horas.
El fiscal repasó los últimos meses de la vida de Rosa Peral. Le preguntó por el episodio, un mes antes del asesinato, en el que Albert le regaló un anillo de compromiso, que ella se puso de vez en cuando, “como si me hubiera regalado una chaqueta”. Y finalmente llegó al asesinato de Pedro, la madrugada del 1 al 2 de mayo de 2017. Ella repitió lo mismo que ha sostenido durante la instrucción: Albert López se presentó en su casa de madrugada, armado, tapado, saltó la verja, la amenazó, le obligó a darle el móvil y se encerró en la planta baja donde estaba Pedro Rodríguez. Ella se refugió en el primer piso.
Todo lo que hizo desde ese momento fue presa del temor a que Albert le hiciese daño a ella o a sus hijas. Respondió desde el móvil de Pedro como si fuese él, trataron de incriminar a su exmarido e incluso ayudó a Albert a quemar el coche de Pedro. Ella, dijo, no sabía que el cadáver estaba dentro. “No se me pasó por la cabeza preguntar [a Albert] si había matado a Pedro. Me parece inhumano y desproporcional siquiera hacerse una idea así”.
A las tres de la tarde, tras cinco horas extenuantes, el magistrado suspendió la sesión. Este jueves está previsto que Rosa Peral y el fiscal Félix Martín sigan con su cara a cara.
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