El Rey Baltasar de Juan Manuel Moreno reaviva la polémica del ‘black-face’ en la cabalgata de Sevilla
Varios colectivos piden al presidente de la Junta de Andalucía, que este año lo encarna, que no se pinte la cara para no “blanquear el racismo institucional”


“¿Qué pensaríamos si un alcalde o un dirigente negro se pintara la cara de blanco para hacer de Melchor o Gaspar? Seguro que se alegaría que hay mucha gente blanca para representarlo. Pues eso mismo piensan los jóvenes africanos o de raza latina andaluces cuando ven a un blanco pintado de negro encarnando a Baltasar”. Con esta analogía tan gráfica describe Juan Molina, presidente de la asociación Familias Solidarias, el estupor que sienten todos los afrodescendientes y latinos por esta práctica denominada black-face, todavía vigente en muchas cabalgatas españolas. Él se hace eco de la petición que varias asociaciones de ámbito nacional, entre ellas representantes de jóvenes adoptados, han trasladado al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, que este año sale como Rey Baltasar en la cabalgata de Sevilla, para que no se pinte la cara de negro. “El black-face ya no es una opción. Ahora lo que toca es eliminar las prácticas racistas de nuestras tradiciones”, le reclaman al dirigente popular.
AFAM, AFASODE, La Voz de los Adoptados y la Federación CORA (la coordinadora de asociaciones de adopción y acogimiento, que agrupa a una treintena de entidades) trasladaron esta petición al líder del PP andaluz el pasado 27 de julio. A diferencia de lo que vienen haciendo desde hace algunos años otros grupos y asociaciones en otros puntos de España, nunca antes habían reclamado la eliminación del black-face de las cabalgatas, pero entendieron que Moreno, en calidad de presidente de la comunidad más poblada de España, es una figura lo suficientemente representativa e influyente como para llamar la atención sobre lo que para ellos es una forma de “blanqueamiento institucional del racismo”. “Este tipo de gestos van en contra de la igualdad racial, acentúan los estereotipos, y esto es algo que nos concierne a todos”, explica Ana Jiménez, una de las portavoces de Cora, que tiene 30 años, es de origen peruano y fue adoptada por una familia de La Rioja y ahora reside en Granada.
Para jóvenes como Ana, con rasgos y orígenes raciales distintos de los típicos españoles, Baltasar siempre ha sido el Rey Mago con el que se han sentido identificados. “La mayoría de los niños adoptados o en acogida saben que sus padres no son iguales que ellos, que tienen la piel diferente, por eso vemos a Baltasar como alguien que nos representa, se trata de algo simbólico, con el que podemos identificarnos”, cuenta. Por eso, cuando observan que todavía hay personas blancas que se pintan la cara de negro para encarnarlo, les parece que “ese símbolo se está manchando, lo sentimos como un insulto”, explica. “Nosotros tratamos con muchos chicos que son africanos y cuando ven que este tipo de tradición se perpetúa sienten que su espacio y su identidad no se respetan”, abunda Molina desde su propia experiencia profesional.
Esa percepción de desencaje se acentúa en estas fechas y el hecho de que alguien como el presidente de la Junta, que representa a todos los andaluces, también a los de otras razas, se pinte la cara de negro supone para ellos un ejemplo de “ese racismo que se blanquea”. “Para nosotros es ofensivo, es un impacto brutal”, subraya Jiménez. “Que una persona tan representativa como Moreno no contribuyera al black-face sería un gesto de gran trascendencia en aras de romper ese racismo institucional”, recalca Molina.
A ese mismo argumento apeló Alejandra Durán, diputada de Por Andalucía, el pasado 14 de octubre, durante el debate en la Comisión de Cultura y Deporte de una proposición de ley presentada por su grupo para prohibir espectáculos culturales en los que se utilice el black-face, por considerar que atenta contra el artículo 14 de la Constitución, que proclama la igualdad de todos los españoles. “El black-face es una práctica racista que caricaturiza a las personas afrodescendientes a través del maquillaje”, recordó. “Una democracia consolidada no puede proteger costumbres que humillan o caricaturizan a colectivos vulnerables”, sostuvo para lamentar que el presidente de la Junta fuera “partícipe de este racismo institucional”.
El PSOE de Andalucía también secundó la iniciativa, alegando que no había “necesidad de recurrir a personas blancas que tengan que pintarse la cara para interpretar a personajes como Baltasar”, tal y como subrayó su diputada Verónica Pérez, quien consideró “especialmente grave” que fuera el presidente Moreno quien repitiera esta “costumbre, bastante anacrónica”, cuando “representa a todos los andaluces, también a los de raza negra, que podrían cumplir ese papel”.
“No es una chorrada, daña”
La iniciativa no salió adelante porque votaron en contra PP y Vox. Los populares consideraron el debate como “absurdo” porque el black-face surgió en el mundo anglosajón “para mofarse de la población negra”, según sostuvo el parlamentario Daniel Castilla, para quien, la cabalgata de Sevilla es una “tradición cultural y religiosa, con un enorme valor simbólico”, que nada tiene que ver con “nuestra cultura de integración”. Desde la formación de Santiago Abascal se fue mucho más categórico, asegurando que era “una chorrada”.
En términos similares se manifiestan fuentes cercanas al entorno del presidente de la Junta al ser consultadas por este diario sobre la petición de las asociaciones. Esos mismos interlocutores aseguran que desde el Ateneo de Sevilla, la entidad que organiza la cabalgata de la capital andaluza, les han indicado que hagan caso omiso a la reivindicación del black-face. “Es en estas fechas tan importantes cuando se debería demostrar que la sociedad esta avanzando, esta petición no es una chorrada, el black-face daña”, subraya Jiménez. “En Andalucía hay mucha gente distinta que se siente identificada con el Rey Baltasar, que en este caso no es cualquier persona blanca, es el presidente de la Junta y muchos de esos andaluces no se sentirán reconocidos”, abunda para lamentar que con la negativa “se ha perdido una oportunidad para no normalizar el racismo, justo cuando los insultos hacia lo diferente están aumentando en los colegios”.
Las asociaciones también remitieron la misma carta al Ateneo -si bien fuentes de la entidad consultadas aseguran desconocer que se les había remitido una carta para eliminar el black-face- y al Defensor del Pueblo Andaluz, que en este tiempo les ha contactado para interesarse sobre si habían recibido respuesta por parte de la Administración andaluza.
De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, la comunidad negra en España es de 1,2 millones de personas -tanto españoles de origen africano, como residentes extranjeros procedentes de ese continente-, el 2,5% del total. Andalucía es la tercera comunidad con más africanos, el 15% del total, por detrás de Madrid (25%) y Cataluña (20%), y Sevilla es, con 95.000, la tercera que más residentes concentra, después de Madrid, con aproximadamente 280.000, y Barcelona con 195.000. “Parece que esto no importa, pero no somos tan pocos y los jóvenes que hemos vivido esta desafección no queremos que los niños que vengan detrás la sufran”, advierte Jiménez, que además de a la población afrodescendiente incluye a la latina dentro de los que lidian con problemas de identidad y padecen el racismo implícito en el black-face.
Con todo, hay ayuntamientos en Andalucía que sí son sensibles a estas reivindicaciones. Málaga, gracias al impulso de colectivos antirracistas y movimientos sociales, ha desterrado el black-face y desde el curso pasado el Ayuntamiento dictaminó que el Rey Baltasar siempre será encarnado por una persona negra. En 2025, Mansur, un joven guineano que rescató a una mujer durante las inundaciones de la dana, fue el primero en inaugurar esta tradición. En la siguiente será el base del Unicaja Kendrick Perry quien le pondrá cara.
“En Andalucía hay muchas personas negras que tienen muchísima significación, que están reconocidos por su actividad cultural, empresarial… y que son los que deberían hacer de Rey Baltasar”, incide Molina. “El black-face no nos representa y en épocas tan importantes como la Navidad debería tenerse más presente que nunca”, añade Jiménez.
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