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“En Euskadi la gente joven es de Bildu”

Cuatro votantes de 19 y 20 años, cada uno de un partido distinto, se reúnen en Bilbao para hablar de las próximas elecciones autonómicas, de las propuestas de cada formación y del pulso inédito entre PNV y Bildu por ser primera fuerza

Cuatro votantes jóvenes en Bilbao el pasado 22 de marzo. De izquierda a derecha, Lander Manrique, Jone Leturiondo, Aritz Cobanera y Leire Díez.
Cuatro votantes jóvenes en Bilbao el pasado 22 de marzo. De izquierda a derecha, Lander Manrique, Jone Leturiondo, Aritz Cobanera y Leire Díez.Fernando Domingo-Aldama
Mónica Ceberio Belaza

Café Iruña. Quedamos en este bar emblemático de Bilbao para hablar de política con cuatro votantes de 19 y 20 años. Cada uno optará por un partido distinto en las próximas elecciones autonómicas del 21 de abril. Su aspecto no necesariamente revela su ideología. Al menos, según los estereotipos imperantes. El que defiende al PP lleva coleta y él mismo se ríe de que no parece “el típico votante popular”. Pero, clichés al margen, cuando se ponen a debatir, todos tienen las ideas bastante claras. Saben bien por qué van a votar a cada formación política. Tres son militantes de partidos. El cuarto, simpatizante. Esta tarde van a hablar de transición energética, de terrorismo, de educación, de polarización. Con argumentos y escuchando atentamente lo que dicen los demás.

Los cuatro nacieron con el PNV gobernando, en 2004, y han crecido con Gobiernos de este partido salvo los tres años en los que fue lehendakari el socialista Patxi López, entre 2009 y 2012. Para ninguno es una sorpresa que EH Bildu le esté disputando ahora el primer lugar en votos y escaños. “El PNV no ha sabido frenar y escuchar al votante descontento”, opina Aritz Cobanera, estudiante de Administración de Empresas (ADE). Él creció en Marbella, de padres vascos, y ahora estudia la carrera en Bilbao. Su familia es de izquierdas. Pero él va a votar al PP, aunque se sabe en franca minoría, especialmente entre la gente de su edad. “Hay que reconocer que la mayoría de los jóvenes aquí son de Bildu”, dice. “Creo que han sabido transmitir la idea de que se preocupan por los problemas sociales de la juventud”. “Además, hay un voto progresista que se ha aglutinado en torno a ellos también por demérito de la izquierda española”, añade Jone Leturiondo, estudiante de segundo curso de Filosofía, Política y Economía. Ella es militante del PNV desde los 16 años, de familia del PNV, una defensora convencida del partido. “Al dejar a un lado la lucha por la conquista de la independencia, EH Bildu ha conseguido transmitir la idea de que el voto útil progresista son ellos, de que son la única alternativa real”.

“Luego en realidad no es así”, opina Lander Manrique, estudiante también de Filosofía, Política y Economía y militante del PSE (Partido Socialista de Euskadi). “No es cierto que sus políticas sociales sean iguales a las del PSE o a las del resto de la izquierda. Se ha visto por ejemplo con la educación. Ellos no apuestan de forma clara por lo público, sino que defienden también la colaboración con la privada. Al final les pesa más el euskera que garantizar una escuela pública de calidad. Pero es verdad que han logrado que la gente joven les vea como la opción de izquierdas que puede ganar al PNV, al que ven como un partido de viejos que debería dejar de gobernar”.

Los gráficos sobre el voto joven son elocuentes: en la encuesta preelectoral del CIS de esta semana se ve perfectamente dónde está el corte en el que aún sigue fuerte el PNV: a partir de los 45 años. Antes de esa edad, ha sido desbancado. Entre los 25 y los 44 años la grieta entre ambos es enorme: EH Bildu gana al PNV por más de 15 puntos y se acercaría incluso al 50% del electorado. Y esto supone un paso adelante notable con respecto a las elecciones de 2020. La encuesta postelectoral de ese año mostraba que la formación liderada por Arnaldo Otegi ya ganaba entre la población menor de 45, pero se mantenía como mucho en el 40% del voto. Y, si nos vamos 20 años atrás, a las elecciones de 2001, el panorama era radicalmente distinto en todos los sentidos. El PNV arrasaba en todas las franjas de edad y en el grupo de 35 a 44 años la izquierda abertzale era cuarta fuerza, por detrás también del PP y del PSE.

Intención de voto por franjas de edad en las elecciones autónomicas del País Vasco

Pero volvamos a los más jóvenes y al Café Iruña. “EH Bildu se mueve bien por las calles”, opina Lander Manrique. “Ese siempre ha sido su terreno: la calle, las fiestas, las txoznas (casetas). “Y sus votantes parece que exhiben una especie de superioridad moral”, añade Jone Leturiondo. “Pueden llevar chapas y emblemas de EH Bildu y todo está perfecto. Sin embargo, los demás no podemos defender igual a los partidos que nos gustan porque se nos mira raro. Yo veo a alguien del PP y no digo nada; a alguien del PSE, y no digo nada; a alguien de EH Bildu, y no digo nada. ¿Por qué ellos sí me tienen que decir algo a mí? Mientras ellos están en las calles, en el PNV hay mucha gente joven luchando en las instituciones por las políticas y los derechos de los jóvenes. Quizá esto debería visibilizarlo mejor el partido, porque parece que lo joven y lo guay es EH Bildu y lo que pasa es que se les da mejor el marketing y la comunicación”.

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“El PP es el partido que más me gusta en lo económico”, dice Aritz. “No estoy de acuerdo en todo con ellos. Yo, por ejemplo, estoy a favor de la eutanasia o el aborto”. Los demás le reprochan de inmediato los pactos del PP con Vox, un partido muy minoritario en Euskadi que en este momento tiene un solo escaño en el Parlamento vasco y que en esta comunidad autónoma en las últimas elecciones generales no llegó al 3% del voto frente al 12% que obtuvo en el conjunto de España. “A mí no me gusta Vox, pero los demás partidos se niegan a pactar con el PP”, añade. “Yo estaría muy a favor de una gran coalición entre el PSOE y el PP en el gobierno de España, o de un pacto aquí entre PNV, PSE y PP”.

Los cuatro nacieron en 2004. Siete años antes de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia, y tienen pocos recuerdos directos de lo que suponía vivir en una sociedad en la que la violencia terrorista estaba siempre presente, en la que podían matar a tu vecino por ser concejal socialista o popular. Ninguno ha estudiado este periodo en la escuela o en el instituto. “Está en el temario, pero se queda siempre para el final y en mi clase no llegamos”, dice la votante del PNV. “Al final, queda en manos del profesor hablar de ello o no. Pero creo que es importante que nosotros, que somos la primera generación que no ha vivido la violencia, sepamos lo que ha pasado y no se romantice, porque existe ese riesgo”.

Cuatro votantes de 19 y 20 años en el Café Iruña, en Bilbao.
Cuatro votantes de 19 y 20 años en el Café Iruña, en Bilbao.Fernando Domingo-Aldama

Al poco sale en la conversación la relación de EH Bildu con ese pasado violento. “Aún tienen que dar pasos en la dirección de la condena del terrorismo”, opina Lander Manrique. “La hegemonía dentro del partido la tiene Sortu, que son los herederos de Batasuna, y lo que no puede quedar para la historia es que los miembros de ETA fueron unos héroes que lucharon por el pueblo vasco. Eso no es admisible”.

“Aquí por un lado se ha olvidado muy pronto lo que fue ETA, pero por otro las reivindicaciones de sus presos siguen muy presentes”, añade Jone Leturiondo. “Y, en ocasiones, llegan a sitios absurdos. Por ejemplo, en la manifestación del 8-M en Durango en la segunda fila había carteles con fotos de presos. ¿Qué sentido tiene eso? No pueden ocupar los espacios públicos de esa forma. Y esto sigue pasando”.

“Yo voy a votar a Bildu, pero no soy una persona de Bildu”, aclara Leire Díez, estudiante de segundo curso de Filología vasca. Defiende que ETA “surgió en un contexto que hay que explicar también, esa radicalización no apareció de la nada”, y que los presos que han cumplido condena tienen derecho a la reinserción. Sus tres compañeros de mesa insisten en que para que no vuelva a haber violencia terrorista nunca más, ese mundo tiene que responsabilizarse de los hechos y decir claramente que nunca debió pasar; que matar está mal siempre y en todo caso. “El 95% de las víctimas de ETA se produjeron en democracia”, resalta Lander Manrique. “Yo tengo la sensación de que en las escuelas se ha hecho un poco de blanqueamiento de ETA”, dice Aritz. “Por acción o por omisión, por no querer entrar a analizar ese periodo”.

Después se ponen a hablar de independentismo, de si la cuestión nacional es o no un motivo para votar a EH Bildu ahora que se han centrado en los problemas sociales y en las políticas públicas. “Yo creo que hay que proteger y reivindicar la cultura vasca, y creo en la idea de Euskal Herria, pero no tengo una opinión clara sobre la independencia y no es mi principal argumento para votar a EH Bildu”, opina Leire. “A mí me mueven mucho más temas como el ecologismo, y creo que el actual Gobierno se queda corto en muchas cosas. Me parece que EH Bildu está más cerca de los proyectos y apuesta por políticas más verdes. En Donosti el PNV se ha cargado un parque entero lleno de árboles. Quieren hacer un museo Guggenheim en la reserva del Urdaibai, con lo que yo no estoy de acuerdo. Y, en general, siguen en la idea del crecimiento económico constante: cada vez más y más aunque nos carguemos el planeta. Para mí lo que está pasando es urgente, y no comparto esta visión de las cosas de ir tan poco a poco”.

“Ya, pero el problema es que si se quiere ir tan rápido con la transición energética, hay muchísima gente que sale perjudicada”, responde Aritz. “La industria, los dueños de pequeños negocios... Yo estoy muy a favor de las energías verdes, pero tiene que ser una transición a largo plazo”. “Pero las empresas y la industria no pueden marcar el compás”, dice Lander. “Son las instituciones quienes deben liderar este cambio”.

Los jóvenes están preocupados por el futuro del planeta y mucho por el suyo propio: por poder emanciparse, encontrar un trabajo, una vivienda, acceso a la sanidad. Y necesitan sentir que los políticos se van a tomar en serio sus problemas. “Pero para poder dar ayudas a los jóvenes, a la sanidad que se ha quedado tan tocada después de la pandemia, necesitas una economía robusta”, dice Jone. “Necesitas empresas que vayan bien para que el país funcione”. “Yo critico al PNV que en los proyectos polémicos no han escuchado las quejas de los ciudadanos y me interesa de EH Bildu que creo que fomenta más la participación”, dice Leire. “No creo en una democracia que consista solo en ir a votar cada cuatro años”.

Los cuatro están decepcionados con que ninguno de sus partidos hayan presentado a una mujer como candidata a lehendakari. Cada uno defiende al suyo, al que va a votar (Imanol Pradales, Pello Otxandiano, Eneko Andueza y Javier de Andrés), pero todos coinciden en que había buenas políticas y que se ha perdido una oportunidad.

Pasan casi dos horas. Siguen debatiendo entre ellos. Dicen que podrían seguir dos horas más y que ojalá los políticos hablaran de esta forma tan respetuosa y tranquila. Abominan de lo que ven en “la política de Madrid”, de los insultos y ataques constantes, y agradecen que en Euskadi el Parlamento sea un lugar mucho más sosegado. Se despiden. Jone Leturiondo, la votante del PNV, y probablemente la más apasionada durante la charla, con estas palabras: apunta bien mi nombre, que algún día seré lehendakari.

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.
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