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Vecinos del Casco Histórico de Toledo, contra el turismo masivo en Navidad: “Es mi barrio, no un decorado”

Los residentes critican el adelanto del encendido navideño y piden medidas para aliviar la presión turística en las calles más saturadas

El pasado 21 de noviembre fue un día aciago para los vecinos de la calle Hombre de Palo de Toledo, pero también un revulsivo. La ciudad encendió ese día su alumbrado navideño y con él, también los ánimos de las 20 familias que residen en esta estrecha arteria, una de las más saturadas del Casco Histórico toledano. La anticipación de una semana del encendido navideño despertó las primeras protestas vecinales en una ciudad que nutre sus arcas ―las institucionales, pero también las de muchos comercios y negocios― del turismo. Las luces de Navidad en Toledo estarán encendidas 49 días, hasta el próximo 8 de enero, una semana menos que Vigo, la ciudad que antes aprieta el botón navideño en nuestro país. “¿Quién está pensando en nosotros?”, se queja Mari Carmen Zamorano, vecina de esta arteria e impulsora de este movimiento vecinal, que no denosta al turista, pero que busca un equilibrio con una actividad que, reconocen, es esencial en Toledo.

Los vecinos han secundado ya dos movilizaciones. La primera el mismo día y a la misma hora que se encendió el alumbrado. La última, este pasado sábado, reunió a un centenar de residentes. Las dos se celebraron en las Cuatro Calles, el punto en el que confluyen las calles Comercio y Hombre de Palo y el que concentra las mayores aglomeraciones. Los residentes focalizan el problema en la concentración de actos navideños en este eje por la ubicación de dos mercadillos en las plazas de Zocodover y el Ayuntamiento y piden medidas para garantizar la movilidad en Navidad y en otras celebraciones. La reunión mantenida hace unos días con el concejal de Movilidad, Iñaki Jiménez, y con representantes de la Policía Local, explican, supo a poco. “Las palabras estuvieron bien, pero tienen que quedar por escrito. Tiene que haber un compromiso real”, reclama Zamorano, portavoz de un movimiento vecinal que quiere seguir ganando músculo para hacerse escuchar.

“Sabemos que tenemos que convivir con el turismo, que Toledo es Patrimonio de la Humanidad, pero hay muchos más sitios para repartir las cosas”, sostiene Matilde Cedenilla, vecina del Casco e impulsora también de este movimiento, que pide derivar parte de la oferta navideña a otras zonas y barrios de la ciudad y que el encendido vuelva a las fechas tradicionales, entre el Puente de la Inmaculada y el Día de Reyes. “Entiendo que otras ciudades que no tienen el patrimonio y la riqueza que tiene Toledo tengan que embellecerla, pero hacer eso en Toledo es hacerla de menos. Nuestra ciudad no necesita estos reclamos”, asegura Zamorano. “Con un mes es más que suficiente”, agrega Cedenilla. El Ayuntamiento, de momento, se compromete a convertir la calle Hombre de Palo en una vía de sentido único para que los vecinos puedan sacar sus coches de los garajes sin toparse de frente con los grupos de turistas, aunque sólo en los días de mayor afluencia.

“Turismo sí, pero no así”, “Es mi barrio, no un decorado” o “Turismo consciente, barrio viviente” fueron algunos de los eslóganes coreados por los asistentes a la protesta de este sábado, observados por los turistas que, tras reparar unos segundos en la escena, proseguían con su visita. Los vecinos reclaman medidas para garantizar el tránsito peatonal entre Zodocover y el Ayuntamiento en Navidad, pero también aliviar, a medio y largo plazo, la presión turística que sufre el Casco. Marta, residente en el Callejón del Vicario, participó en la protesta para denunciar los obstáculos que tiene que sortear en su día a día y que no se ciñen sólo a salir o entrar de su garaje. “Es simplemente poder caminar”, lamenta. Alfredo, vecino de la calle Pozo Amargo, también sufre la turistificación del barrio. “Las viviendas de uso turístico se van extendiendo a todas las zonas y para ir a la panadería o al Mercado Municipal nos encontramos todo muy colapsado”.

En 2026 entrará en vigor la ordenanza turística que declara como “zonas saturadas” la calle Hombre de Palo, la Plaza del Consistorio y el Pasadizo Balaguer, en las que no se permitirán los grupos de turistas de más de 30 personas. “Es un paso adelante, pero hacen falta muchas más cosas. No queremos echar a los turistas, pero pedimos poder convivir”, recalca Cedenilla. El Ayuntamiento, que estas Navidades se gastará más de 700.000 euros en el encendido navideño, recuerda que el turismo es “una fuente fundamental de ingresos y empleo en la ciudad”. “No podemos poner puertas al campo”, explica Juan José Alcalde, portavoz del equipo de gobierno municipal, que tiende la mano a los vecinos. El Consistorio, que desde este año aplica una tasa a los autobuses de los turoperadores que llegan a la ciudad, trata de encontrar un equilibrio que se antoja difícil. “No podemos ir en contra del turismo y no podemos ir en contra de los vecinos. Es un ten con ten”.

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