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Juan y Luisa, la lucha por los desaparecidos antes del caso de Marta del Castillo

Juan Bergua y Luisa Vera, cofundadores de la primera asociación de desaparecidos en España, dejan la primera línea, pero siguen buscando a su hija Cristina como hace 27 años, cuando todo eran obstáculos

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (a la izquierda), junto a Juan Manuel Bergua y Luisa Vera, este martes, durante el encuentro con familiares de personas desaparecidas y representantes de las distintas asociaciones y fundaciones que operan en el sector, en Madrid.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (a la izquierda), junto a Juan Manuel Bergua y Luisa Vera, este martes, durante el encuentro con familiares de personas desaparecidas y representantes de las distintas asociaciones y fundaciones que operan en el sector, en Madrid.Daniel Gonzalez (EFE)
Juana Viúdez

La lucha de Juan Bergua y Luisa Vera en los últimos 27 años ha tenido un doble objetivo. Se han dedicado a buscar a su hija Cristina, que desapareció en Cornellà (Barcelona) el 9 de marzo de 1997, cuando tenía 16 años. Y han hecho todo lo posible para que las Administraciones y la sociedad se impliquen en la búsqueda de las personas desaparecidas como su hija.

El matrimonio, de 76 y 75 años ―él, empleado metalúrgico jubilado, y ella, ama de casa―, forma un equipo. “Cuando vamos a un sitio, vamos los dos juntos”, resumía Juan este viernes, poco después de reunirse con el alcalde de Cornellà. Juntos recogieron este martes en el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES) un reconocimiento por su labor como cofundadores de la primera asociación de familiares de desaparecidos de España (InterSOS), que dejó de estar activa el pasado enero por falta de relevo. Una vez más, volvieron a recordar el caso de su hija Cristina y cómo en aquellos primeros años todo eran obstáculos para las familias que intentaban mantener viva la búsqueda. El caso de Marta del Castillo, la joven sevillana desaparecida el 24 de enero de 2009, supuso un antes y un después.

Era un domingo y Cristina salió a dar una vuelta. Su hora de regreso eran las diez de la noche. Cuando se iba a retrasar, solía avisar con una llamada de teléfono. Ese día no llamó ni se presentó. Al ir a poner la denuncia, esa misma noche, les dijeron que tenían que esperar “las famosas 24 horas”, algo que ya no es necesario. “Estuvimos toda la santa noche buscándola por todas partes”. Comenzó una odisea en la que el matrimonio ha llegado a imprimir 300.000 fotografías.

El cuarto de Cristina está recogido. A pesar de que durante más de 20 años lo conservaron tal y como lo dejó, el matrimonio ha empaquetado primorosamente todas sus cosas, incluidos los discos de Bon Jovi que tanto le gustaban. Tienen una nieta con 19 años y otro de 14, que lo suelen utilizar. La chica se queda a dormir algún día en casa de los abuelos, antes de ir a la Universidad. “La habitación está ahí, se usa. Lo tenemos todo guardado”, explica Juan.

Luisa Vera y Juan Bergua posan en la habitación de su hija Cristina, en 2018. La estancia seguía entonces igual que el último día que la vieron.
Luisa Vera y Juan Bergua posan en la habitación de su hija Cristina, en 2018. La estancia seguía entonces igual que el último día que la vieron. Massimiliano Minocri

Juan y Luisa hablan al menos una vez al mes con una investigadora de los Mossos d’Esquadra para saber si hay novedad. Y, en actos como el del martes en Madrid, llevan consigo el retrato de su hija. La investigación situó al novio de Cristina, de 26 años, en el centro de todas las miradas. Fue interrogado, pero nadie pudo señalarle como responsable. Algunas de las amigas de Cristina dijeron que aquel día tenía la intención de romper su relación. Todavía hoy, Luisa destaca que el joven no se moviera de su casa, ni haya participado en la búsqueda: “Lo vi en su casa tan tranquilo y nosotros no sabíamos qué hacer, para dónde caminar. Esto me chocó mucho”.

Cuando se cumplieron los 20 años de la ausencia de Cristina, inscribieron su fallecimiento en el juzgado. Al igual que a otros familiares de desaparecidos, esa declaración, que se puede realizar a los 10 años de la ausencia, les supuso un gran dolor. “No lo habríamos hecho si la burocracia no nos obligara a ello”, reconoce Juan. Tuvieron que hacerlo para dejar cerrada la herencia de su otro hijo. “Lo poco que tenemos queremos que sea para él”, añade Luisa.

“Esto no se acaba nunca, siempre queda algo por hacer”, reflexiona Juan cuando rememora los primeros pasos de InterSOS, allá por julio de 1998, fruto de la unión de seis familias del área metropolitana de Barcelona. “Acordamos poner 5.000 pesetas (30 euros) cada uno para hacer unas llamadas de teléfono y un cartelito con las fotos de los seis desaparecidos y lo íbamos repartiendo por donde se podía”, explica.

Acudían a los medios, organizaron manifestaciones para pedir la vuelta de su hija o lanzaron globos con la imagen de Cristina el día que cumplía 18 años, además de visitar innumerables despachos de ministerios, Generalitat, Ayuntamientos, Fiscalía y grupos policiales. “En aquella época no se tenía conocimiento de que en España había personas desaparecidas”, sostiene Juan. Su impresión de aquellos primeros años es de que les recibían, pero no les escuchaban. Pedían centralizar y unificar las denuncias, porque entonces se podían interponer en cualquier comisaria y muchas estaban repetidas. Ahora hay un registro central. También, que les hicieran pruebas de ADN a los familiares para poder cotejar los restos óseos que fueran hallados, una práctica plenamente implantada.

Encuentro de familias de desaparecidos, el pasado martes. A la izquierda, en primera y segunda fila, Luisa Vega y Juan Bergua muestran la imagen de su hija.
Encuentro de familias de desaparecidos, el pasado martes. A la izquierda, en primera y segunda fila, Luisa Vega y Juan Bergua muestran la imagen de su hija. MIGUEL BERROCAL (MINISTERIO DEL INTERIOR)

¿Cuándo notan los primeros logros? “Con el caso de Marta del Castillo”, responde Juan. “En el caso de mi hija, la Policía recibió un anónimo diciendo que buscaran a Cristina en los contenedores de basura de Cornellà y tardaron 11 meses en ir al vertedero. En el caso de Marta del Castillo, se recibió un aviso similar. Fueron al día siguiente”.

El Centro Nacional de Personas Desaparecidas (CNDES), creado en 2018, es el logro del que más orgullosos se sienten. Allí, en unas instalaciones que muchos de los familiares de desaparecidos reconocen como su casa, relataron su experiencia junto a otras seis familias. Les escuchaba el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y representantes de la Policía Nacional, Guardia Civil, Mossos, Policía Foral y Ertzaintza. El centro, dirigido por Pilar Minuesa, coordina el sistema de personas desaparecidas que emplean las fuerzas de seguridad, y actúa como punto de contacto con las Administraciones, organizaciones de afectados y medios. Su directora hizo un balance de su actividad en 2023: 15.126 personas desaparecidas; un 66% de los casos resueltos en los primeros siete días; y 89 casos (un 0,5%) en los que la desaparición se consideró forzosa. El 31 de diciembre de 2023 había activas en España 6.001 denuncias por personas desaparecidas.

Hace más de diez años que Juan se ha ido desvinculando del día a día de la asociación porque se vio desbordado: “Lo cogí muy fuerte. Venían muchísimas familias con personas desaparecidas y tenía que aparcar mi dolor para darles ánimo, cuando el que necesitaba ánimo y apoyo era yo”. Decidió tomar algo de distancia, pero Luisa se mantuvo como vocal. Con el cese de actividad, a comienzos de este 2024, han pasado a integrarse en Quién Sabe Dónde Global, una fundación promovida por el periodista Paco Lobatón.

“Vuestra lucha desbordó a una sociedad que por fin empezó a poner cara a los desaparecidos sin causa aparente y a poner rostro también al sufrimiento que eso implicaba”, les dijo el ministro Marlaska, que también quiso recordar la labor de la última directora de InterSOS, Montserrat Torruella.

Quizás por costumbre, Juan aprovechó para pedir al ministro que se replanteen las tasas del BOE que tienen que pagar hasta en dos ocasiones las familias de los desaparecidos para tramitar la declaración de fallecimiento. ”Algo más de 2.000 euros [...] Es como si pagáramos una multa por dar por fallecido a un familiar”, dijo. También incidió en la necesidad de asistencia psicológica para los primeros días. Marlaska anunció que se habían iniciado los trámites para ofrecer un servicio psicológico gratuito a familiares a través del CNDES.

Después de tantos años, el matrimonio sigue necesitando “para bien o para mal” saber qué pasó con Cristina. “Yo intento pensar en que estará viva”, dice Luisa. El tesón de sus padres consiguió que el Congreso proclamase en 2010 que cada 9 de marzo sea el día oficial de las personas desaparecidas sin causa aparente. El mismo día que desapareció Cristina.


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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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