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María Jesús Montero: “Para reconstruir hacen falta Presupuestos, es impresentable hablar de chantaje”

La vicepresidenta aboga por subir los impuestos: “No podemos pedirle más dinero a la UE”

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en la sede de su departamento el viernes, durante la entrevista.Foto: Álvaro García | Vídeo: Álvaro González
Claudi Pérez

La aceleración de la política global no contempla la hipótesis del freno, a juzgar por la irrupción de Donald Trump. Y la política española tampoco, con una bronca infinita —a pesar de que el carisma frío de las estadísticas cuenta una historia de bonanza económica— y en un primer año del Gobierno de coalición marcado por una acumulación de episodios de estrés: amnistía-caso Ábalos-caso Errejón-catástrofe climática. María Jesús Montero (Sevilla, 58 años) irrumpe en la sala Goya del Ministerio de Hacienda como un vendaval. La vicepresidenta, ministra de Hacienda y número dos del PSOE es la responsable de algunas de las claves de la legislatura —financiación autonómica, presupuesto y reforma fiscal—, pero a lo largo de una hora de entrevista hablará largo y tendido del desafío que supone la dana en términos de gestión política.

Pregunta. Hay una mezcla de incompetencia y mentiras en la gestión de Carlos Mazón y su equipo. Y un formidable malestar entre los valencianos, que se extiende al Gobierno central. ¿La gestión de la crisis ha sido la adecuada?

Respuesta. Nos hemos centrado en dar respuesta a la gente que lo pasa mal, en salvar tejido productivo y en desplegar las ayudas para reconstruir la zona devastada: ya habrá tiempo para ver cómo se tomaron las decisiones. Los valencianos no entenderían una pelea continua. Es el momento de la unidad, de usar toda la potencia del Estado y el Ejército y de sumarla a la capilaridad de la Generalitat.

P. Mazón, que empezó con ese discurso conciliador, ha pasado al ataque. Y altos cargos del Gobierno y de la UME, también.

R. No espere de mí reproches. Insisto en que habrá tiempo para las comisiones de investigación.

P. El Gobierno defiende que la fórmula mixta de gestión es más eficiente; que así es el Estado autonómico. Pero cuénteselo a quienes creen que Pedro Sánchez debió tomar las riendas.

R. Hemos estado presentes en Valencia desde el primer minuto, con todo el despliegue de fuerzas y el Ejército. Hubiera sido un sinsentido entrar en una pelea de competencias y roces continuos.

P. ¿Pesaron en la decisión de no activar el estado de alarma las denuncias en pandemia?

R. No. Para nada.

P. ¿No hay cierto cálculo político al dejar al mando a Mazón?

R. Mazón era el responsable de activar el máximo nivel de alarma si la situación le desbordaba. Y no lo hizo.

P. ¿Entiende el malestar en el episodio de Paiporta?

R. Entiendo la indignación de personas que pierden su casa, su negocio, su coche, a sus seres queridos. Pero el Gobierno ha estado ahí. En pleno shock es fundamental tomar decisiones correctas, pero también es clave la eficacia en días posteriores para limitar el impacto de la devastación: las tareas de limpieza, de recuperación de los suministros. La desesperación es lógica cuando la ayuda no llega de inmediato, y es imposible llegar de inmediato. Esa frustración puede acabar en bronca cuando hay aglomeraciones. Son momentos peligrosos por la ola de emocionalidad. Me parece indignante que los ultras se infiltraran en esas protestas.

P. No solo fueron ultras.

R. No, pero había ultras prendiendo la mecha de la violencia.

P. ¿Zarzuela les consultó la visita? ¿Pusieron alguna objeción?

R. Sí, nos coordinamos. Y no, no pusimos objeciones. Pero esas visitas oficiales a las zonas afectadas es algo que debemos revisar.

P. ¿Qué hizo mal el Gobierno?

R. Mire, siempre se puede hacer mejor. Puede que no comunicáramos bien, pero el Gobierno estaba más pendiente de ayudar que del relato. Tardaremos en volver a la normalidad: los valencianos nos exigen que ese tiempo sea el mínimo posible.

La ministra Montero, 'número dos' del PSOE, durante la entrevista.
La ministra Montero, 'número dos' del PSOE, durante la entrevista.Álvaro García

P. ¿Hacen falta los Presupuestos para acelerar las ayudas?

R. Con la experiencia de la pandemia, el objetivo es movilizar los máximos recursos para volver a la normalidad con rapidez. El decreto ley moviliza 10.600 millones. Contamos con la colaboración de Bruselas para evitar restricciones fiscales, eso es clave. También lo es el presupuesto: nadie entendería que la Generalitat no orientara sus cuentas públicas a la reconstrucción. Ni que no tengamos los próximos Presupuestos del Estado focalizados en resolver cuanto antes esto. La emergencia lo requiere.

P. El PP dice que vincular ayudas y presupuesto es hacer chantaje. Y Junts.

R. El presidente no ha vinculado los 10.600 millones al presupuesto. Los presupuestos no están listos y sin embargo las ayudas van a llegar, son un gasto extraordinario y eso Bruselas lo entiende. Todos nosotros deberíamos entender también que las grandes crisis miden la grandeza de un país. Hay que dejarse de politiqueo. Hace falta un presupuesto y me parece impropio llamar a eso chantaje. Hay un tiempo para pedir responsabilidades y para confrontar, pero ahora hace falta el presupuesto y es impresentable, poco empático y absolutamente desorientado hablar de chantaje.

P. Sánchez tiende a lanzar órdagos en momentos clave. ¿Habría elecciones sin presupuestos?

R. Las convocatorias electorales son potestad del presidente. A mi juicio, son imprescindibles unas cuentas públicas para consolidar el dinamismo económico de España. Crecemos el triple que la UE. Tenemos récord de empleo. La dana demuestra que hay que focalizarse en la transición verde: una de las lecciones es que el cambio climático no es una amenaza sino la cruda realidad.

P. ¿Van a tocar los objetivos de déficit de las comunidades?

R. Estamos negociando una reforma fiscal. Y estamos negociando con los grupos.

P. Ábalos, Errejón, la dana... ¿Ve a la izquierda desmoralizada?

R. Los progresistas tienen que estar más motivados que nunca con lo que pasa en el mundo. La izquierda tiene capacidad para combinar crecimiento, redistribución y saneamiento de las cuentas públicas: los números de España están ahí. Las catástrofes ponen de manifiesto por qué y para qué pagamos impuestos.

P. Le preguntaba por Ábalos, por Errejón.

R. Son casos dolorosos, que a todos nos avergüenzan y que obligan a los partidos a actuar con absoluta celeridad. El PSOE y Sumar lo han hecho, en contraste con la corrupción del PP.

P. Sumar va a la baja en las encuestas. ¿Ve viable un Gobierno sin ese espacio bien articulado?

R. La alternativa a un Gobierno de derechas como el de muchas autonomías es la coalición progresista. Eso exige un proceso de reflexión permanente: en el PSOE, a través de su Congreso. La izquierda a la izquierda del PSOE debe hacerlo también; necesita encajar distintas sensibilidades. Un ejemplo: Podemos exige rebajar por ley un 40% el precio del alquiler. Es un planteamiento de máximos en la negociación, para diferenciarse, pero la política es el arte de lo posible, y espero que Podemos acabe apoyando un presupuesto cimentado en políticas progresistas aunque no le satisfaga al 100%. Si no, les ponemos las cosas fáciles a los ultras.

P. ¿El Ejecutivo corre el riesgo de abusar del “vienen los ultras”?

R. Un líder tiene que anticiparse a los acontecimientos. Sánchez ha subrayado un riesgo real: los ultras están presentes en varios gobiernos europeos, ahí tenemos a Trump. Esa ola ha intoxicado las democracias a través de bulos y desinformación, como hemos comprobado en Valencia.

P. En la ponencia para su congreso, el PSOE pasa de puntillas por debates medulares como la financiación singular de Cataluña. ¿Hay un déficit de explicación en el pacto firmado con ERC?

R. Ese acuerdo lo ha explicado Salvador Illa. Y es una nueva mirada sobre la financiación.

P. ¿Es un concierto? ¿Supone la salida del régimen común?

R. El acuerdo tiene un componente de solidaridad que no existe en el concierto vasco y navarro. Todas las reformas del sistema han profundizado en un mayor autogobierno de las autonomías, con distintas sensibilidades.

P. ERC lo explica de otra manera. Y el PP, e incluso algunos barones socialistas, discrepan de su conclusión.

R. Es lícito que cada cual lo interprete para su público. Pero el documento está ahí. Y dice lo que dice: que vamos a empezar por más cesión del IRPF, con vocación de más autogobierno en Cataluña. Eso es escalable a otras autonomías. Lo fundamental es garantizar la igualdad en la provisión de servicios públicos. Y que no se permita, como ahora, más de 800 euros extra por habitante en algunas comunidades.

Montero, antes de la entrevista en el ministerio el 8 de noviembre.
Montero, antes de la entrevista en el ministerio el 8 de noviembre.Álvaro García

P. ¿Cómo se evita que con el IRPF se entre en una carrera fiscal a la baja como en el impuesto de Sucesiones?

R. Lo hacemos con Patrimonio, gravando en las regiones que lo habían suprimido. Y en Sucesiones planteamos un tipo mínimo. Pero es incompatible bajar impuestos y a la vez pedir más recursos al Estado.

P. ¿Cuánto dinero extra hay que poner? ¿20.000 millones?

R. No es el momento de dar cifras, sino de repensar el modelo: combinar la singularidad con una provisión de servicios equiparable, y pedir a las autonomías responsabilidad. La presión fiscal es cuatro puntos inferior a la media europea, de ahí la insistencia de la UE en la reforma fiscal. No podemos pedir más dinero a Europa y no estar dispuestos a elevar los ingresos.

P. ¿Usted personalmente está cómoda con ese pacto con ERC? ¿Cómo lo defiende en Andalucía?

R. Estoy cómoda. Hay que defenderlo con normalidad, sin crispación. Con el actual modelo puedo tener la misma incomodidad cuando voy a los territorios y veo un mal funcionamiento de los servicios públicos. Con la sanidad, el Gobierno andaluz echa balones fuera; culpa de todo al Gobierno central. Desde la pandemia ha crecido esa patología en la relación entre autonomías y Gobierno. Esa confrontación es desleal: las autonomías han recibido 300.000 millones más desde que Sánchez es presidente.

P. Acusa a las autonomías de deslealtad institucional.

R. Es evidente. No asumen su responsabilidad y culpan a Madrid [Gobierno central] del mal funcionamiento de las listas de espera, de la dependencia o de la ratio de alumnos. Y tienen más recursos que nunca.

P. Hay quien acusa al Gobierno de reformar el modelo territorial por la puerta de atrás. Desde la declaración de Granada en 2013, el PSOE no ha contado cuál es la estación de destino de medidas tan ambiciosas como la amnistía y el pacto con ERC.

R. Granada sigue vigente. La ponencia del PSOE habla de ahondar en el modelo territorial, de avances federales. Hay que concretar cómo, pero la financiación es un elemento importante, con una Agencia Tributaria en red, o la reforma del Senado y de órganos multilaterales para la toma de decisiones compartida. El PSOE nunca ha dado pasos hacia la recentralización; otros sí, como hemos visto con la dana. Hay que preguntarle al principal partido de la oposición qué quiere hacer; Vox niega incluso que deba haber autonomías. Hay debates más relevantes: algunas autonomías han acelerado la privatización de la sanidad; otras, de la universidad.

P. Acabamos de ver ganar a Trump tras un fuerte retroceso de los demócratas. ¿Está averiado el discurso progresista?

R. La flecha del progreso no siempre va hacia arriba. Me preocupa ese movimiento antipolítico: son los impuestos los que permiten que el Ejército vaya al rescate de Valencia; eslóganes como “el pueblo salva al pueblo” son tramposos. Hay que reivindicar las políticas públicas frente a quienes deslegitiman las instituciones. Hay que dar guerra contra esa inercia pesimista. Hay que rebelarse contra eso.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.
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