Detenidos los dos presuntos capos del narcotráfico gallego más escurridizos
Pablo Quiroga y Bernabé González Piñeiro, hasta ahora nunca condenados, son considerados los supuestos cabecillas de una trama a la que se le ha intervenido 3 millones de euros en efectivo e importantes cantidades de ocho drogas diferentes
Sus nombres se repetían desde hace lustros en los informes policiales de numerosas investigaciones contra el narcotráfico gallego. Las fuerzas de seguridad españolas, pero también las de otros países, como EE UU, hacía tiempo que habían puesto el foco en ellos convencidos de que buena parte de la droga que entraba a través de la costa del noroeste peninsular lo hacía gracias a su organización. Y, sin embargo, habían conseguido evitar ser detenidos. Siempre caían otros peldaños de sus estructuras criminales, pero nunca ellos... hasta esta semana. La Guardia Civil ha anunciado este viernes el arresto de Pablo Quiroga, de 43 años, y Bernabé González Piñeiro, de 47, considerados los principales ―y más escurridizos― capos de la actual generación del narcotráfico gallego y supuestos cabecillas de “una de las más destacadas y activas” redes de narcotráfico que operaban en España, según ha recalcado el Ministerio del Interior
Junto a ellos, en una operación que ha contado con colaboración de la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol) y la Agencia Antidroga de EE UU (Drug Enforcement Administration-DEA), han caído otras 18 personas, la mayoría en la comarca de O Salnés, en la ría de Arousa (Pontevedra). Entre ellas, Víctor Ramón Dopico, de 49 años, el presunto hombre de confianza de ambos, al que se le intervino en su domicilio cerca de 3 millones de euros en efectivo. Seis de los arrestados, entre ellos los dos supuestos capos y su lugarteniente, han ingresado en prisión provisional por orden de la Audiencia Nacional.
La operación ha permitido además la incautación de 1,7 toneladas de hachís, 50 kilogramos de cocaína, 10 de marihuana, uno de heroína, otro de tusi o cocaína rosa, 750 gramos de MDMA, una cantidad similar de anfetamina y 10.000 pastillas de éxtasis. Con su arresto se da además por desmantelada la supuesta trama de empresas fantasmas y testaferros utilizada para blanquear los beneficios de la droga. También se han intervenido 16 automóviles ―seis de ellos de alta gama―, una colección de 60 motocicletas de competición, cuatro relojes de la marca Rolex, tres armas de fuego, 32 terminales telefónicos encriptados y diversos dispositivos informáticos. Y se han embargado 44 cuentas corrientes y 26 inmuebles valorados en más de 10 millones de euros.
La bautizada como Operación Halia ―en referencia a una ninfa marina de la mitología griega― se inició a comienzos de 2023 cuando la Guardia Civil recibió información recuperada por Francia de los servidores de Encrochat, un sistema de mensajería encriptada que era utilizado por los principales capos del crimen organizado de todo el mundo para sus negocios delictivos. Según detallan fuentes cercanas a la investigación, las conversaciones recuperadas de los ahora detenidos no aportaban datos concretos de operaciones en marcha, pero confirmó que ambos debían ser catalogado como HVT [siglas en inglés de “objetivos de alto valor”]. También permitió a los agentes del Equipo contra el Crimen Organizado de la UCO en Galicia conocer parte del entramado utilizado presuntamente por su organización para introducir alijos en España y que, en algún caso, a través del mismo habían logrado a introducir en al menos una ocasión hasta siete toneladas de cocaína.
Las pesquisas posteriores pusieron de manifiesto que la red seguía utilizando la vía marítima para meter en España grandes alijos de cocaína procedentes de Colombia, pero con algunas novedades. Así, en lugar de utilizar marineros veteranos y experimentados ―y, casi siempre, con antecedentes por esta actividad―, buscaban jóvenes que no hubieran sido nunca relacionados con el narcotráfico y, por tanto, no levantasen las sospechas policiales. A cambio de cantidades que iban desde los 300.000 euros ―en el caso de capitán― a los 100.000 euros para cada miembro de la tripulación, viajaban en veleros y catamaranes hasta el mar Caribe, donde cargaban la mercancía que les llevaban barcos nodrizas que habían partido desde las costas de Sudamérica. Luego emprendían el viaje de regreso. Una vez la droga en España, entraba en acción una flota de vehículos con sofisticadas caletas (dobles fondos o escondrijos) que se encargaba de distribuir la droga al por mayor por las distintas provincias españolas.
La investigación permitió detectar que uno de estos viajes marítimos, en el que supuestamente la organización iba a traer 4.000 kilos de cocaína, se iba a producir a comienzos de marzo. Sin embargo, la operación para intervenir el velero ya cargado con la droga se frustró porque justo antes de que recibieran el alijo, el barco fue abordado en el mar Caribe por las autoridades francesas, que desconocían que existía ya un operativo español sobre la embarcación. Aquella actuación llevó a la trama a abortar aquel intento de introducir la partida en España y, con ello, a la Guardia Civil a reorganizar su operación.
El contratiempo no frenó las pesquisas en torno a los principales sospechosos que seguían manteniendo reuniones entre ellos en las que adoptaban “minuciosas medidas” de seguridad para evitar los seguimientos policiales, según destaca la Guardia Civil en una nota. “Como sabían que habían sido objeto de investigación en el pasado, extremaban las medidas para evitar que se les siguiera o se escucharan sus conversaciones. Pasaban detectores de metal a los coches antes de subirse a ellos para descubrir si se les habían instalados balizas de seguimiento o micrófonos ambientales; mantenían las reuniones a altas horas de la madrugada en zonas del monte donde era imposible montar un operativo de vigilancia, y seguían utilizando teléfonos encriptados para sus conversaciones”, detallan fuentes cercanas a la investigación.
Pese a ello, las investigaciones dieron su fruto y el pasado lunes Quiroga era detenido en el aeropuerto de Barcelona cuando estaba a punto de tomar un vuelo con destino a Tánger (Marruecos). Al día siguiente caían los otros 19 presuntos implicados, entre ellos González Piñeiro y Dopico, y se producían 27 registros. La investigación ha permitido constatar el papel que supuestamente jugaba cada uno. Fuentes del instituto armado sitúan en la cima a Quiroga, que era el responsable de organizar toda la operativa marítima para traer la droga hasta España. “Era el número uno”, recalcan. En su historial delictivo solo figura una detención, en 2005, cuando tan solo tenía 25 años y era supuestamente un subalterno de otro clan. Entonces se le implicó en un alijo de hachís intervenido en Sevilla, pero finalmente salió absuelto.
Tampoco tenía antecedentes judiciales el considerado como su segundo, González Piñeiro, quien presuntamente era el responsable de la distribución a gran escala de droga una vez en España mediante coches y furgonetas caleteados. En su caso, es la primera vez que se le detiene. Como tercero en el escalafón, las pesquisas sitúan a Dopico, quien sí contaba con al menos un arresto. Fue en 2013, en una operación contra una de las ramas del clan del narcotráfico gallego más conocido, el de Los Charlines. En la vivienda de este último la Guardia Civil ha localizado ahora la mayor parte de los 3 millones de euros en metálico intervenidos, de los cuales un millón estaba en el maletero de su automóvil, supuestamente listo para salir y hacer un pago. El resto de los fondos en fajos de billetes se encontraron metido en cajas, mochilas y maletas a la vista de cualquiera que entrara en la vivienda. En la vivienda de otro de los detenidos se intervino numerosos paquetes de hachís dentro de un frigorífico junto a botellas de cerveza. “Como había hecho calor días atrás, la habían metido para que no perdiera calidad”, detallan fuentes policiales.
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